[MIRADAS] Epílogo
EL OBSERVADOR PARCIAL | Esta semana se constituye la nueva Corporación de nuestro augusto Ayuntamiento y después de jugar un poco al gato y al ratón, se va a consumar el cambio de rumbo en la Casa Consistorial.
Nuestro orondo hostelero nos dice que la gente ha puesto demasiadas esperanzas en ese cambio y es que puede que ni siquiera el enérgico uso del cepillo de raíz sea capaz de limpiar toda la roña. Ya hay muchas manos ávidas de tocar a la puerta del despacho oval en busca de un rápido milagro, de un bálsamo de Fierabrás, de una poción mágica de efectos inmediatos pero en esto, como en algunas enfermedades, nos dice nuestro hostelero, la medicación tarda un tiempo en hacer efecto.
Se habla mucho de la estabilidad de ese equipo de gobierno y de la extravagancia de una próxima moción de censura pero las reglas de la aritmética tienen, en ocasiones, un proceloso desenvolvimiento, un arduo camino en su desarrollo que genera problemas endemoniados. La convivencia a tres será difícil, pero a cinco sería absolutamente insoportable. Demasiada testosterona para aguantar una sola Junta de Gobierno: pues yo… pues yo más, pues yo más que los dos, pues yo… mientras las concejalas naranjas esperan las instrucciones del regenerador de nuestra democracia. Don Marco es muy libre de presentar su candidatura: será su segunda derrota en escasas semanas. Se debe a sus electores, dice.
Doña Gloria afirma que cede el testigo con un panorama edénico pero la Ciudad del Puente, la Comarca entera, ha perdido mucho brío, se muestra con rostro pálido, con las constantes vitales ralentizándose progresivamente, y ha lanzado un SOS por la vía de las urnas que exige algo de lo que normalmente carece la clase política: compromiso con la tierra y mucha generosidad. Seguramente este mandato no será una excepción a la realidad miope y egoísta que siempre se impone. Cuanto más miope sea nuestro día a día, más de lo mismo será nuestra realidad diaria: pálida, con las constantes vitales flojas, en espera de la certificación del exitus de una ciudad que fue muy brava.
La valoración justa de estos cuatro años nos la irá dando en su adecuada medida la vuelta a la pretendida sensatez y creemos que el veredicto de ese juicio se parecerá mucho más a un innoble ejercicio colectivo de normalización de lo insoportable que a un reconocimiento mínimamente laudatorio de una experiencia extravagante. Como dirían algunos: “pa habernos matao”, y en realidad algo o bastante nos hemos matao. Esperemos que la desfibrilación de la cordura ponga a funcionar un músculo cardiaco castigado por el odio, el enfrentamiento, el histrionismo y la mentira lanzada con frecuencia y compulsión.
Nuestro hostelero de referencia, bastante menos orondo de lo que lo estuvo hace no tanto tiempo, ha perdido gran parte de las fuentes de las que bebía y que tan sabrosas nuevas nos ha dado durante estos últimos años. Se encuentra un poco desorientado, pues de repente ha perdido peso (físico e influencial), su teléfono ya no suena, no le cuentan ya las batallitas que otrora necesitaba filtrar y empieza a probar las hieles del ostracismo. Y ante su ausencia de fuentes, que se convierte en la nuestra, nos estamos planteando un alto en el camino, un parón, no sabemos si corto o largo, para volver con fuerza en nuestra labor de parcial observancia de la realidad de la Ciudad del Puente. ¡Por si así fuera, hasta pronto amigos!