[LA OVEJA NEGRA] Otra oposición es necesaria
GERMÁN VALCÁRCEL | Leemos en este mismo medio que la oposición en el Ayuntamiento de Ponferrada se divide en hiperactiva, silenciosa y mediopensionista. Disiento, a servidor más bien le parece montaraz, desnortada, agraz, cínica y necia, lo cual la convierte en política y socialmente inservible.
A la oposición que nos ha tocado en las urnas habría que decirles que la acción política debe fundamentarse en la controversia pero sabiendo todos que la propaganda y la mentira perturban. Todos sabemos que la movilización en el espacio público es necesaria, pero lo que ellos practican se limita a la tergiversación, la ocultación y las medias verdades. La oposición ponferradina, en estos tiempos de fake news y posverdad hace bueno aquello que Kafka sostenía en El proceso: “la mentira se eleva a fundamento del orden mundial”
Aunque, bien es cierto, empezamos a constatar que don Olegario Ramón conformó una lista de personas para intentar ganar las elecciones, pero no un equipo para gobernar. Equipo de gobierno que ya empieza a no cumplir ni sus propias expectativas. Los presupuestos de 2020, en principio previstos aprobar para finales de 2019, no van a ser aprobados ni siquiera en enero. Servidor tiene la impresión de que la activa, en los primeros meses, responsable de Hacienda (sacó adelante los presupuestos de 2019 en tiempo relativamente corto y municipalizo el servicio de recaudación y el IMFE), empieza a dar muestras de no tener control sobre su área, aparentemente puenteada por otros y otras concejales con más “peso político” en el grupo socialista. Veremos si no termina, por motivos diferentes, como acabaron todas las féminas que la precedieron en el mismo puesto que ocupa: Nevenka Fernández y Amparo Vidal. Habrá que estar atentos.
Otro concejal del equipo de gobierno en apuros, aparentes, es el de Medio Ambiente. Quedamos, también, a la expectativa para ver cómo cuadra la implantación de las medidas implementadas en la declaración de emergencia climática aprobada por el gobierno y el parlamento del Estado, con la bajada de pantalones ante los sectores más reaccionarios y recalcitrantemente fosilistas de la ciudad, en el tema de la zona azul de la Rosaleda.
El equipo de gobierno, al margen de los graves agravios comparativos que genera esa marcha atrás, parece empeñado en contentar a los que jamás les van a votar, son el mismo tipo de personas que protestaban por Madrid Central o que, como la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, sostienen que la contaminación no mata.
Esta bajada de pantalones ocurre porque don Olegario, en el fondo, no tiene claro el modelo de ciudad quiere construir; son los problemas que aparecen cuando el señor alcalde está más preocupado por lo que ocurre en las redes sociales (seguramente ahí tenemos la explicación para contratar a una periodista para que las gestione) que por desarrollar una política coherente y cohesionada. Son las contradicciones que surgen cuando lo verde no es más que una etiqueta. Bien es cierto que sería mucho peor, para la credibilidad del equipo de gobierno, si le quitaran el bozal al falaz negacionista que dirige el Área de Comunicación del ayuntamiento. Bozal que, por cierto, nos cuesta cuarenta mil euros salidos de nuestros impuestos.
La actividad política ha quedado reducida a un maniqueo territorio para palmeros y forofos
Soy consciente que el cambio climático, aparte de una gran desgracia, es un tema difuso. Tan difuso que permite a los cínicos gobiernos europeos, con el nuestro ejerciendo de alumno aventajado, hablar de descarbonizar y declarar la emergencia climática mientras se dedican a importar cada vez más electricidad barata de centrales eléctricas de carbón, construidas en las fronteras comunitaria. Marruecos es el ejemplo, lo cual no impide subvencionar energías verdes y dotar de fondos que, para supuestas transiciones energéticas, terminan en los bolsillos de las grandes corporaciones energéticas fosilistas. El negocio todo lo justifica, y de paso sirve para deslegitimar la movilización y la lucha de los movimientos por el clima que tratan de derribar las resistencias que genera nuestro apego al consumo, a una forma de vida absolutamente insostenible y al sistema genocida y ecocida que la sustenta.
