[LA OVEJA NEGRA] Mentiras que no nos dejan ver
GERMÁN VALCÁRCEL | Si este desgraciado país no padeciese la manipuladora y gansteril oposición que nos ha tocado en desgracia, seguramente la mayoría de la población sería capaz de reconocer, sin mayores problemas, que el actual Gobierno no es más que un montón de políticos mediocres y trapaceros.
Pero esa derecha con su forma de actuar empuja a millones de españoles, preocupados y asustados por su grosera dialéctica, manipulación y cinismo, a quedarse con el mal menor, ya que cuando sus representantes, “intelectuales” y voceros nos hablan de defensa de la libertad de expresión y los derechos humanos, del interés general, o de la defensa de la Vida, recuerdan al putero que, cuando vuelve de una de sus visitas a un centro de prostitución, nos habla de seducción, amor, ternura y respeto a la mujer.
La actual derecha, desde que Aznar se erigió en su líder ideológico y espiritual, nada tiene que ver con la de la Transición, ni siquiera con la del final del franquismo; recuerda, en su brutalidad y odio a la izquierda, a la de la preguerra y golpe de Estado de 1936, o a la de los primeros años de la posguerra
Una derecha que si busca responsables de lo que está ocurriendo en la pandemia debería preguntar en la Comunidad de Madrid, donde se han dado un tercio de los decesos ocurridos en toda España y tienen una ratio de 1.100 muertos por millón de habitantes, la mayor del planeta, mientras en el resto del país es de 250, por debajo, incluso, de Francia, Alemania e Italia; además, el 70% de los fallecidos en Madrid son en residencias privadas financiadas con fondos públicos y supervisadas por su gobierno, algo similar ocurre en Castilla y León (donde mas del 80% de los muertos, reconocido por la JC y L, provienen tambien de esas residencias), curiosamente ambas Comunidades con gobiernos del PP desde hace décadas.
Pero todo ello no debería servir para justificar las medias verdades, mentiras y manipulaciones de ese vendedor de crecepelo, transmutado en Presidente del Gobierno, un acabado ejemplar del modelo de dirigente político que tanto abunda en las filas pesoístas; gente sibilina, de trato amable y educado que pueden degollarte sin que salpique sangre con tal de perpetuarse en el poder, trepas que, con la escalera a cuestas llevan engañado, manipulando, masacrando y vendiendo a las clases populares de este país desde hace cuarenta y cinco años. ¿Alguien piensa que Felipe González, Alonso Guerra, Joaquín Leguina, Paco Vázquez y tantos otros ex dirigentes socialistas han cambiado de pensamiento desde que no están en el poder? Simplemente ahora dicen lo que realmente pensaban y hacían, ya no se presentan a elecciones, no necesitan disimular.
Al señor Sánchez y a su gobierno debemos criticarles, mientras podamos, porque aunque estamos inmersos en una pandemia hacen un manejo político-social-económico de la misma que está abriendo la puerta al totalitarismo (ya ocurrió con González que, con sus políticas y leyes, permitió la posibilidad de que Aznar rematara las privatizaciones por él iniciadas; o con Zapatero y la reforma exprés de la Constitución que abrió la puerta a los brutales recortes de Rajoy), y lo hacen escondidos tras un lenguaje vacío de información fidedigna y real, con una retórica grandilocuente y militarizada, repleta de letanías cortoplacistas y soflamas patrióticas que tratan de tapar su manifiesta incompetencia y sociopatía.
Las leyes, decretos y normas que están aprobando, algunos con los votos del PP y la abstención activa de Podemos, la llamada ley Mordaza digital entre ellos, nos abocan a un marco totalitario. Nos dicen que la sacan adelante para evitar las mentiras o delitos de odio. Pone los pelos de punta semejante argumento teniendo como Jefe de Gabinete y coordinador del Gobierno a un personaje tan oscuro y siniestro como el todopoderoso Iván Redondo.
En su soberbia y necedad, el Gobierno ha prohibido incluso pasear por el monte o ir a los pequeños huertos
Resulta esperpéntico escuchar a la derecha política y social acusar a Podemos de querer implantar una “dictadura bolivariana-comunista” que cercena la libertad, cuando es con una ley aprobada por ellos cuando gobernaban, la llamada Ley Mordaza (no quiero imaginar qué estaría ocurriendo en este país si fueran ellos los que gobernaran, me vienen a la cabeza los montajes contra los anarquistas, el “caso de los titiriteros”, Alsasua o el tema de Catalunya) con la que se está intimidando y recortando las libertades de los ciudadanos, además de ser la norma que permite el matonismo y las arbitrariedades de algunos personajes disfrazados de “agentes del orden”; hay decenas de videos con sus actitudes chulescas, incluso agresiones a ciudadanos, en las redes sociales, videos que pronto serán delitos.
