[LA OVEJA NEGRA] Otro aire es posible
GERMÁN VALCÁRCEL | Observando el paseo que, el pasado domingo, algunos miles de bercianos se dieron desde la plaza de Julio Lazúrtegui a la plaza del Ayuntamiento a servidor le vino a la memoria una de las fábulas de los hermanos Grimm, se titula “el gato y el ratón hacen vida en común”.
En ella, un gato convence a un ratón de que quiere ser su amigo; comienzan a vivir juntos y, previendo el invierno que se avecina, compran un tarro de manteca y lo esconden en una iglesia. Con el pretexto de tener que ir a un bautizo tras otro, el gato acude varias veces a la iglesia y se come poco a poco toda la manteca; luego se divierte dándole respuestas ambiguas al ratón acerca del tema. Cuando finalmente van juntos a la iglesia para comerse el tarro de manteca, el ratón descubre el engaño, y el gato, sin más ni más, se come al ratón. La última frase de la fábula anuncia la moraleja: “Así van las cosas de este mundo”
La relación entre los bercianos de a pie y sus “élites” sindicales, políticas, periodísticas, deportivas, intelectuales y sociales, se arriesga sobremanera a asemejarse a esa fabula. Les dejo adivinar quien desempeña el papel del ratón y quien es el gato.
El futuro que reivindicaban los convocantes ha empezado a despejarse prácticamente al día siguiente de la manifestación donde sus dos primeras demandas eran la industrialización y reindustrialización de la comarca. La respuesta por parte de la Junta de Castilla y León ha sido inmediata, por parte de la Consejería que dirige el Señor Suárez Quiñones, con la aprobación del EIA (Estudio de Impacto Ambiental) para la quema de neumáticos por parte de la cementera del grupo brasileño Votorantim.
El “caso” Cosmos lleva camino de convertirse en un conflicto social en la comarca. La agresiva política de agitación y propaganda que utiliza la empresa, en su afán de blanquear su actividad y lograr la autorización para quemar -valorizar lo llaman- neumáticos, utilizando, incluso, a sus trabajadores como punta de lanza en su batalla contra los ecologistas que cuestionan el uso de neumáticos como combustible, quedo retratada el día de la manifestación “por el futuro del Bierzo”, cuando los trabajadores de la cementera portaron una pancarta contra Bierzo Aire Limpio. Con los sindicatos convocantes CC.OO y UGT como cómplices necesarios. Nada sorprendente, por otra parte, en quienes aceptan el patrocinio de dicha empresa para organizar algunos de sus eventos.
La cementera perteneciente al conglomerado brasileño Votorantim ha realizado durante los últimos años en la comarca todo un despliegue de patrocinios para tratar de ganar la batalla de la opinión pública ( lo está logrando, hoy sería impensable una manifestación con tanto apoyo social como la llevada a cabo, en los orígenes de la lucha por un Bierzo saludable, hace casi una década), blanquear su actividad y ganarse adeptos a su causa, para ello ha realizado inversiones en publicidad, ha apadrinado y patrocinado económicamente todo tipo de actos y penetrando en todos los sectores sociales, desde sindicatos, colectivos feministas, actos lúdicos o supuestamente culturales, ayudas a asociaciones, Ampas, o ayuntamientos.
Si observamos ciertas actuaciones de las “hordas cósmicas” en las redes sociales, incluso en algunos pueblos cercanos a la cementera nos deberíamos preocupar. La utilización de todo tipo de falacias, algunas francamente repugnantes, contra las más conocidas caras de Bierzo Aire Limpio, empieza a ser algo parecido a acoso social, a un intento de exclusión social. Tampoco reparan en matices a la hora de lanzar mensajes negativos contra todo aquel que discrepa, como ej: contra un conocido y afamado negocio de restauración, de la zona de influencia geográfica de la cementera que, parece, tampoco es partidario de la quema de neumáticos.
El capitalismo que hay que derrotar está en nosotros: somos sus trabajadores y sus consumidores
Bierzo Aire Limpio es una asociación que defiende un ecologismo reformista, políticamente correcto que no cuestiona ni los valores medioambientales ni los límites del sistema ni las leyes vigentes, al contrario, se mueve dentro de sus márgenes, es donde da la batalla. La larga lucha jurídica emprendida camina por esos derroteros.
