[ANÁLISIS] Se barrunta un cambio
JUANJO URBINA | Los socialistas parten como favoritos para quebrar 24 años de hegemonía popular en Ponferrada, con el breve interregno de los dos del bipartito de infausto recuerdo. Pero la última palabra no está dicha.
El PSOE, con todo a favor para ganar. Aunque probablemente serán los más directamente perjudicados por el previsible descenso de la participación con respecto al 28-A, los socialistas nadan a favor de la corriente y parten desde la posición claramente ventajosa que les otorgan sus más de 14.000 papeletas de hace apenas un mes. Mantienen una elevada fidelidad de su electorado y pueden recuperar una parte del voto que se les fugó a USE hace cuatro años. Su campaña ha sido sosegada, muy a tono con la personalidad de su candidato. En Olegario Ramón algunos creen haber encontrado muchas de las virtudes del último alcalde socialista de Ponferrada, Celso López Gavela, y ninguno de sus defectos (de momento).
El PP no se resigna a un batacazo. A diferencia del PSOE, los populares afrontan la contienda electoral del domingo en un mal momento. Esta vez las siglas son un lastre y así lo han entendido desde el primer día de una campaña muy activa disimulándolas bajo el eslogan Ponferrada abierta. Su esperanza se basa en recuperar los más de 3.000 votos que se fueron a Vox el pasado 28 de abril. Otro hándicap para Marco Morala, que no es un candidato para sacar más escaños sino para detener la hemorragia de votos, es la gestión de Gloria Fernández Merayo que pesa como una losa por más que intente despegarse de ella. Ahí está Roberto Mendo. Y ahí está también el controvertido fichaje de Rosa Luna, que podría restar más que sumar.
USE contra la maldición de las segundas partes. Y contra la memoria… Para un amplio sector del electorado resulta difícil olvidar el pecado original de la moción de censura de 2013 en compañía de Ismael Álvarez y, sobre todo, los desastres de la gestión del bipartito. Samuel Folgueral, el único de los once aspirantes a la alcaldía que concurre a las urnas en Ponferrada imputado por un juzgado, no parece que esté en condiciones de repetir el resultado de 2015, cuando obtuvo los mismos cinco escaños con los que contaba IAP. Se enfrenta a la maldición de las segundas partes que se llevó por delante al MASS y aconsejó a Álvarez la retirada, aunque todavía mantiene su público. Su baza es convertirse en llave para inclinar la balanza a un lado u otro, pero si PSOE y PP se mantienen firmes en no pactar con él —un enjuague que tendría difícil explicación, porque no puede ser parte de la solución quien fue no ya parte sino artífice destacado de los principales problemas que arrastra la ciudad— su papel durante los próximos cuatro años se tornará irrelevante.
Ciudadanos se enfrenta a sus propios límites. Con una candidata absolutamente desconocida y néofita en política, la formación naranja aspira a mejorar su representación en el consistorio ponferradino, que ahora es de dos escaños. Las encuestas apuntan que puede conseguirlo, aunque también desvelan un elevado número de indecisos entre sus votantes anteriores. Cs se mueve en ese amplio territorio del centro donde también tienden sus redes Coalición por El Bierzo, USE e incluso el PP. Conscientes de ello, sus dirigentes se han afanado en los últimos días en descalificar a la competencia.
La triple carambola de Coalición. Llave en la Diputación, en el Consejo Comarcal y en el Ayuntamiento de Ponferrada. Ese es el escenario soñado por Pedro Muñoz, acaso el único de todos los candidatos que tiene prácticamente asegurado gobernar, aunque todavía no sepa con quien. Los sondeos le auguran entre 2 y 3 escaños, pero incluso manteniendo la actual pareja podría salir reforzada su condición de bisagra. El riesgo es que finalmente no sea necesario en ningún sitio: el PSOE acaso disponga de varias alternativas en la Diputación para completar la mayoría, disfrutar de la absoluta en el Consejo y barajar distintas opciones en Ponferrada
Demasiadas izquierdas dispersan el voto. Parece misión imposible que Podemos repita en las municipales los más de 6.000 votos obtenidos en Ponferrada el mes pasado. Demasiada competencia. Sin embargo, aun con una horquilla muy amplia, todas las encuestas coinciden en que es la marca más potente y la preferida de las cuatro listas que se presentan a la izquierda del PSOE. También lo hacen al pronosticar que IU es la que más se acerca al 5 por ciento, sin que otorguen posibilidades a Municipalistas por el Cambio y Más Ponferrada. Pedirles que se retiren ahora que están a tiempo sería como predicar en el desierto. Han preferido ser cabeza de ratón, aunque eso pueda traducirse en dejar sin representación a dos millares de ciudadanos.
No son elecciones para PRB y VIAs. En esta campaña, algunos partidos se han empeñado en presentar propuestas que muy pocos entienden o les interesan. En el extremo contrario, Tarsicio Carballo ha seguido tan pegado al suelo (casi literalmente) como en los últimos 40 años. Su vuelo gallináceo obtuvo premio hace cuatro años gracias a un préstamo de disidentes del PP que difícilemente se repetirá ahora. En cuanto a los desconocidos y prácticamente desaparecidos localistas liderados por Andrés Buelta —curiosamente candidato a pedáneo de Dehesas— cabe preguntarse para qué habrán legalizado un partido político.