Una vez más, con disputas sobre las formas pero ninguna discrepancia sobre el fondo, nos entretienen y distraen de lo importante. Por eso sigo sosteniendo que Podemos es absolutamente funcional al sistema. Su presencia sirve, por ej., para justificar supuestas, repito lo de supuestas, medidas neokeynesianas. Pero lo que la propaganda esconde es que, una vez más, será el Estado el que acuda a salvaguardar al Capital mediante el desarrollo de políticas tendentes a restaurar el ciclo económico y reiniciar la generacion de plusvalor para la consiguiente acumulación capitalista. El neo keynesianismo que ahora retorna no es para redistribuir entre las más desfavorecidas. Insultan a la inteligencia con ese miserable subsidio, puro asistencialismo, que tratan de vender como la Renta Básica Universal que llevan tiempo reivindicando colectivos sociales, es la conocida táctica gatopardista de la izquierda institucional: apropiarse de las propuestas de los movimientos sociales autónomos, desvirtuarlas totalmente para que todo siga igual. Un nuevo aviso para todos esos que, con su ejemplo, sostienen que se puede colaborar con la izquierda institucional, siempre alérgica a la autonomía y auto organización de la sociedad civil. Por eso no se entiende, racionalmente, el odio que generan los podemitas entre el establishment, les hacen el trabajo sucio de desestabilizar, destruir, convertir en negocio o en redes clientelares todo movimiento social autónomo y autogestionado, algo que, desgraciada e históricamente, siempre han hecho todas las izquierdas institucionales.
La pandemia ha servido para constatar, una vez más, la visión urbanita que nuestros gobernantes tienen del territorio; legislan y dictan normas sin tener en cuenta la abandonada España rural. Para ellos, lo rural no es más que un parque temático, un espacio geográfico para hacer turismo. Piensan que es lo mismo una pequeña aldea, un pueblo, una comarca o una provincia rural de la llamada España vacía que esa pútrida carcoma que es Madrid.
De nuevo se persigue a quienes, hace años, convirtieron su permanencia en esos pueblos, ya sea negándose a irse o volviendo a ellos, en un acto de rebeldía. En su soberbia y necedad, el Gobierno ha prohibido incluso pasear por el monte o ir a los pequeños huertos de autoconsumo a los vecinos de pequeñas y aisladas aldeas y lo hacen cuando ya todos los expertos avisan de que las cadenas de suministro alimentario global están al borde de la ruptura y el colapso.
¿Para qué sirven los bien remunerados dirigentes de Diputaciones, Consejos Comarcales y Ayuntamientos de esos entornos rurales o semirurales, si son incapaces de defender y organizar modos de vida totalmente diferentes a los de las grandes ciudades? Tal vez nos puedan contestar el Presidente de la Diputación Provincial y alcalde de Camponaraya, el de Toreno, que incluso ha emitido un bando recordando la prohibición, o el de Ponferrada, este último tan preocupado de reflejar en sus comparecencias cualquier relajación que puedan cometer los habitantes de las zonas rurales del municipio.
De la gestión de don Olegario, atacado no solo por el Coronavirus sino, de forma cada vez más evidente, por el complejo Churchill, tendremos tiempo más que suficiente de hablar. También lo haremos de la orgullosa ignorancia que transmite sobre los problemas de medio y largo plazo. El señor alcalde parece partir de la certeza de que no podemos, ni debemos, renunciar al paradigma de Crecimiento. Resulta divertido, si no fuera trágico y una falacia en quien habla de estar preocupado por la salud del planeta, oírle hablar de relanzar el turismo. Por otra parte, resaltar la discreción de toda la oposición municipal que se ha comportado con absoluta lealtad y altura de miras en esta crisis, nada que ver con el oportunismo del señor alcalde y alguna de sus socias que la están utilizando para hacer publicidad y autobombo. Eso sí, ponemos a parir a Amancio Ortega cuando avisa a los medios de sus donaciones, ¿verdad doña Lorena?; al menos las de él son reales, las suyas meras propuestas que además pretenden obligar a los demás.
Lo que está ocurriendo me trae a la memoria aquella repetida frase, atribuida al Ministro de Propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, el cual sostenía que “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”; servidor empieza a constatar que hoy esa técnica político-publicitaria ha sido mejorada por esas hordas de asesores en comunicación que rodean a los políticos y la han trasformado en que miles de mentiras dichas al mismo tiempo consiguen que ni la verdad lo parezca.