[OBITUARIO] Horacio Guerra, cacabelense universal
CARLOS DE FRANCISCO | En Cacabelos Horacio sólo había uno (cuanto me cuesta a estas horas de la tarde usar el verbo en pasado). Nombrar a Horacio –si acaso añadir Guerra- es/era evocar a un personaje casi indefinible; adjetivarlo como universal sirve para acercarnos a lo que de verdad ha sido: actor, productor, osado emprendedor de éxitos y osado emprendedor de fracasos, manager, viajero por todo el mundo, aventurero…
En varias ocasiones traté de acercar su historia y personalidad publicando en este blog retazos de su vida (también lo hizo Antonio Esteban) sin quedar nunca satisfecho por lo mucho que se quedaba en el tintero de la vida del personaje.
Hace cuatro décadas publicó un libro con biografías de personajes históricos buenos y malos con escaso éxito editorial. “Escribe tu vida”, le animaba yo, “la que de verdad nos interesa es la tuya, esas otras ya están en otros libros”. En cantidad de ocasiones le invité a que fuese escribiendo notas recordando historias y anécdotas de su pasado para posteriormente convertirlas en una autobiografía. Prometía siempre que sí lo haría, pero no cumplía la promesa.
Podría asegurar que cada cacabelense que tuvo alguna relación con Horario, enumeraría una o varias historias con él de protagonista. Y no digamos aquellos del mundo del espectáculo, de la política y del deporte que comenzaron a conocerlo en Madrid a partir de los primeros años sesenta del siglo pasado.
Comenzaba la leyenda. Una leyenda que aún tenía sus ecos en la actualidad: un tiempo atrás pude ejercer de intermediario entre Horacio y el director del museo de Nino Bravo, interesado en contactar con el cacabelense pues éste había trabajado en varias giras con el cantante valenciano. Y apenas dos meses atrás -durante el confinamiento- fue otro valenciano, esta vez un famoso periodista, el que se ponía en contacto conmigo porque tenía mucho interés en entrevistarlo.
Nos quedó sin realizar el último proyecto: unas fotografías en la estación de Toral de los Vados que yo quería hacerle acompañado de su maleta, una maleta de viajero empedernido con pegatinas de hoteles de medio mundo