A la victoria (III)
Deja de repetirme
que Nicias, el divino,
o Regio, aceptarían
y escúchame: tu encargo
no es ninguna bicoca.
Si supieran pintarte,
tal y como deseas,
Nicias o Regio, admítelo,
no estarías aquí
en taberna tan pobre
ofreciéndome techo
y cama en un palacio
a cambio de que deje
sobre el tiempo tu huella.
— Juan Carlos Suñén
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