[PAJARITOS Y PAJARRACOS] El peligroso juego del cándido Igea y sus compis ‘devasticidas’
XAN DAS VERDADES | Igea, don Francisco, puede presumir de una hazaña política digna de figurar en los récords del Guinness, como es ser el fulano del mundo mundial que tardó menos tiempo en pasar de la consagración popular a la calcinación pública más absoluta.
Y eso se lo ha ganado por olvidar que ni uno solo, ojo ni uno solo, de los votos recibidos en las elecciones autonómicas de Castilla y León lo eran para hacer lo que parece va a concretar de inmediato: apalancar de nuevo en el poder autonómico al régimen devasticida del Partido Popular.
Yo no sé si el señor Igea, después de su proclamado compromiso con la regeneración democrática, ha reflexionado sobre la grave contradicción, probablemente irreversible, en la que incurre. Tampoco sé si, antes de darle por el palo del gusto a ese genio de la estrategia política del partido popular apellidado Rivera, ha consultado cómo define el diccionario de la RAE a la palabra TRAICIÓN en su primera acepción.
Tras 32 años sufriendo las tropelías, clientelismo, corrupción, ineficacia y desamparo del PP, que Igea use los votos de la gente para sostenerlo en el poder solo cabe calificar así. Probablemente sea muy duro para él tener que tragarse este sapo, pero más duro es tener que apencar con la certeza de que falta a su palabra, que no es consecuente con lo comprometido y que entierra bajo una losa de hormigón armado cualquier esperanza de regeneración como ansiaban mayoritariamente los ciudadanos.
Ya sé que negará la mayor y se sacará de la manga que ahora desde dentro lo va a poder hacer mejor y cosas por el estilo; pero eso es mentira, y él lo sabe, porque de nada valen las buenas intenciones mientras el poder efectivo lo sigan detentando los causantes máximos de la incontestable asolación territorial.
Los bercianos con sus adversidades tienen un límite y ese ya está fronterizo con la desesperación
Ahora, señor Igea, un apunte periférico que no debería echar en saco roto. En ningún otro territorio de esta desdichada comunidad autónoma como aquí, en el BiERZO, su decisión va a ser más sentida. Probablemente su visión de pucelano le quite nitidez para procesar en su justa medida la cuestión berciana, tan poco presente en los mandarines con latente en los puteados.
El Bierzo fue incorporado con calzador y buena dosis de marrullería a un ente regional extraño con el que nada compartíamos. Se dijo entonces por activa y por pasiva que la contundente diferenciación territorial, económica y social era el pasaporte a un desastre anunciado. Y en eso estamos.
Aquí no hablamos de cuestiones identitarias mayores, nuestra cancha es otra más sencilla: administrativa y políticamente estamos metidos en un lugar equivocado donde nunca deberíamos haber estado, cuyos gobiernos con saña deliberada e infinita miopía convirtieron a un país razonable próspero en un solar devastado moral y materialmente.
Esa realidad tiene unos responsables concretos que son los sucesivos gobiernos del Partido Popular a cuyos herederos usted quiere de nuevo consagrar y apalancar. A los bercianos nos trae al fresco sus componendas y cambio de cromos, pero lo cierto es que su posicionamiento de hoy o mañana en el nuevo gobierno regional pude ser determinante para el Bierzo.
Y es que aquí la situación no da más de sí. No es de recibo volver a resignarse a un nuevo mandato de quienes son los autores intelectuales y ejecutores materiales de la insufrible calamidad que padecemos.
Los bercianos con sus adversidades tienen un límite y ese ya está fronterizo con la desesperación. Cualquier reacción es posible sabiendo, como se sabe, que nada se puede esperar de quienes nos tienen acreditada su insidia. En esa lógica reactiva cabe aventurar que la propia pertenencia a la Comunidad Autónoma sea puesta abruptamente en cuestión, y en correspondencia asistir a la eclosión de un potente movimiento transversal y reivindicativo que busque solución legal al desastre a través de los artículos 143 y 144 de la Constitución Española.