BAL sustenta su relato en términos acuñados por Instituciones tan peligrosas y revolucionarias como la Unión Europea o la ONU, tales como Desarrollo Sostenible o Economía Circular, se presentan dispuestos a colaborar con las autoridades, incluso no dudan, sus activistas, en hacerse fotos con la ministra del ramo. Son defensores, según se puede leer o escuchar a sus representantes, de eso tan poco rupturista con el sistema como es la Green New Deal que defiende, por ejemplo, el actual gobierno de coalición y sustenta la llamada Transición Justa. También apoyan, al menos indirectamente, intereses empresariales tan importantes en la comarca como pueden ser la agro-industria, el sector vitivinícola o el turismo.
Con esa forma de actuar y esos apoyos, BAL, a semejanza del sector mayoritario del ecologismo occidental, cree que para que les tomen en serio quienes ostentan el poder de proteger o destruir tienen que hablar su mismo idioma. Pero es un pacto mefistofélico. Si defiendes que el medioambiente debe protegerse por su valor económico, no tendrás nada que decir cuando los graves efectos que, por ejemplo, el turismo o la contaminante agroindustria fosilista tienen sobre el medioambiente afloren. En esa concepción economicista del ecologismo se sustenta, seguramente, su antigua negativa a firmar cualquier tipo de alegación medioambiental contra la ya casi desaparecida Estación de Esquí del Morredero, “es beneficiosa para el turismo”.
Si una forma tan políticamente correcta, en su forma de actuar, ha generado una reacción tan desproporcionada por parte de la cementera, me pregunto qué futuro les espera a quienes pudieran llegar a cuestionar el modelo extractivista que se esconde tras las actividades del conglomerado Votorantim, o el insostenible turismo, la fosilista agroindustria, en definitiva el BAU (Business as usual, en castellano negocios como siempre, aunque pintados de verde o adjetivados como sostenible) y ese Crecimiento, tan necesario para el funcionamiento de nuestra mercantilizada sociedad. ¿Tal vez el mismo futuro que a los activistas medioambientales en América Latina o África?
La batalla entre Cosmos y Bierzo Aire Limpio es, a escala reducida, la misma confrontación política que, en el colonialista mundo occidental, se está dando entre el modelo supremacista, negacionista y expoliador de los Trump, Bolsonaro y compañía, y el de los negocios pintados de verde que representan y defienden los demócratas norteamericanos y la socialdemocracia europea, el gatopardismos de la Green New Deal.
Es preocupante el odio que destilan y desprenden algunos hacia los ecologistas, convertidos en enemigos públicos de una población depauperada y desesperada ante la falta de salidas que deja tras sí un modelo gestionado por quienes son los responsables de las tremendas desigualdades que genera este sistema que funciona en base a la depreciación y destrucción del medio ambiente y de las personas y que utiliza nuestra ruina, y nuestra sangre y salud, como forma de obtener plusvalías.
Equivocan el enemigo los trabajadores de Cosmos y esa parte de la sociedad que desde la crisis han visto empeorar sus condiciones de vida. Sin salud y un medioambiente sano no hay trabajo que valga. Como ocurrió con la minería, cuando no haya negocio aquí se quedarán con los odiados ecologistas de vecinos y su empresa, con sus directivos al frente, emigrarán sin mirar atrás a otro lugar al que depredar.
Nos predicaron y nos impusieron la globalización capitalista; ahora es deber de cada uno salvar la casa de todos, y no serán las multinacionales las que nos dirán cómo hacerlo. Pero va a ser difícil, la forma de actuar de los trabajadores de Cosmos nos muestra con toda claridad que el capitalismo nos ha colonizado. Nunca como ahora pudimos decir con Baudelaire «Yo soy la herida y el cuchillo/la bofetada y la mejilla, /yo soy los miembros y la rueda/soy el verdugo y soy la víctima». El capitalismo que hay que derrotar está en nosotros: somos sus trabajadores y sus consumidores, somos sus electores y sus tributarios.