[TRIBUNA] La lluvia tóxica
PEPE ÁLVAREZ DE PAZ | La Junta de Castilla y León dice sumarse en el Bierzo a la lucha contra el cambio climático, el vacío del mundo rural y a la transición energética, gesto que le honra. Si ese anuncio se cumpliera, sería una buena noticia, diametralmente opuesta a la política económica del PP, al menos desde los tiempos del milagro español, el déficit cero, el capitalismo popular y el “no hay alternativa” del primer gobierno Aznar. Otro motivo de enfado para sus socios de extrema derecha que les están comiendo la merienda y que proclaman que eso del cambio climático es un bulo.
Durante el primer Congreso sobre la Economía del Bierzo, el Consejero de Medio Ambiente anunció, como una buena nueva para la salud de la comarca, la próxima autorización de la Junta de Castilla y León para quemar plásticos y “valorizar neumáticos” en su factoría de Toral, de la multinacional brasileña Votorantim. Hace falta mucho desparpajo y poco respeto al nivel mental de los bercianos para atreverse a formular algo tan disonante en aquel foro en Camponaraya, haciendo suya el consejero una definición anónima, en redes sociales: “su aportación al ahorro energético es haber nacido con pocas luces”. Lo que nos retrotrae a los tiempos caciquiles del siglo XIX, cuando la administración era un mero apéndice del poder, o quizá a los tiempos del rey Sol: “El Estado soy yo”, que viene a ser lo mismo que decir: “la Administración soy yo”. O a confundir a un Instituto Tecnológico Independiente con el Consejo de Ministros.
Durante más de medio siglo las chimeneas de tres centrales térmicas han castigado con humos tóxicos la comarca: monóxido de carbono, dióxido de carbono, nitratos, sulfatos, metales pesados… Según la OMS, durante el año de 2009 murieron en España 16.000 personas a consecuencia de partículas procedentes de combustibles sólidos. Estudios médicos incontestados demuestran que la incidencia, entre otros males, de leucemias agudas en el Bierzo y leucemias infantiles en la proximidad de los hornos emisores es más alta que en territorios y países de nuestro entorno. Pero ENDESA anuncia que abandona –nunca mejor dicho– la tierra donde nació, dejando como presente las luces encendidas de la torre de la Basílica, para que sepamos a quien hemos de encomendarnos.
Por su parte Cementos Cosmos, ignorando la transición energética, tiene a bien aclararnos qué otros productos combustibles piensa quemar en sus hornos de Toral de los Vados. Mientras puja por la compra de ochenta mil toneladas de carbón del stock de Endesa, se supone que trasladándolas en camiones hasta Toral, ha afirmado públicamente que piensa seguir quemando también cok, un subproducto del petróleo que prácticamente le regalan en Estados Unidos, donde el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) incluye la quema de coque entre las actividades cancerígenas prohibidas. “Sólo quemamos, advierte Cementos Cosmos, un 30 por ciento de desechos, el 70 por ciento restante quemamos coque”.
Simultáneamente Alan Svaiter, consejero delegado de la multinacional Votorantín, informa que “Cementos Cosmos apuesta decididamente por la lucha contra el cambio climático” y en prueba de ello, copiando una ocurrencia de ENCE en Pontevedra, ha teñido de rosa los camiones-hormigonera, para celebrar el día mundial contra el cáncer de mama.
De momento, silencio sepulcral en el papel, en las ejecutivas, las ondas, las aulas y los campanarios
La hoya berciana es una depresión geológica rodeada por un elevado circo de montañas, el pico Valdeiglesias supera, creo recordar, los 2.220 metros de altitud, Catoute tiene algunos metros menos, el Pico Tuerto, la Aquiana, el Pico Cuiña y Peña Seo algo parecido. La Sierra de Gistredo es una estribación astur-leonesa de la cordillera cantábrica donde habita el oso pardo, con cumbres por encima de los dos mil metros de altitud: Valdeiglesias, Pico Lago, Braña la Pena, La Rebeza, la Cernella, las Calanganas, la Mayada… además del Tambarón, el Nevadín y el Catoute. Numerosas fallas y ríos tributarios del Duero fueron ahondando esa depresión durante millones de años, una encerrona para las emisiones contaminantes que dañan el buen nombre de los productos de la huerta y los viñedos, pero también la salud pública, la flora y la fauna.
Algunos privilegiados podemos, por consejo médico, alejarnos de la madre Gistredo y de las verdes praderas de la infancia, especialmente esos días de plomo cuando el aire tóxico almacenado en la hoya quema los frutales y los manteles que duermen a la luna de Valencia en el alto y bajo Bierzo. Lujo que no pueden permitirse los niños que juegan en los patios escolares comarcanos, ni los ancianos que esperan su turno en los consultorios rurales, todos ellos en cuarto menguante, patios, colegios, niños, consultorios y ancianos.
Todo esto ante el estupor general, aunque de momento sólo han reaccionado los del pimiento asado, los de Bierzo Aire Limpio, algunas pancartas en la plaza del Ayuntamiento de Ponferrada el día de la Constitución y los Sellos de Calidad Agroalimentaria del Bierzo, que se preguntan si ese es el papel que se nos asigna, ser la co-incineradora de una multinacional. De momento, silencio sepulcral en el papel, en las ejecutivas, las ondas, las aulas y los campanarios. Lo expresa mejor el insumiso don Luis de Góngora: “todo se compra este día, todo el dinero lo iguala”.
Nos recuerda Bierzo Aire Limpio que doce mil personas se manifestaron pacíficamente, como antes lo hicimos con éxito en Madrid y aquí contra la incineración del aceite adulterado de colza en Compostilla, convocados esa vez por los Consejos Reguladores y por más de un centenar de colectivos cívicos, cierto también y lo lamentábamos entonces, sin la presencia de los sindicatos de clase. Lo digo desde mi respeto como militante desde hace cuarenta años, también responsable comarcal del sindicato hermano UGT en tiempos revueltos, cuando ese simple dato te ponía en el punto de mira de los guardianes de las esencias patrias.
Con sangre, sudor y lágrimas, los sindicatos de clase lucharon durante la dictadura y en la transición, por los derechos de los trabajadores y por la conciliación en la empresa, en tiempos en que no existía una clara conciencia colectiva de lo que hoy llamamos el ecocidio. Pero no es la defensa del empleo el único protagonismo que atribuye a los Sindicatos –y a las asociaciones empresariales–, la Constitución Española, que les asigna un rango superior como uno de los pilares básicos de la democracia “en la defensa de los intereses económicos y sociales que les son propios” (art.7).
- Artículo publicado en el número 22 de la revista La Curuja.