Llega al Bergidum una versión libre de ‘Ricardo III’, el más cruel de los villanos teatrales
El Ricardo III de Shakespeare es, probablemente, el más cruel de los villanos nunca creados para la escena. Un saco de ambición, mezquindad, codicia y falta de escrúpulos al que da vida el actor Israel Elejalde en la versión de Kamikaze que llega al Bergidum el próximo viernes, 30 de octubre, en una versión libre magistralmente dirigida por Miguel del Arco que potencia algo muy presente en el original: la comedia.
Ricardo III es una función plagada de envidias, corrupción de uno y otro color, luchas de poder, codicia, injusticia, fake news, engaños políticos, intereses partidistas… “Bueno, lo que viene siendo un día normal en la vida pública española del siglo XXI”, señalan Miguel del Arco y Antonio Rojano, que han adaptado libremente a nuestro tiempo este clásico de Shakespeare en una versión dirigida por Del Arco en la que potencia algo muy presente en el original: la comedia.
Ricardo arranca carcajadas, pero la risa tiene un regusto helado porque su humor es el mismo que el de esa clase dirigente que mira sin empatía ninguna el mundo que pretende gobernar. El humor sobre el que se construye un mundo sin atisbo de bondad. El monstruoso engendro al que da vida en escena Israel Elejalde no dista mucho de otros personajes que campan a sus anchas por nuestro mundo.
El texto es absolutamente demoledor, no dejan títere con cabeza, con alusiones a diversos temas de actualidad como el caso máster, el ascenso de la ultraderecha o la corrupción, tanto entre políticos como dentro de la «Casa Real». La historia nos atrapa desde el primer momento para no dejar de zarandearnos durante toda la obra. ¿Por qué nos atraen tanto los malos y la maldad? se pregunta Miguel del Arco, para hacernos reflexionar sobre un personaje tan abominable que nos atrae, nos seduce y nos divierte. Todo un reflejo de lo que es nuestra sociedad, una lucha encarnizada por el poder, liderada por seres de lo más despreciables.
Estamos ante un montaje dinámico, ágil, en el que se utiliza el texto como boceto para crear su propia visión de lo que es la sociedad. Es una propuesta que mezcla con maestría la profundidad del autor inglés con la forma más actual, corrosiva y contemporánea de formalizar la propuesta. Para el director «Shakespeare introduce de una forma magistral en el original la importancia de la información que le llega al ciudadano como un elemento fundamental para conseguir el poder. Nosotros hemos querido ser consecuentes con el tiempo que vivimos, en el que ese extremo en concreto ha tocado cotas inimaginables«.
El reparto que asume esta bacanal de traiciones, deslealtades, individualismo extremo y alianzas tiznadas de mentira es sencillamente espectacular. Encabezado por Israel Elejalde, finalista al XIV Premio Valle-Inclán de Teatro por este trabajo, le acompañan en escena Álvaro Báguena, Chema del Barco, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco.
Marcos Ordóñez dejó escrito en Babelia que “Elejalde, cada vez más grande, parece habérselo pasado bomba construyendo ese villano restallante, ese ególatra al que únicamente le falta una camiseta con la frase “Ricardo solo ama a Ricardo”. La compañía es estupenda, pero a Elejalde es para estarle escuchando durante horas: cómo modula, cómo lanza la voz, cómo sabe ser seductor y sulfúrico. Su furia es verbal: juega con las palabras como con látigos. Y físicamente se sale, pero sin excesos: le basta una mirada para hacer reír y dar miedo a la vez. Dicho de otro modo: la risa no impide el horror, sino que lo refuerza”.