[LA OVEJA NEGRA] La nueva normalidad es la vieja
GERMÁN VALCÁRCEL | La muerte de Julio Anguita y las cínicas reacciones habidas tanto en la derecha como entre la progresía y el social pancismo pesoista que lo difamó sin ningún pudor ni tregua, muestran con toda crudeza que vivimos tiempos de cinismo amargo y suciedad moral.
Anguita fue un personaje inusual, una excepción, tanto en la política española como en su propio partido. Tenía lo que hoy falta en la política institucional y social española: valores éticos, morales, ideológicos y sociales, brillantez, inteligencia y honestidad y defendía con fuerza tres conceptos que deberían ser indisociables para todo aquel que se autocalifique de izquierdas: la democracia, la libertad y la justicia social.
Por todo ello, servidor le tenía por una de esas escasas personas, dedicadas a la política, dignas de respeto, aunque discrepe profundamente con muchos de sus planteamientos. Hoy este miserable país es más pobre. No andamos sobrados de personas luchadoras que planten cara a la reaccionaria derecha española y denuncien, sin miedo, la connivencia con ella de sus cómplices y colaboradores necesarios, la socialdemocracia hispana.
Especialmente oportuno para este tiempo de decadencia y servilismo voluntario como el que atravesamos, el mejor homenaje que podemos hacer a un tipo como Anguita que deja un legado de lucha por la libertad y dignidad humana, contra los miserables que nos intoxican, nos encierran, nos controlan y nos explotan, es no olvidar lo que defendía y sostenía con vehemencia, por eso hoy quiero recordar una breve frase en la que sintetizó el terrible daño causado a la sociedad española por esa pandilla de trepas y felones políticos que han colonizado y se han apropiado de la etiqueta de “izquierda”, haciendo de la política una industria con la se enriquecen: “La progresía es, ni más ni menos, que el sumidero por donde se han ido las ideas de la izquierda”.
El destino nos brinda bromas macabras que son como avisos, advertencias, de las que nos reímos, con una risa nerviosa que quiere desterrar el miedo. Pero el miedo no se va porque los dinosaurios, como los inquisidores y los vertederos están ahí, siempre han estado ahí, porque nunca los hemos conjurado ni hemos apostado por la memoria, que es la vacuna contra los fantasmas.
La España totalitaria y profundamente clasista, la España que tan bien retrató en “Los Santos Inocentes” Miguel Delibes, sigue ahí, a veces dormida y ahora, de nuevo, despierta, muy despierta, envalentonada, arrogante, con ganas de liarse a hostias con los que cree débiles, culpables, desheredados, rojos o “bolivarianos”.
A estas alturas con la desestabilización climática, la destrucción de los ecosistemas, el derribo del estado social, la precarización del trabajo, el desempleo masivo, el nihilismo y la insolidaridad generalizados campando a sus anchas, me importa un pimiento que se afirme que hay miles de buenos políticos desvelándose por los ciudadanos; lo que me importa son los resultados catastróficos.
Esos que se dicen nuestros representates nos arrebatan la interpretación de nuestras vidas, trazan nuestro destino, determinan qué es vivir, nos dictan cómo vivir. Hasta los supuestos gurús económicos reformistas o los “revolucionarios verdes” de última hora, esos que no citan ni una sola vez el capitalismo como problema fundamental, están previstos por este sistema diabólico. Mucha perorata y ninguna alternativa habitable, solo pretenden el control social con el fin de perpetuar unos privilegios de casta.
En la Comarca Circular un político recién llegado al poder se está erigiendo en digno representante de ese progresismo que aborrecía Anguita, el actual alcalde ponferradino que, utilizando de forma goebbeliana el Covid 19, se ha especializado en hablar eufemísticamente de la realidad que nos circunda, entregándose al uso y abuso de los medios de comunicación y las redes sociales (no en vano ha contratado una especialista en el tema), donde todo lo banaliza para alentar, en estos momentos, las falsas aspiraciones clasemedianas que neutralizan el conflicto social y mecen el sueño de precarios y excluidos.
Estos Presupuestos Municipales, inviables e insolidarios, están repletos de trampantojos y contabilidad creativa
En algún pliegue de la memoria se me han quedado grabadas las actitudes del que fuera alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, después de conseguir la mayoría absoluta y, estos días, las del actual, Olegario Ramón, se superponen a aquellas, a medida que se siente afirmado en su cargo, y los apologetas y medios de comunicación paramunicipales (conveniente y recientemente engrasados) hablan de él como si fuese el mismísimo Churchill, pero en berciano, es decir, un salvador capaz de llevar a Ponferrada, al Bierzo entero, a las más altas cimas de desarrollo.
