[PAJARITOS Y PAJARRACOS] Canción triste del bercianismo claudicante
XAN DAS VERDADES | En los inicios de la democracia, el gran Mingote creó un personaje inolvidable llamado Gundisalvo. Un candidato irreductible que solicitaba el voto con el eslogan más persuasivo: Vote a Gundisalvo. A usted qué más le da.
Ese voto Gundisalvo es hoy salida recurrente para aquellos que, sin querer dejar de cumplir con las urnas, deciden votar a opciones más frikis a las que nunca votarían si una elemental potabilidad adornara al resto de las candidaturas.
Ese voto, mitad cabreo y decepción, mitad cachondeo y mitad chascarrillo, ha engordado de manera notoria los votos recibidos por el bercianismo en las últimas elecciones municipales de Ponferrada.
El bercianismo político es un fracaso sin paliativos, y sin visos de superar la absoluta irrelevancia en que está aparcelado y contento desde que tomó la condición de partido político.
Ahí está la tozudez de las cifras que nos dice que sumados los votos de PRB y CB, los dos partidos bercianistas concurrentes, son casi los mismos que hace 40 años obtuvieron las candidaturas de inicial inspiración bercianista AVI e Independientes del Bierzo. Con los resultados del pasado domingo se puede afirmar que el bercianismo político ha estado, sigue estando, en manos de incompetentes redomados.
No solo es malo que esos botillideres, tan alejados del poder como de la utilidad, hayan defraudado una y otra vez a sus bienintencionados seguidores, lo peor es el efecto tapón que con su presencia innecesaria han impedido que aflorara un bercianismo político capaz, transversal y resolutivo.
Sus batallas particulares, arrogándose méritos de los que ambos carecen, entran dentro de las banderías paletas de quienes se creen el ombligo de algo mientras no son otra cosa que opciones marginales o meros comparsas.
Aparte de su pretendido y exaltado amor por su tierra, cosa compartida por todos desde VOX a Podemos, no tienen nada más que ofrecer. Y por eso, fundamentalmente por eso, de manera reiterada los electores que no son tontos les niegan su confianza para hacerles depositarios de sus aspiraciones y esperanzas.
No se equivocarán si apuestan por la regeneración que solo puede venir de la alternancia
Su sustento ideológico, más allá de hueros sentimentalismos, es nula cuando faltan los mimbres argumentales que toda fuerza política necesita para dotarse de coherencia y utilidad. Su base programática está huérfana de la solidez estructural, de las respuestas realizables y de la brillantez expositiva que requieren las gentes para decidir llevarles a la gobernanza.
Con tal bagaje, cojo, tuerto, ciego y ramplón, escasas posibilidades tenían de redimir a esta tierra sojuzgada. El bercianismo político más que una equivocación de nacimiento, que también, ha sido sobre todo una decepción, especialmente para los barandas que no son capaces de asumir que las mayorías pasan de ellos porque no trasmiten confianza con su proyecto.
Y mira que se lo han puesto a huevo para crecer como la espuma. Las perrerías que viene padeciendo esta tierra serían el caldo de cultivo idóneo para que las opciones bercianistas ocuparan posiciones de influencia y poder determinantes, pero nada; lo máximo que han conseguido es lo mínimo que se puede conseguir.
El bercianismo político, aunque modesto, siempre había sido referente de indiscutida independencia. Condición arruinada para los restos por el chulesco desparpajo de un socio electoral a cuenta de posicionarse a favor del enemigo público número uno del municipio.
Esto no es un oráculo para saber lo que el devenir reserva al bercianismo político. Aún así tengo claro que no se equivocarán si deciden quitarse las mochilas que lastran la independencia y les comprometen con el lado oscuro; si apuestan por la regeneración que solo puede venir de la alternancia; si acometen un rearme ideológico consecuente; si se fortalecen con la sensatez y utopía programática que requiere la causa berciana; si trasmiten de manera solvente y nítida que su determinación es garantía de lo mejor.
Hay otra opción, como dice Serrat: hacerse viejo sin mirarse al espejo. Seguir confiando que el Voto Gundisalvo les vuelva a dar pedreas y reintegros, y de paso tragar lo que les echen para continuar saliendo en las procesiones tras los pasos de los santos.