[LA OVEJA NEGRA] Viento de poniente
GERMÁN VALCÁRCEL | Vivimos rodeados por una niebla de comentarios y de comentarios sobre los comentarios, de críticas y de críticas de críticas, de revelaciones que no desencadenan nada, y esta niebla nos impide cualquier toma de conciencia sobre la situación real del mundo que nos rodea.
Ya no hay nada que criticar a la castuza política, funcionarial y empresarial que parasita, esquilma y sodomiza las instituciones comarcales. Lo peor que se pueda decir sobre ellos, ellos mismos ya lo han absorbido, incorporado. Lo encarnan. Portan como un collar todos los reproches que hayamos pensado que es posible hacerles. Es su propia caricatura, y están orgullosos de ello.
Un buen ejemplo nos lo dio el tripartito en el último pleno municipal, donde colaron una moción, cuando habían sostenido que desde el gobierno municipal no se podían poner mociones. Ese fue el argumento que dio doña Lorena González, portavoz de Podemos, a los colectivos ecologistas en septiembre pasado para no hacer la declaración de emergencia climática en Ponferrada. Mintió entonces, y por lo que se ve miente ahora.
La portavoz de Podemos, más temprano que tarde, pagará no ser capaz de marcar perfil político propio dentro de un gobierno de coalición, y dejarse arrastrar por un alcalde que esconde su autoritarismo tras el reglamento y tan pronto defiende una cosa como la contraria.
Por otra parte, es bien sabido que el PSOE es un especialista en devorar a sus socios de gobierno. Allá ella, no sé si a lo largo del año que lleva formando parte del equipo de gobierno habrá aprendido que confundir poder con gobierno es algo muy común entre los oportunistas y demagogos. Estoy convencido que algún funcionario, del área que supuestamente dirige, se lo debe estar explicando y recordando, casi diariamente.
El máximo responsable municipal, Don Olegario “Churchill” está dejando claro, en menos de un año, la gran mentira, y el gran desastre de la política: colocar la política de un lado y del otro la vida, de un lado lo que se dice pero no es real y del otro lo que es vivido, pero ya no puede decirse. El resultado es que el supuesto gobierno de progreso se ha disuelto como fuerza social, cultural y política, al haber sido incapaz de proponer políticas alternativas o de resistencia. Ni siquiera en el interior de su partido es capaz de movilizar; la casi absoluta soledad de los cargos políticos (los profesionales) en la asamblea del PSOE ponferradino debería hacerle reflexionar.
Por otra parte, don Olegario está demostrando que para él la confusión tiene un valor estratégico. Pero que no olvide que, también, tiene el sabor de las cenizas de la derrota, aunque la batalla no haya ocurrido aún, y probablemente no ocurrirá. No le demos más vueltas, en estas argucias de rábula ha quedado la famosa “nortada” de hace un año, en un espeso y cada vez más desagradable viento de Poniente.
Vivimos en un mundo que se ha establecido más allá de cualquier justificación. Aquí, la crítica ya no puede nada. No arroja ningún efecto práctico. Permanecer en la denuncia de las discriminaciones, de las opresiones, de las injusticias, y esperar recoger los frutos, es equivocarse de época. Seguir creyendo que todavía puede sublevarse algo accionando la palanca de la mala conciencia es equivocarse, cometer una enorme torpeza. Rascarse las costras en público y hacer escuchar los lamentos creyendo suscitar simpatías, ya no suscitará más que el desprecio y el deseo de destruir a los críticos. ¿Cree alguno de los improbables lectores que los “representantes” municipales, y los clasemedianos que los sustentan, no sabe que esto se va a la mierda? Claro que lo saben -aunque lo niegan- como saben que la intensidad de los conflictos que se avecinan se va a elevar de tal manera que una reconciliación honesta no será posible. Por eso se preparan para ello. Por eso buscan más represión, ya lo sostenía Bertolt Brecht hace casi un siglo: No hay nada más parecido a un fascista que un burgués (sustitúyanlo por clasemediano) asustado.
Confundir poder con gobierno es algo muy común entre los oportunistas y demagogos
Un buen ejemplo lo dio en el último pleno la portavoz de Cs cuando leyó y defendió una moción pidiendo un cambio legislativo que endurezca las leyes “contra los okupas”, me pareció tan escandaloso lo que la buena señora allí dijo para defender su moción como que la supuesta izquierda en el poder se lo tragara sin pestañear. No es una moción porque haya ese problema en Ponferrada, ¿sabe cuántas viviendas de particulares hay ocupadas en Ponferrada y cuántas personas desahuciadas por las entidades financieras?; seguramente no, pero eso a ella no le importa.
Ni siquiera en España es un grave problema, donde la mayoría, más del 95% de los espacios ocupados son propiedad de administraciones públicas, al encontrarse abandonados y vacíos, o de entidades financieras. Por otra parte es un fenómeno que se da, sobre todo, en las zonas costeras. Pero que la realidad no impida justificar la creciente escalada represiva.
Aunque este tipo de iniciativas parezcan sugerir lo contrario, vivimos el tiempo de la abolición de la Ley. La proliferación metastásica de leyes (tiene menos de dos años la ley que permite el “desalojo exprés”) no es más que un aspecto de esta abolición. Si cada ley no se hubiera vuelto insignificante en el edificio rococó del derecho, ¿haría falta producir tantas? ¿Acaso haría falta comunicarse, en cada suceso diverso, mediante el decreto de una nueva legislación? El objeto de los proyectos de ley de los últimos años se resume prácticamente a la abolición de las leyes en vigor, al desmantelamiento progresivo de toda garantía jurídica.
La portavoz de Ciudadanos, y su partido, promueven este tipo de mociones pero nunca encontrarán su firma en una que sugiera un cambio legislativo que condene el pago de comisiones al Rey Emérito, o sus juergas con putas.
La señora Morales seguramente tiró del argumentario de su partido en este tema. Ciudadanos registró hace tres semanas en el Congreso de los Diputados una proposición de ley de «garantías para la seguridad y la convivencia ciudadanas frente a la ocupación ilegal de viviendas».
La nueva derecha está demostrando que, una vez perdido aquel pudor que nos salvó de exhibicionismos reaccionarios durante los 15 o 20 primeros años de democracia, carece de pudor a la hora de exhibir su peor cara. La moción y la defensa que de ella hizo dejó ver el tremendo clasismo y la reaccionaria ideología que anida en los partidos neoliberales como Cs, y lo más importante y esclarecedor, cómo ciertos sectores sociales se preparan para la dura represión que se avecina ante el colapso sistémico que viene.
Triste sino el de esta comarca berciana, gobernada por las derechas desde la formación de sus primeras hordas. Viriato pertenecía a la derecha, es decir, a la mayoría natural, como don Ismael Álvarez, don Carlos López Riesco, incluso don Samuel Folgueral y doña Ruth Morales, representantes de un mismo modelo de horda que ni se ha creado ni destruido, simplemente transformado. Triste sino el de esta comarca donde sólo las izquierdas se autodestruyen, porque se saben excesos experimentales que ni siquiera pueden plantear cambiar el modelo de horda sin provocar una reacción contundente de los poderes reales de la comarca.
En el fondo, las autoproclamadas izquierdas locales son solo furtivos convidados de piedra en un bosque de sonoridad shakesperiana, pero más criaturas de Zorrilla o de Marquina que de Shakespeare, e inseguros de que la historia no tenga moral y un día de inspiración poética el pueblo, los ciudadanos, les retiren de la vida pública, para siempre, por cómplices de tanto latrocinio no aclarado.