La imposible renovación de la ejecutiva comarcal del PSOE
El encadenamiento de elecciones y la crisis sanitaria han impedido convocar la asamblea para reelegir o relevar a Gerardo Álvarez Courel.
El 10 de marzo de 2013 fue un día complicado para el PSOE. Samuel Folgueral entró en el congreso comarcal aclamado como flamante alcalde de Ponferrada –elegido dos días antes gracias a una moción de censura– para dirigirse a los 47 delegados como anfitrión de la cita y salió de la sede de UGT desautorizado por el entonces secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, que le había emplazado a elegir entre la militancia en el partido o la alcaldía.
En ese ambiente enrarecido de una jornada tormentosa, Gerardo Álvarez Courel fue elegido secretario general de los socialistas bercianos con 31 votos a favor y 16 abstenciones, después de que no cuajara el intento de oponerle una candidatura alternativa. Siete años y dos meses más tarde continúa en el cargo, lo que constituye una anomalía en la cultura y la práctica política del PSOE, cuyos estatutos establecen la renovación de las ejecutivas en congresos ordinarios a celebrar entre el tercer y el cuarto año desde el cónclave anterior.
La sucesión de procesos electorales –legislativas en 2016 y dos veces en 2019, municipales hace ahora un año– ha sido el motivo esgrimido reiteradamente por la dirección del PSOE para aplazar la asamblea comarcal. La última vez que el secretario provincial, Javier Alfonso Cendón, se refirió a la renovación de la ejecutiva berciana fue en noviembre del año pasado para anunciar que se abordará «de inmediato». Pero la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha terminado por dar al traste con sus intenciones y para cuando comience a remitir el verano estará encima.
El verdadero poder orgánico ya está en otras manos
Álvarez Courel ya había anunciado su intención de optar a la reelección al frente de un órgano que no pocos socialistas consideran superfluo, vacío de contenido y carente de competencias reales más allá de proponer candidato a la presidencia del Consejo Comarcal. Prácticamente sin vida interna, alguno de sus 15 miembros ya abandonaron hace tiempo el barco –es el caso de Susana Álvarez, elegida vicesecretaria en 2013 para contentar al sector de Folgueral– y otros acaso ni recuerden que siguen perteneciendo a la ejecutiva.
De hecho, todos miran al presidente de la Diputación y alcalde de Camponaraya, Eduardo Morán, como referente del poder orgánico en la comarca, aunque sin olvidar el peso de Ponferrada, la agrupación más importante por número de afiliados. Por eso, y con el reparto de puestos institucionales asegurado hasta 2023, no parece que ni Morán y sus aliados (mayoría entre las agrupaciones bercianas) ni Olegario Ramón, secretario general en la capital berciana, vayan a cuestionar la continuidad de Courel.
La pregunta sigue siendo cuándo y por qué procedimiento se elegirá la nueva dirección comarcal: si habrá primarias, si se nombrarán delegados para celebrar un congreso al uso o si, vista la caída de afiliados en los últimos años, se optará por una asamblea abierta a toda la militancia berciana. Hay otras opciones: seguir manteniendo sine die la ficción de un órgano comarcal políticamente irrelevante en la práctica o, la más arriesgada, darle carpetazo al experimento como ya ocurriera en el pasado aunque eso entre en contradicción con el discurso comarcalista del PSOE.