[TRIBUNA] Cuidado con los chinos, incluso cuando traen regalos…
JOSÉ L. GUTIÉRREZ | “CUIDADO CON LOS GRIEGOS, INCLUSO CUANDO TRAEN REGALOS” eran las proféticas palabras con las que el sacerdote Laocoonte advertía al pueblo troyano de que no aceptara el presente que los griegos habían dejado a las puertas de su ciudad: un sospechoso caballo de madera gigante. Dentro de sus entrañas, un ejército de soldados griegos esperaba la oportunidad para franquear las impenetrables murallas de Troya, y destruir la ciudad desde dentro.
3.300 AÑOS DESPUÉS DE AQUELLOS SUCESOS, LA PONFERRADINA hizo oficial la contratación de Leilei Gao, un chino desconocido de 40 años, que llevaba retirado casi 10, dando de baja a otros jugadores más válidos. Nuestra pequeña comarca era noticia a finales de agosto de 2019 y, al mismo tiempo que nos convertíamos en el hazmerreír del fútbol nacional, en los mentideros de la zona se empezaba a conjeturar que, obviamente, el fichaje no respondía a cuestiones deportivas, sino económicas.
NUESTRO BIERZO, sumido desde hace tiempo en una terrible crisis económica y social, pronto empezó a vislumbrar en el afable chino la luz al final del túnel. Todos, desde el garrulo más zafio hasta los mandatarios electos de la villa, se creyeron la milonga de que este tío iba a hacernos ricos, abriendo escuelas deportivas de la Ponferradina en Asia, vendiendo camisetas, o colocando toda la cosecha de pera conferencia y manzana reineta en los pujantes mercados orientales (al mismo tiempo que, en una situación absurda e insostenible, las manzanas de Wuhan se cruzarían con las nuestras en la aduana). Pero, al fin y al cabo, el tipo nos parecía simpático, sobre todo cuando almorzaba en conocidos restaurantes de la comarca y posaba con un balón en la Aquiana. Así somos nosotros: estos graciosillos nos caen bien, ya sean el señor Barragán o Juan Carlos I, alias Campechano…
HUMO Y MÁS HUMO era lo que al final nos vendía. Sólo venía a sus negocios. En enero, y por la puerta de atrás, la Deportiva se deshizo inteligentemente de esa rémora. Ni siquiera una triste nota de prensa o una despedida en las redes sociales, como suele hacer siempre este club señor. De repente, el chino desapareció misteriosamente y nunca más se supo… hasta que poco después fichó por el Extremadura de Almendralejo y los convirtió a ellos en la nueva chanza del país. ¿También allí soñarían con el cuento chino de colocar todos sus quesos en Asia?
HAY IDEAS MEJORES, supongo, para revitalizar al Bierzo. El descabellado plan que algunos pretendían con Gao, y que consistía en traer chinos para paliar la crisis, sólo se le hubiera ocurrido al mismísimo conde visigodo don Julián, que allá por el año 711, en su lucha por el poder con el rey Rodrigo, abrió a los musulmanes de par en par las puertas de Ceuta, y los ayudó a cruzar el Estrecho y el Guadalete. En fin, otro caballo de Troya… La historia se repite para aquellos que no saben Historia.
PONERLE LA ALFOMBRA ROJA al invasor nunca resultó buena idea, como comprobamos con don Julián. Hoy los chinos están comprando enteras África y Sudamérica, los puertos y aeropuertos más importantes del mundo, la deuda de las naciones…, y ya nadie duda de que son la primera potencia del planeta. Dependemos dramáticamente de ellos y de sus productos… Volviendo al Bierzo, mientras nosotros cerramos las centrales térmicas para frenar el cambio climático, ellos planean abrir 150 el próximo año. ¿Estamos compitiendo en igualdad de condiciones laborales, salariales, medioambientales, etc., contra la nueva superpotencia de la geopolítica mundial? Evidentemente no. Es como si en un partido de fútbol uno de los equipos jugara atado de pies y manos, y encima su rival tuviera tres porterías para marcar.
