[LA PIMPINELA ESCARLATA] Elegí un mal día para volver a ver plenos
EDUARDO FERNÁNDEZ | Un pleno municipal tiene interesantes e inevitables dosis de teatralización. Al fin y al cabo, la política tiene un germen de escenificación que muchas veces termina por hacer olvidar que detrás de todo debería haber algún espíritu de servicio y al menos, un par de ideas sólidas (en Ponferrada basta una). También les reconozco que hay presidentes de gobierno que han transitado -tal vez convenga más el tiempo verbal en presente- por Moncloa con mucho menos de eso. Y de Moncloa a las casas consistoriales bercianas, pongan ustedes lo que quieran.
El problema en el Ayuntamiento de Ponferrada no es tanto hacer teatro como qué teatro hacer. Yo he visto -y vivido- plenos en Ponferrada tirando a astracanada digna de Muñoz Seca. Que aquí Los extremeños se tocan no tiene duda cuando vota la oposición. Con la tasa de la basura en el Grupo Popular pusieron cara de La venganza de Don Mendo; no me digan que no veían venir la comparanza entre la forma de calcular los tributos municipales y lo de las siete y media: el equipo económico del gobierno local también calculaba cien veces mil, y de las mil veía febril que o te pasas o no llegas, y el no llegar da dolor, pues indica que no recaudas y eres del otro deudor, mas, ay de ti si te pasas, si te pasas es peor, te cae el contribuyente en la urna como un halcón. Quince veces se pasaron en la concejalía de Hacienda con la dichosa tasa y una vez que se plantaron hasta ahí en el pleno llegaron. Hemos visto sainetes de los que hubieran aprendido hasta Arniches y los Álvarez Quintero; aquí ha habido costumbrismo ramplón con la cosa del localismo que todo lo arregla sólo cambiando rayas en los mapas. Y no me negarán que ha habido dramas con concejales vagando cual Hamlet con calavera en busca del fantasma de la alcaldía no alcanzada. Me perdí Los pechos privilegiados, que no va de acosos, sino de lealtades y honores -en este Ayuntamiento se han criado a los pechos de unos las traiciones de otros- y El mejor alcalde, yo, que han pensado íntimamente muchos por llevarle la contraria a Lope. Aquí se hace mejor que Esquilo tragedia como Las suplicantes, que ha habido buenos ejemplos entre cierto empresariado. Recuerdo haberme ido en plenas lágrimas fáciles de melodrama y visto más tensión interior que en Bernarda Alba.
Conozco socarrón que sostiene que hay dos pruebas que deben evitarse en España para no enzarzarse en líos posteriores: test de alcohol y drogas a los políticos y test de neutralidad a los árbitros que pitan al Madrid. Lo segundo lo suscribo, de lo primero siempre me quedaban dudas cuando veía a los perros policía revisar entre los escaños del hemiciclo del Congreso si habían traído los de detección de explosivos o de estupefacientes. Aquí no es ni necesario, la gente es de distinta adicción y se pone ciega con otras cosas menos químicas; si la parcialidad y el sectarismo fuesen alucinógenos, alguno llevaría décadas sin conocer la realidad. Escribo esto cuando para Compostilla y quien ha sufrido escrache con megáfono por la cuantía de las ayudas mineras no puede dejar de añorar en una hora crítica como es esta para el futuro del Bierzo una sociedad menos aletargada cuando gobiernan los suyos y más reivindicativa cuando gobierna el que sea, pero en fin, al final Endesa fue invento del franquismo -con el mismo Franco de inauguración en el verano de 1949- y estaba llamada a sucumbir aquí.
Vuelvo al esperpento, que no es género teatral, pero también se practica en el salón municipal. Hacia el final del pleno encontré ecos de “vine a desembuchar y desembucho”, un punto delirante, con más reproches que La malquerida y un giro sorprendente desde el “yo quedé y ustedes quedaron y todos quedamos pero voto lo que quiero”, hacia una versión berciana del Ionesco del teatro del absurdo más depurado. Sostengo siempre que la política berciana nunca defrauda como espectáculo. Me lo reconocerán, si hasta salió a relucir una Jácara de la trena por exconcejal galeote que hubiera emocionado a Quevedo.
Como el personaje de Aterriza como puedas que se pasa la película lamentando que eligió un mal día para dejar de fumar, de beber, de tomar tranquilizantes y de esnifar pegamento, yo elegí un mal día para volver a seguir los plenos municipales de Ponferrada.