[LA OVEJA NEGRA] Miedo versus libertad
GERMÁN VALCÁRCEL | Discrepo de quienes sostienen que, como consecuencia de la pandemia, tengamos la mas mínima intención de cambiar el rumbo. No veo el menor síntoma de que algo así esté en camino, al contrario, seguiremos transitando por los senderos del crecimiento desbocado, ya sea pintado de verde reformista o del negro de los humos fosilistas.
La pandemia, también, nos muestra las trampas que nos estamos haciendo al seguir pensando que se puede negociar con el Estado, sus instituciones y sus representantes de manera favorable para las personas. Es una pérdida de tiempo, una ingenuidad creer que se puede llegar a acuerdos con quienes durante el estado de alarma (todavía les queda el de excepción y el de guerra) nos han convertido a todos en sospechosos, mientras nuestras rebeldías, nuestras protestas, nuestras reivindicaciones, son suplantadas por la disputa entre unos y otros en su lucha por el Poder.
Los beneficiarios de la lucrativa industria de la representación política nos exigen obediencia y sometimiento bajo la mentira de cuidar de nosotros, de liberarnos. Pero la realidad es que nosotros ponemos el dolor, la miseria y los muertos, mientras ellos dirigen o simulan dirigir. El Estado funciona de espaldas a la gente que dice proteger. Mientras nos dicen que se prioriza la salud, no hay capacidad para atender a los enfermos, ni para prevenir un posible rebrote, ni intención de cambiar las políticas sanitarias.
Sin ir más lejos, en el Bierzo, en la Comunidad Autónoma de la que formamos parte, no se ha pasado, nos dicen, a la “1ª fase de la desescalada”, por carecer de las camas necesarias para atender las mínimas necesidades de salud de los bercianos. Si la Sanidad pública tuviera un mínimo de calidad no sería necesario continuar con el confinamiento. En el momento de escribir esta columna son once las personas ingresadas en el Hospital Comarcal, cuatro de ellas en la UCI y seiscientas setenta y nueve casos activos detectados en atención primaria.
El gobierno de coalición, con Podemos ejerciendo de realquilado en el caserón del Poder, combate la pandemia descargando la angustia y los costos en la población mas precaria, cuyas condiciones habitacionales y laborales hacen, en muchos casos, insufrible la cuarentena y el parón económico, por mucho asistencialismo que, como placebo, nos apliquen.
El confinamiento es lo que más desean, nos aíslan, nos tratan como a delincuentes, suspenden derechos y nos obligan a interiorizar la sumisión y el control. En algunos rincones semiclandestinos de la inteligencia humillada y ofendida se empiezan a preguntar: ¿Y la libertad dónde queda? La libertad está disfrazada de cadáver embalsamado o víctima de un ataque de estatua recién salida de la peluquería. De paso se confirma aquello que sostenía Bertolt Brecht: “No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado”, cambien burgués por clase mediano.
Los beneficiarios de la lucrativa industria de la representación política nos exigen obediencia y sometimiento bajo la mentira de cuidarnos
El gobierno PSOE-Podemos está fomentando el miedo de esa clase media progre que, pilar del régimen y del Estado, bien viven de las migajas que caen de las mesas de los poderosos. Es un miedo defensivo que se transforma en demanda de poder y protección, de mas represión como forma de salvación ante un enemigo invisible, imaginario.
Irrita o entristece, según los barrios temperamentales, comprobar el papel de los podemitas que, aupados sobre los tacones postizos de su nueva condición de miembros del Gobierno de la nación, sacan pecho sembrando la inquietud al reducir nuestra estatura ciudadana al tamaño de Pulgarcito. El gobierno “progre” ha logrado lo que jamás lograría la derecha, gentes que se dicen de izquierda, transformados en nuevos hoobesianos adoradores del leviatán con porra, alabando las medidas de confinamiento masivo e indiferenciado y el distanciamiento social, se autoexcluyen sin resistencia, defienden pasaportes inmunológicos y aplauden las decisiones de nuestros carceleros, y lo hacen agradeciendo la amabilidad y benevolencia con que nos protegen, eso sí, al precio de suprimir todo lo que nos hace humanos: la sociabilidad y el libre albedrío. Ahora solo falta que difundan que el Covid 19 se trasmite por vía sexual, para que el miedo y la auto represión entre en el reducto donde todavía no llega el Gran Hermano. ¿Asaltar los cielos era esto? ¿Era esto derogar la llamada Ley Mordaza?
Una vez adoctrinados, el próximo confinamiento, los sucesivos ejercicios de auto represión y liquidación del vínculo social los haremos mucho mejor, ya no volveremos a manifestarnos ni a favor ni en contra de nada. ¿Queréis sanidad pública, protestar contra los recortes?, ya tenéis Change.org., porque recordad que ahora dos es un motín y cuatro sedición. Lo pudieron comprobar la escasa decena de personas que ayer sábado, a las 20.30, paseaban por la plaza del Ayuntamiento de Ponferrada que, guardando, eso sí, distancia física, pero no distanciamiento social, fueron identificados por las dotaciones de tres automóviles de la Policía Nacional como sospechosos de no se sabe qué delito, tal vez de ser parte de la auto convocada manifestación de “Stop Confinamiento Bierzo” contra la doctrina del “shock covico”, contra el miedo y la basura que nos están metiendo en el cerebro que allanan el camino a ese tecno totalitarismo que va camino de segregar a la población en infectados y no infectados, y que terminará dividiéndonos en peligrosos y no peligrosos, generando las bases para una futura sociedad eco fascista.
La pandemia también nos aclara que las sociedades occidentales no están dispuestos a escuchar el mensaje decrecentista, a pesar de que, de la noche a la mañana, la vida cotidiana de la mayoría de sus habitantes ha saltado por los aires, poniendo de manifiesto, además, la fragilidad de nuestro metabolismo social. A pesar de ello nuestros vecinos no quiere oír ni hablar de ideas que cuestionen su fe religiosa en el crecimiento, en el progreso, la ciencia y la tecnología; sus esperanzas en un futuro cómodo, por supuesto repleto de terrazas que ocupen todos los espacios públicos donde tomar frescas cervezas que nos hagan más llevaderos las temperaturas saharianas que nos trae el cambio climático.
Como ha pasado tantas veces en la historia de la humanidad tan solo el paso de los años y los graves problemas a las que nos vamos a enfrentar, como consecuencia de nuestra ceguera, acabará dando la razón a los que llevan años avisando de que el sistema ha llegado al punto de no retorno y del distopico futuro que nos espera si no cambiamos modelo social. Pero ya nos decía Voltaire que “es peligroso tener razón cuando el Gobierno está equivocado”.