EXPANSIONISMO BRUTAL Y NUEVA COLONIZACIÓN serían los términos adecuados para comprender lo que nos está sucediendo. Es lo que tienen las superpotencias: llegan con la fea costumbre de querer gobernar, someter e imponer su visión del mundo, la sociedad y el trabajo a los pueblos colonizados. Como dijo Carlos Quintana, delegado en China para el Centro de Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), “a los europeos les digo que sus hijos trabajarán para los chinos”. Y lo siguiente ya no lo afirma él, sino yo: sería inocente pensar que trabajaremos ocho horas, tendremos pensiones, cheques bebé, permisos de paternidad o mariconadas por el estilo… Como dijo el fundador de Alibabá, en Europa también se acabará aplicando la fórmula “996” (trabajar de nueve de la mañana a nueve de la noche, seis días por semana). Y sí, Alibabá es el Amazon chino, ese que abrió una tienda física en Madrid en la que hubo heridos porque regalaban tazas. El mismo que ahora nos dona “altruistamente” unas pocas mascarillas (“Cuidado con los griegos…”).
TRAS EL CORONAVIRUS, no solamente se impondrá su visión en lo laboral. No hace falta rebuscar mucho para anticipar el mundo que viene, porque nos están haciendo creer que su modelo contra la pandemia es el camino a seguir y la clave del éxito.
¿Y EN QUÉ CONSISTE ESTE MODELO? Mayor supervisión a los ciudadanos y un control férreo y estricto sobre la población: videovigilancia a través de cámaras y drones, teléfonos que nos espían las 24 horas mediante el “big data” y el 5G, autoritarismo, imposibilidad de escapar de tu ciudad sin salvoconducto, reducción al máximo de las relaciones sociales (serán, sobre todo, cibernéticas, incluso las sexuales), educación telemática… o la erradicación de la libertad de expresión (que se lo pregunten, si siguiera vivo, al primer médico que se atrevió a alertar sobre el virus). Ese es el mundo que nos espera tras esto, como ya se ha podido comprobar en las ciudades asiáticas que han ido levantando la cuarentena: podrás salir tres veces por semana de tu bloque de viviendas (con mascarilla a lo Hannibal Lecter hasta para tirar la basura, por supuesto), te tomarán la temperatura dos veces al día, estarás controlado en todo momento por la ubicación de tu móvil, si has pasado cerca de una calle “roja” aparecerán unos astronautas en tu edificio y te atraparán con un cazamariposas y un táser… Ese es el modelo de éxito que se está vendiendo ahora para Europa. Ni George Orwell, en la peor de sus distopías, pudo haberlo imaginado, al menos aquí, donde no estamos tan acostumbrados como en China a tener aplastadas la libertad y la dignidad tras años de dictadura comunista.
EN ALEMANIA, donde nunca han sido tontos, ya están impidiendo que China compre sus empresas tecnológicas clave. Es el propio Gobierno el que las adquiere para no entregar su conocimiento y sus patentes al nuevo señor feudal, que lo mismo te copia un bolso que un avión de última generación. Se hacen con la técnica y el conocimiento, que viajan rumbo a oriente, para luego plagiarlos implacablemente con mano de obra mil veces más barata, en una astuta jugada premeditada.
Y AQUÍ EN ESPAÑA (Y EN EL BIERZO), mientras tanto, pensábamos que la salvación para salir de pobres pasaba por meter fábricas de baterías y turistas chinos a mansalva. Esos mismos turistas que, como he podido constatar en aquellos lugares donde van como la marabunta (Vietnam, Tailandia, Myanmar, India…), dejan a su paso urbes muertas y contaminadas, con ríos verdes podridos de plásticos, modifican completamente el paisaje y la sociología de pueblos y ciudades, y convierten a los nativos en meros esclavos que limpian sus excrementos y les sirven las mesas. ¿Ese es el futuro que queríamos para las Médulas, el Valle del Silencio o la Aquiana? Creo sinceramente que deberíamos atraer a otro tipo de visitantes más sostenibles y concienciados con el medioambiente, y no apostar por el turismo de los nuevos colonizadores, tan agresivo y destructor (en Tailandia, por ejemplo, se llevaban enteras las piedras de los templos).
