[PÍLDORAS de VERANO] Gatos y palomas libres multados por las élites
La libertad individual y el pensamiento crítico se baten en retirada ante el auge imparable de toda suerte de dictadorzuelos (políticos, sanitarios, religiosos, tecnológicos, mediáticos…) de tres al cuarto. Ahora toca la histeria de los bozales, y así Vergés quiere hacer obligatorio el uso de mascarillas en espacios exteriores en Catalunya. Dentro de poco el mundo será un lugar irrespirable, y no por el humo del tabaco precisamente. Con la disculpa que vale para todo ya nos previenen: ¿Traerá el coronavirus la prohibición de fumar en terrazas?
Claro que peor lo tienen las palomas y los gatos callejeros. Sepan que El Ayuntamiento de Ponferrada sancionará a quienes alimenten a gatos y palomas. ¿Qué pensará la reflexiva gata Sira de semejante medida? En esta nueva (a)normalidad cuasi carcelaria el caso es multar por todo. Se lo dice Leonor Watling a María Pujalte en la película A mi madre le gustan las mujeres cuando le comunica que se ha separado de su marido: “No sé cómo pudiste estar tanto tiempo con él, es un facha”. “Si votaba socialista”, replica su hermana en la ficción. “Pues eso”, zanja el personaje interpretado por Watling.
En esta nueva (a)normalidad cuasi carcelaria el caso es multar por todo
Llegados a este punto, más que de La ‘desaparición’ de los partidos políticos quizá deberíamos hablar de su secuestro por unos aparatos (o aparatitos) mayoritariamente conformados por las élites funcionariales. Alguna vez se han preguntado, por ejemplo, cuántos obreros hay entre los concejales del PSOE ponferradino. ¿Uno y medio? Claro que, según algunos, resulta que El sujeto político revolucionario es una niña trans. Eso sí, lo que no vamos a discutir es que «el mayor problema de la izquierda contemporánea en España es utilizar debates teóricos como excusa para dirimir disputas de poder».
Al hilo de la polémica suscitada por las críticas de Echenique a Vicente Vallés hay quien se pregunta ¿Por qué Podemos ataca ahora a la prensa? Acaso la pregunta debería ser si los políticos tienen derecho a criticar a las medios que, a su vez, los critican a ellos. Y la respuesta tan solo puede ser que sí, aunque evidentemente ese no sea precisamente su cometido. Ya puestos, nos llama la atención lo de Leonoticias premia a los medios de comunicación por su papel en la pandemia. Es para estar orgullosos del (por otra parte bien pagado) papelón de la prensa en todo este circo, sí señor.