Esas contradicciones dan argumentos y armamento dialéctico para que esa lucha sea ninguneada y no tomada en serio por una población que no está interesada en ver la dura realidad a la que estamos abocados. Una población que no quiere aceptar que el sistema climático que nos hizo crecer y permitió que se desarrollarse todo lo que hoy en día conocemos como cultura y civilización humana está desapareciendo ante nosotros. Así que tendremos que decirles a los dirigentes municipales que no nos vengan, más adelante, con asambleas ciudadanas ni demás inoperantes trampantojos participativos que tanto les gusta montar a la izquierda institucional. A la vuelta de la esquina nos espera un colapso sistémico que va a pasar por encima de todos nosotros.
Los miembros del equipo de gobierno, como tantos otros dirigentes políticos, se han convertido en entusiastas seguidores de la metáfora que, para describir nuestra sociedad, empleo Paul Kingsnorth, autor del libro “Confesiones de un ecologista en recuperación”, donde sostiene que el váter es el retrato perfecto de la misma, ya que cagas en él, tiras de la cadena y adiós, no tienes que preocuparte de tu mierda hasta que te llega al cuello.
Por lo demás, los actuales responsables municipales, pusilánimes y grises burócratas políticos, aparentemente honrados, deben ser felicitados porque tratan de acabar con las peores prácticas instaladas en el Consistorio ponferradino desde hace veinticinco años, con medidas que permiten constatar, al menos, su buena voluntad: la disolución de los numerosos chiringuitos fraudulentos y nidos de corrupción montados por la derecha caciquil y trafallona para eludir los controles administrativos, y así poder perpetrar sus felonías y corruptelas más fácilmente, entre ellos Pongesur, el mayor fondo de reptiles municipal o la sociedad de Turismo; el recién aprobado “Reglamento de Control Interno de la Actividad Económico-Financiera” y el intento de transparencia que están poniendo en práctica puede servir para arrinconar y neutralizar la mentira, a la que tan aficionados son algunos de los que se sientan en el salón de plenos; esos son logros reales, al Cesar lo que es del Cesar, del actual equipo de Gobierno.
La oposición, en estas cosas, no parece estar muy interesada -ni una parte muy importante de la ciudadanía que representan tampoco, con hablar del ascensor, o del fallecido Celso López Gavela tienen bastante-, eso de dar a conocer a los habitantes de Ponferrada los desmanes cometidos durante esos veinticuatro años es algo que parece no entra en sus tareas de fiscalización. Es entendible, el octogenario y arcaico ayatolá bercianista fue beneficiario directo del fondo de reptiles de Pongesur; de Samuel Folgueral qué vamos a contar que no se conozca, el caso del Mundial sigue vivo, y el señor Morala es heredero político, y al parecer deudor, de los inventores de esos muladares de corrupción.
Cada vez resulta más aburrido y descorazonador escribir sobre la realidad política de esta tierra, en Ponferrada, en toda la comarca del Bierzo, en realidad en todo el país. La actividad política ha quedado reducida a un maniqueo territorio para palmeros y forofos (aquí aderezado de una mediocridad e ignorancia política asfixiante) que, con su actitud sectaria y acritica, gritos y aplausos han llenado todo de un aire tóxico, fétido y vomitivo que se ha extendido hasta los últimos rincones del municipio, poniendo de manifiesto que para poder actuar y sobrevivir en el actual ecosistema político berciano es condición imprescindible tener un estómago a prueba de sapos, nariz de fumador compulsivo, la capacidad crítica de una oveja, el cerebro de un mosquito, la codicia de un usurero y la ética de Felipe González o Aznar, los maestros de la mayoría de nuestros actuales políticos, incluidos los que supuestamente venían a regenerar.