Y TAMBIÉN AQUÍ AL LADO, hemos empezado a construirles macrogranjas de cerdos que envenenan los acuíferos y arrasan el rural porque allí, en la otra parte del mundo, les ha dado por comer jamón. De hecho, esto ha provocado que el precio del jamón de bellota se dispare hasta volverlo inaccesible, al igual que está pasando, por ejemplo, con el pulpo o los vinos. Esperemos que no descubran el licor café berciano-galaico. En cuanto lo hagan, no nos quedará otra que resignarnos, porque le da mil vueltas a sus calientes bebidas de arroz en las que ponen a macerar pangolines, tiburones, murciélagos o cualquier otro bicho en peligro de extinción, ya que es bueno para la virilidad y así resucitará sus moribundos micropenes (y luego nos preguntamos por qué cada dos por tres exportan otro virus zoonótico mortal). Aunque es cierto que desde allí también nos suministran piezas para automóviles, ordenadores, abrelatas o los test defectuosos, quizás ha llegado el momento de preguntarse en qué momento lo deslocalizamos todo, y hoy nos encontramos desnudos e inermes, incapaces de fabricar ni una mísera mascarilla que en el futuro pueda servirnos, ya de paso, como mordaza.
PERO DEJANDO A UN LADO EL TURISMO, la importación-exportación y el licor de pangolín, lo que más me aterroriza, sin duda, es que esa visión totalitaria de la sociedad y del trabajo acabe instalándose definitivamente entre nosotros tras la crisis…. Esta misma semana escuchaba con estupor, en un conocido programa de una radio progre, que había que sacrificar la privacidad a cambio del beneficio público, y que para acometer las transformaciones legislativas sobre dicha privacidad en Europa antes había que cambiar la mentalidad y las costumbres de la gente (en ello estamos). El locutor llamaba “ganar madurez digital, como en Corea” al hecho de perder nuestros últimos vestigios humanos y convertirnos en hormigas sentenciadas dentro de un terrario… El conde don Julián no podría haber estado más satisfecho.
AHORA ES CHINA, pero hubiera escrito lo mismo a principios del siglo XX, cuando los EE.UU. se disponían a colonizarnos en todos sus ámbitos (militar, político, cultural…); o si hubiera estado en la piel de Moctezuma en el año 1519, cuando recibió la noticia de la llegada de unos extraños a la costa este del actual México. El mundo que conocíamos, tranquilo y confortable, va a cambiar violentamente debido a los nuevos conquistadores, mientras la gente sigue esperando ilusa, disfrazada de Pokemon en los balcones, a “que vuelva la normalidad”. Eso que escuchamos no son los aplausos de las ocho, sino el ruido de nuestro viejo mundo desmoronándose.
CUANDO CHINA SE ANEXIONÓ EL TÍBET A PRINCIPIOS DE LOS 50, destruyendo sus monasterios y bienes culturales, expulsando al Dalai Lama, prohibiendo acceder a los extranjeros, decretando la ley marcial, y llenándolo entero con millones de colonos, los pocos que denunciaron la invasión eran vistos como hippies piojosos que daban la turra con cosas raras, como las ballenas o la capa de ozono. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde (poema erróneamente atribuido a Bertolt Brecht)… Acabaré dirigiéndome otra vez a esos ignorantes de la Historia y que probablemente desconozcan que, hace 200 años, Napoleón ya lo advirtió: “Dejad que China duerma, porque cuando despierte, el mundo temblará”. Y ahora ya es una realidad innegable e irreversible.