No hay mal que por bien…
¿Debería importunarnos
la insolente bravata
de unos cuantos, ociosos
y de mano nocturna,
que, valientes a nuestra
espalda, escriben viles
consignas en los muros
diariamente lavados?
Que intriguen mientras puedan
porque viene del otro
lado del mundo una
criatura desbocada,
una bestia distinta,
un afilado miedo
sin cuartel del que ahora
sacaremos provecho
en la desgracia. Nadie
ignora que un oscuro
enemigo hace dócil
a un pueblo alborotado.
—
Juan Carlos Suñén
Magaz de Abajo