[PÍLDORAS CONFINADAS] Junio encerrado y julio sin templarios
Esa gente embozada que hace cola a la puerta del banco no aguarda turno para atracarlo, más bien al contrario. De hecho, ya casi no quedan delincuentes en las calles (en los despachos es otra cosa), aunque el otro día fue Detenido un ‘camello’ que se vestía con ropa de trabajo para burlar la cuarentena. Hemos de reconocer que al menos el tipo se lo había currado. Lo que se dice un emprendedor berciano.
¿Tendremos fiestas de la Encina este año? Pues probablemente no. De momento, nos cuentan que El ayuntamiento de Ponferrada deja correr sine die la Noche Templaria. Lo que no explicó la concejala del ramo es que debido a las obras del Castillo Viejo (o tomándolas como excusa) el tripartito se disponía a sacar la cena de la fortaleza para preparar un nuevo emplazamiento junto al río, denominado espacio templario, donde se serviría el ágape. Pero tendremos que esperar al año que viene para saber si se trataba de una improvisación o de un proyecto de futuro.
Nos asiste todo el derecho del mundo a criticar la caótica gestión del Gobierno
La Xunta pide al Gobierno central que se puedan abrir los concesionarios y los mercados de alimentos al aire libre y hacer deporte, una sugerencia más que razonable. En cambio, un triste (el gremio de los expertos está plagado de tristes) llamado Oriol Mitjà dice que en junio seguiremos confinados. Huelga recordar que a nadie le obligan a salir si no quiere. El que no se sienta seguro, que se quede en casa. Pero la reclusión de todos durante meses sigue suscitando dudas por su estrangulamiento de las libertades individuales usando para ello un mecanismo acaso indebido, como nos advierte El jurista indolente y (este) estado de alarma
Nos quieren amables y serviles, sostiene un sublime Gregorio Morán. Quitémonos las anteojeras ideológicas y veremos que la gestión de la crisis sanitaria está siendo caótica. Lo cual no quiere decir que los otros lo habrían hecho mejor. Pero los que gobiernan son estos y nos asiste todo el derecho del mundo a cuestionar su errática actuación. Como escribió Rosa Luxemburgo en una sonada polémica con Lenin y trae a colación oportunamente el articulista: «La libertad es el derecho a expresarse de quienes piensan lo contrario que nosotros».