[PÍLDORAS CONFINADAS] Paseo con el perro filólogo y guerrero
Seguimos con El discurso de la guerra y lo de imitar a los chinos (¿pero no habíamos quedado en que China era una dictadura?) se les queda pequeño a los talibanes del confinamiento, esa Gestapo vecinal protagonista de noticias tan sonrojantes como Un enfermo de cáncer, increpado por salir a andar por prescripción médica. Igual es que prefieren el modelo de Marruecos o de la India, donde te atizan un varazo si te saltas la cuarentena.
A punto de llegar al ecuador del confinamiento, se empieza a pedir Quejémonos de la gestión de todos los políticos. Ya advertimos al comenzar el encierro de que esta sobreactuada gestión de la crisis sanitaria se les podía volver en contra. “Téngame informado, pero no muy informado”, como escribió John Le Carré en El peregrino secreto. Lo que equivale a aquello que decía, con su proverbial tosquedad, un empresario berciano tan conocido por sus mañas como por sus peculiares sentencias: “Ese tema me interesa, mantenme al margen”.
También pueden poner el pregón de la Semana Santa por la megafonía de los coches patrulla
Estas quejas de ahora no son nada comparadas con lo que está por venir cuando se levante la veda, dejemos de aplaudir a todas horas y hagamos recuento de los daños, humanos y económicos. Ahora nos entretienen con chucherías varias, con los uniformados tan omnipresentes que hasta van a suplantar al Nazareno Lambrión Chupacandiles. Ahí va una propuesta, para que no digan que no colaboramos con ideas en positivo: también pueden poner el pregón de la Semana Santa por la megafonía de los coches patrulla. O grabar un vídeo, ahora que estamos en plena pandemia de los vídeos.
¿Y si el Atlético Bembibre salvase la categoría gracias al coronavirus? Pues es es lo que ocurriría si se aplicase aquí la misma medida que en Inglaterra, donde han dado por finalizada la temporada en el fútbol no profesional sin ascensos ni descensos. Pero para terminar esta primera Píldora de una serie que no sabemos lo que durará, mejor un poco de humor. Advierte una comunidad de propietarios a todos los vecinos de que «los perros tienen que ir guiados mediante correa, para evitar que realicen sus funciones filológicas en las zonas comunes». Parece escrito por el famoso empresario del que hablamos más arriba. O eso, o que en ese edificio todos los canes tienen estudios. Y los atarán con longanizas.