[LA PIMPINELA ESCARLATA] Torquemada y el Consejo Comarcal
EDUARDO FERNÁNDEZ | Si empiezo citándoles al padre Mariana en la primera línea parecerá que respondo previsiblemente al meapilas que hay en mí y se manifiesta en cuanto le es posible. No hay riesgo aún de que el latinajo de cada artículo se lo endilgue en forma de oración preconciliar. El padre Mariana no es como el padre Astete del famoso catecismo que tanto difundió el franquismo cuatro siglos después. Mariana tiene virtualidad por sí mismo como uno de los más originales pensadores políticos europeos. En ausencia de vanidad ligada al físico, alimento cuanto puedo una soberbia intelectual que, junto con la gula, suplen en mí la codicia y la lujuria que tanto ha impulsado a muchos políticos españoles. Son los míos vicios menos nocivos en términos de ilícito penal, incluso cuanto te pillan en grabaciones sonrojantes, pero vicios al cabo. Pues en un alarde de ese pavoneo intelectual, déjenme recordarles mi querencia por la historia política española de la época de los Austrias, que eran reyes dados a los devaneos de alcoba más que de trinque, que de eso se encargaba el duque de Lerma. Por eso sé, cuando veo alguna de las cosas que se observan estos días en la política ponferradina, que en la izquierda berciana hay algunos con más ansias de inquisidor que Torquemada, versión confesional de la laicista purga tradicional de la izquierda pura. No me imagino al alcalde, o algún periodista, represaliado como Andreu Nin, pero sí vislumbro varios Torquemadas. Para mi regocijo, todo sea dicho.
No es necesaria la opaca predicción de Nostradamus para profetizar que algunos árboles del Plantío se caerán, algunos bancos se enguarrarán, algunas estatuas parecerán estercoleros, algunas calles se levantarán repetidamente mientras que en otras los baches no se taparán, los caminos se cubrirán de maleza y así hasta donde quieran. No porque lo profeticen los concejales del PP o de otros grupos de la oposición. Y desde luego no porque lo recoja este medio, sino porque la inercia municipal se está viendo reforzada por la laxitud que ha imprimido la pandemia a todo lo que no sea el dichoso coronavirus. Eso sí, en lugar de lanzar anatemas contra los que gobiernan, hay que espolearles para que salgan un poquito del sopor veraniego. Pero el izquierdista puro prefiere la purga y el azote progresista y con ello el derechista puro disfruta como si no fuese necesario plantear alternativa. Y a mi me van dejando escribir esto, que es que no aprenden.
La Historia siempre nos sorprende desde el pasado para iluminarnos y darnos lecciones en el presente. Vale para los inquisidores que otorgan credenciales de suficiencia moral y política en Ponferrada y vale para la exigencia de Juan de Mariana, que bastante tenía con escapar a la condena del Parlamento parisino cuando justificó el tiranicidio, de que el monarca se ajuste siempre a la ley; pensaba en un rey intemporal y no en Juan Carlos I al exigir sometimiento del monarca a la ley como cualquier otro ciudadano, para revestir de ejemplaridad a quien desempeña la máxima magistratura del Estado cuando se preguntaba an Regis maior potestas Reipublicae sit. Y no se me sobrecalienten, que en el siglo XVI no utilizaban la palabra Estado y sí República para referirse en realidad al reino.
Exigía como justificación de la política que esta se entendiera como servicio. Y aquí estamos hoy preguntándonos todavía cuatro siglos después, servicio a quién. Ahora viene el salto en el vacío para conectar el sesudo pensamiento ético de Mariana con el futuro del Consejo Comarcal del Bierzo, que es salto de medalla olímpica en pértiga. Todos esos pensadores afirmaban que hay una razón de Estado mala, que era la que Maquiavelo usaba para justificar los medios empleados para alcanzar los objetivos de mandar más y sin muchas cortapisas, y la razón de Estado buena que es la que buscaba solo el bienestar de los súbditos. El Consejo Comarcal tiene la posibilidad de abrir vías de servicio a la gente y no solo a la propia institución comarcal. Como ellos son los primeros en aguantarme el chascarrillo, el Courel bueno tiene tarea por delante y el Courel malo esta semana tiene que ser más indulgente que otras, porque me gusta decir con tanto circunloquio lo que se resume en que hace falta con la que cae en los pequeños municipios bercianos más servicio directo a los ciudadanos y no tanto a los ayuntamientos o a las juntas vecinales.
En su momento me gustó tanto la reforma de la actual ley de la Comarca como que me pusieran a dieta de lechuguita. Pero otros genios de la política ponferradina del PP pontificaron y se preocuparon más por la elección que por los servicios, y eso que quedó un refrito por zonas que me sigue pareciendo tan enjuague como cualquier otro que no responda a una única circunscripción electoral que comprenda todos los municipios. No porque el PP hubiera gobernado durante más tiempo, sino porque refleja más miméticamente la voluntad expresa de los votantes. Vamos, que a quien el votante se la dé, San Consejo se la bendiga. Lo que me parece políticamente deseable, la elección directa por los ciudadanos en una lista con una papeleta diferente a las municipales y que subrayaría la idiosincrasia peculiar de la Comarca, no es jurídicamente posible con el tenor literal de la ley, alejando a los ciudadanos de sus representantes comarcales. No es trámite que se pueda salvar en el parlamento autonómico, de modo que mientras que no se cambie a nivel nacional la legislación de régimen local, los consejeros comarcales seguirán saliendo de una elección de segundo grado que ha dado tanto margen a las componendas de los partidos políticos. Si lo sabré yo, que a varias de esas llamé cuando el PP tenía más votos y fui llamado cuando el PSOE tenía más cuitas. Basta recordar que en mi primera legislatura como portavoz en la oposición, la holgada mayoría absoluta socialista sirvió para dar a Rita Prada un susto inmerecido y a los ciudadanos un espectáculo bochornoso como represalia -como cada cuatro años- por la elección previa de diputados provinciales en el partido judicial de Ponferrada.
La elección directa no se puede cambiar aquí. Toca negociar nuevo convenio y la disposición de Junta y Consejo, PP y PSOE, parece anteponer la sensatez a la excusa para la bronca. Puede en las semanas venideras trastocarse con la misma facilidad que se rompe la vigilancia ante el covid, pero espero que no sea así. A ver si para el futuro el Consejo puede con servicios públicos para los pequeños municipios como los que en los grandes proporcionan los ayuntamientos. Todo lo demás, para los inquisidores.