Mausoleo
Para más adelante
(tal vez un año o dos,
plazo cumplido)
la familia ha dispuesto grandes gastos.
Quieren, privadamente,
alzar en su memoria un mausoleo
y así lavar la afrenta
de un sepulcro sin lápida ni honores.
¿Alguien puede impedirles
que malgasten su oro como quieran?
Sin embargo, hasta entonces
(llegue o no llegue el día),
harán bien vigilando
los candiles de aceite,
la estufa de respeto,
el rescoldo del horno
y hasta al pequeño esclavo
que calienta la cama.
¿Quién no ha oído de labios
de la gente sencilla
que castigan el lujo los incendios?
— Juan Carlos Suñén
Magaz de Abajo