De la egolatría que padece el caballero ya había dejado muestras, desde aquellos no tan lejanos tiempos en que se autodefinía, hablando de si mismo en tercera persona, como “aspirante a político”, pero después de haber iniciado el triunfal viaje alrededor sí mismo, como consecuencia de su llegada a la Alcaldía, la airea, trufada de autoritarismo, con aires de estadista de aldea y de gallito de pelea cuando considera que se le lleva la contraria.
Su reacción ante la alegación presentada por la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CC.OO a los Presupuestos Municipales no hace más que confirmar otra presunción y es la creciente e incontrolada soberbia del Señor Alcalde, por lo visto propenso a la irritación y a descalificar a cuantos no piensan como él (algunos portavoces de la oposición, incluso algún ciudadano asistente a los plenos, han probado, también, sus modos autoritarios), pero conviene recordarle que para que haya democracia debe haber gente que ejerza sus derechos, incluso aunque sea de forma equivocada.
Porque todo sea dicho, esos Presupuestos Municipales son, en este momento, aparte de insolidarios, inviables, estamos en otro momento que nada tiene que ver con el de hace dos meses y medio cuando se aprobaron provisionalmente. Pero a don Olegario parece darle lo mismo, él solo pretende obtener un instrumento a su medida, aunque luego tenga que hacer todo tipo de subterfugios.
Esos presupuestos me han recordado a los de López Riesco (de ahí la asociación de ideas anterior), tal vez porque han sido elaborados por los mismos que se los elaboraban a él, están repletos de trampantojos y contabilidad creativa, algo que ejecutan muy bien tantos los neoliberales como los neokeynesianos.
Solo un ejemplo, por lo grosero más que nada. Si pueden encontrar esos Presupuestos (desaparecieron de la web municipal el jueves pasado), busquen en los de Pongesur -esa empresa que iban a disolver, sin ningún coste para las arcas municipales- la provisión de pérdidas y ganancias ejercicio 2020 y se encontrarán, en el apartado 1, la venta de la parcela S3 del PGOU por un importe de 2.193.478 euros, nada realmente llamativo si no fuera porque si comparamos esa misma cuenta con los presupuestos de 2016 de la misma empresa -de la que es Presidente el señor Alcalde, y en cuyo Consejo de Administración no hay ningún miembro de la oposición ni de los otros partidos del tripartito- también iba a la venta idéntica parcela por un importe de 1.378,400. Soy, creo, consciente de cuales son los motivos, pero no soy yo quien debe explicar esos artificios contables, sino quienes dijeron que la trasparencia y la lealtad con los ciudadanos iba a ser su bandera; sin embargo vuelven a utilizar el mismo oscurantismo con el que disolvieron la Fundación de Deportes, seguramente buscando efectos similares. Ellos que iban a ser los adalides de la trasparencia. Por eso a servidor, sin conocer el fondo de la alegación de CC.OO, no le extraña que hayan descubierto alguna irregularidad a última hora en otra empresa que también “municipalizan”.
La credibilidad de sir Olegario Churchill empezó hace tiempo a hacer aguas, sobre todo después de haber sido uno de los más activos promotores e instigadores (le venía bien para desembarazarse de su entonces enemigo político y posible contrincante en la carrera hacia la Alcaldía) de la Comisión de Investigación del Mundial de Ciclismo, renunció desde su responsabilidad como Alcalde a llevar a más altas instancias judiciales las irregularidades, constatadas, en ese procedimiento judicial hoy archivado; el problema es que de hacerlo, ahora como Alcalde, tal vez temía que se imputase a algún otro responsable.
Entre esos Presupuestos Municipales están las escamas de alguno de aquellos peces negros que hace casi veinte años encontró Juanjo Millás cuando visitó el Consistorio ponferradino. La mediocre casta local: políticos, empresarios, funcionarios, judicatura, Universidad, medios de comunicación se protegen entre ellos; entre ellos sí hay “lealtad”, con los de abajo, con los que dicen representar no esperen ninguna.
Nos lo dijo Maquiavelo: La verdad y la política están reñidas. La experiencia me ha confirmado que cuando alguien pisa las moquetas del poder se transforma o saca a la luz lo que realmente esconde. Siempre ocurre lo mismo, si no vives como piensas terminas pensando como vives.