Canto anónimo
Si, orgulloso, no quiso
más que vencer la inmensa
arrogancia de un último
paso más ambicioso
que el del sol soberano,
eso nadie lo sabe.
Pero es cierto que un día, como el polvo
que el viento arranca de la tierra, fuimos
arrastrados tras él y, desde entonces
la noche ayuna en nuestra espalda mientras,
en la lejana viña de los antepasados,
una a una se secan las viejas leyes.
Promete que más lejos, aún más lejos
nos aguarda el gran cofre que guarda
para la eternidad nuestra riqueza.
Juan Carlos Suñén
Magaz de Abajo