[TRIBUNA] Día internacional de la salud y la seguridad en el trabajo
UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES (UGT) | Con motivo del 28 de abril, Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, querríamos destacar que la pandemia ha evidenciado la asociación indisoluble de la salud laboral y la salud pública, y la debilidad de la prevención de riesgos laborales en España.
Consideramos que tras el Covid-19 la salud y la seguridad de las personas trabajadoras debe convertirse en un eje central en las relaciones laborales y en las políticas económicas. Por eso, el recuerdo de este 28 de abril es para esas víctimas, para sus familiares y amigos y compañeros y compañeras de trabajo, pero también para las personas trabajadoras, que aún a riesgo de su salud, han dado la batalla a esta enfermedad en primera línea. Son los trabajadores y trabajadoras de los servicios esenciales los que han demostrado la importancia de la clase trabajadora para garantizar el funcionamiento de nuestra sociedad.
Han quedado en evidencia las políticas que pretenden priorizar los beneficios empresariales sobre otros derechos prioritarios como son la salud y el trabajo. Así, las políticas de austeridad impuestas para abordar la crisis de 2008 arrasaron los derechos sociales y laborales, se redujeron las inversiones en prevención de riesgos laborales en las empresas y de financiación de políticas públicas activas en materia preventiva.
La consecuencia fue clara: peores condiciones de trabajo, mayor precariedad laboral, y un repunte, en la última década de los accidentes de trabajo, y de las enfermedades profesionales, aunque sigue existiendo una infradeclaración de las mismas. La prevención es un derecho, no un negocio.
Desde la aprobación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, hace 25 años, se ha desvirtuado la prevención y, en muchos casos, se ha contemplado como un negocio, y no como un derecho, al externalizarse su gestión. Además, se han evidenciado también los vacíos institucionales y la escasa actuación pública para regular mínimamente “el mercado de la prevención” y acabar con su mercantilización.
Desde UGT consideramos que para lograr la plena integración de la salud laboral en la salud pública es precisa una mayor coordinación entre los departamentos de sanidad y de trabajo tanto en la Administración General del Estado, como en las CCAA. Sin embargo; en lugar de reforzar las instituciones que deberían liderar ese proceso, se han reducido plantillas.
Además de la escasez de inspectores de trabajo, España tienen una de las rátios más baja de Europa. Y esto ha dificultado sobremanera la atención a las denuncias que personas trabajadoras y sindicatos hemos presentado. A esto se añade otro obstáculo: el criterio seguido por el Organismo Estatal de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, que ha renunciado a paralizar actividades por riesgo grave e inminente de contagio ante el coronavirus o proponer sanciones en una mayoría de situaciones.
Pese a todas estas barreras, seguiremos trabajando para afrontar esta crisis sanitaria y continuaremos denunciando donde sea preciso. Y exigiendo el cumplimiento de la normativa en materia de prevención de riesgos laborales. Y defenderemos y pondremos en valor la acción de los miles de delegados y delegadas de prevención y los comités de seguridad y salud.
Por último, señalamos que tras el Covid-19 la salud y la seguridad de las personas trabajadoras debe convertirse en un eje central en las relaciones laborales y en las políticas económicas. No se puede consentir que el sistema económico se contraponga a lo importante, que es, la salud y la vida de las personas trabajadoras.
Pero el del 2020 no puede ser un 28 de abril como el de otros años. Nos enfrentamos a una crisis mundial de salud pública como no se recordaba desde hace algo más un siglo. En España ya ha supuesto el contagio de centenares de miles de personas, ha tensionado los sistemas sanitarios más allá de sus límites, ha paralizado gran parte de la actividad económica del país y, lo que es más grave y doloroso, se ha llevado decenas de miles de vidas. Este año nuestro recuerdo debe ser para esas víctimas, pero también para todas aquellas personas que desde sus puestos de trabajo se han convertido en el principal baluarte de defensa frente a la enfermedad, poniendo en riesgo su salud y, en demasiadas ocasiones, sus propias vidas. Personas de clase trabajadora que hoy se demuestra que son la clave para garantizar los aspectos más básicos de nuestra sociedad.