[UNA COMARCA EN LA MOCHILA] Viaje II. Vega de Valcarce
—Es la ruina total —nos dice Santiago, vecino de La Faba, con ese gesto entre irónico y resignado que ponemos los bercianos. —Antes, en los dos albergues que hay aquí, los que visteis cerrados, dormían hasta cien peregrinos por noche… Con el virus, ya es mucho el día en que pasan por el pueblo quince o veinte.
Empezamos…
VEGA DE VALCARCE
Vega de Valcarce nos recibe con una inmisericorde helada que ha caído sin piedad sobre los pastos, las vacas y el río. Una de las primeras de un invierno cada vez más cercano.
—¡Menuda xeada! Está la hierba como si hubiera nevado —oigo decir a una vecina.
El objetivo de esta jornada es realizar a pie la etapa 26 del Camino de Santiago Francés, la que une Vega de Valcarce con O Cebreiro, ya en tierras gallegas. Una etapa de 12 kilómetros, que al principio discurre paralela a la N-VI y al río Valcarce, y que a partir de Las Herrerías nos regala una agotadora ascensión, salvando 700 metros de desnivel en apenas 8 kilómetros, en uno de los tramos más duros, y más bonitos, del Camino.
Vega de Valcarce es el pueblo de los viaductos. Nuestra caminata comienza debajo de uno, que sobrevuela un albergue de peregrinos cerrado. Los viaductos de la N-VI y los de la A-6 serán parte del paisaje durante todo el recorrido. Ya desde que empezamos a caminar, guantes y gorro obligados, el ruido del tráfico rodado nos vendrá desde las alturas, como si los coches, por momentos, se volvieran aviones.
Por Vega pasan hasta tres carreteras que se dirigen al mismo sitio. La antigua N-VI (ahora N-VIa) que, cuando el progreso consideró que no valía, fue sustituida por la nueva N-VI, que evitaba el casco urbano por abajo, pero que por arriba pasaba por encima de las casas. Cuando el progreso volvió a considerar que esta N-VI tampoco valía, fue reemplazada por la A-6 y sus flamantes desdobles, que actualmente se están viniendo abajo porque el terreno repisa… No hace falta ser un adivino para saber que la A-6 también se quedará obsoleta, y dará paso a otras autovías más modernas, a trenes de alta velocidad, a la autopista de pago, a carreteras de cuatro, cinco o veinte carriles, como en las radiales de Madrid… El caso es seguir confirmando década a década la estupidez e insaciabilidad del ser humano y su mal llamado progreso.
Estamos iniciando el día y ya hemos confirmado nuestros presagios nada halagüeños: no hay peregrinos. En Ambasmestas y Vega de Valcarce, desfilamos ante una sucesión de bares, albergues, pensiones y negocios que han echado el cierre. Algunos cerraron en marzo y ya no volvieron a abrir. Los carteles de Closed/Cerrado conviven con los de Free WIFI en las persianas bajadas de los locales. Pasamos frente a la iglesia de la Magdalena, donde un grupo de gatos se juega la vida al borde de la carretera, y salimos del pueblo.
RUITELÁN
El siguiente pueblo del Camino es Ruitelán. La señal nos indica que, en este tramo, la Ruta Jacobea coincide con el trazado de la carretera. Debajo, otra señal nos recuerda el uso obligatorio de mascarilla, a pesar de que en el pueblo no nos cruzamos con nadie. Las mismas mascarillas que al acabar la travesía quedan tiradas en las cunetas o sobre la hierba. Casi enfrente de la iglesia, a mano derecha, merece una visita la ermita de San Froilán.
Pero, sin duda, el pueblo queda marcado por el doble viaducto de Samprón, que domina el paisaje como un gigante terrible. Cualquier encanto del río Valcarce fluyendo hacia el Burbia (y después hacia el Sil), o de las casitas desperezándose al sol mañanero, queda inmediatamente eclipsada por el ruido de los escapes de los motores. Además, uno de los viaductos —el que va sentido Ponferrada— está repisando. Sus pilares se hunden en la tierra irremediablemente y las grietas crecen por doquier. Creo que esta parte de la autovía no llega a los 20 años de existencia, y la A-6 ya está cediendo ante el indomable terreno berciano. Esto se suma a los taludes de Trabadelo, que se vienen abajo cada invierno. En este momento es inevitable acordarse del mal llamado boom o milagro económico español, cuando se hacían autopistas, trenes y aeropuertos como churros, con la rapidez necesaria para que políticos de todas las ideologías llegaran a tiempo de cortar las cintas de inauguración. Ese afán que, como sigue sucediendo en la actualidad (ahí está, por ejemplo, la catástrofe medioambiental de los túneles de Pajares, iniciados por un sonriente ZP en 2005, y que en vez del progreso trajo la sequía a gran parte de la Montaña Leonesa), conllevó apresurados proyectos de ingeniería de jóvenes imberbes recién salidos de las facultades, que no se tomaron en serio las advertencias del territorio. Qué más les da, ellos están lejos, aunque el destrozo queda aquí.
LAS HERRERÍAS
El pueblo de Las Herrerías debe su nombre a la existencia de cuatro herrerías en las que se trabajaba el hierro y otros metales procedentes de las montañas circundantes. Alguna de ellas aún puede visitarse a orillas del río Valcarce, con su molino y sus viviendas aledañas. A Las Herrerías retornaremos para la hora de comer.
Lo más destacable es que, a partir de aquí, el Camino abandona la carretera para internarse en el bosque, y comienza la fuerte pendiente que nos llevará desde los 675 metros de altitud a los 1.330 de O Cebreiro en unos pocos kilómetros. Como dijimos en la introducción, uno de los tramos más duros, pero para muchos, la etapa más bella.
Fundido con Las Herrerías está Hospital de los Ingleses. El topónimo proviene de la Guerra de la Independencia, cuando los ingleses eran aliados de los españoles en su lucha contra Napoleón, y crearon un hospital de campaña para los heridos.
A la salida, un par de peregrinos optan por seguir la carretera, tontos ellos, y se pierden la senda empedrada que asciende sin descanso entre la frondosidad de un paisaje que nos cubre y abruma con su espesura… Entre estos sotos, esos cretinos que van a Las Médulas los domingos a llenar (a robar) bolsas de castañas, sin duda tendrían un filón de oro. La ascensión se vuelve más pindia por momentos, hasta llegar a las primeras casas de La Faba.
LA FABA
Tras un rato de subida, es hora de reponer fuerzas junto a la iglesia de San Andrés, del siglo XVI, en la que se mezclan elementos renacentistas y barrocos.
En La Faba hay dos albergues, ambos relacionados con alemanes y ambos cerrados en este momento. El primero de ellos de una asociación germana que se levantó para recordar la antigua leyenda del Peregrino Alemán Perdido. Las señales y placas en alemán apenas pueden leerse, a causa de las recientes pintadas de apoyo a un partido español de corte fascista; así, vandalizando el país, demuestran su civismo y sentimiento nacional. El segundo albergue lo abrió un peregrino que pasó por aquí y se enamoró del lugar, aunque con la peste, cerró a las primeras de cambio, y huyó a refugiarse en Alemania.
En la iglesia, también cerrada, nos encontramos con el vecino de la introducción, que nos explica la ruina que se cierne sobre el camino en estos tiempos extraños. Los huertos que nos rodean tienen buen aspecto, aunque la helada de esta madrugada ha escarchado las plantas, que aún permanecen congeladas.
Continuamos…
LA LAGUNA DE CASTILLA
Siempre en ascenso, cruzando el paraje de As Fontaíñas, entramos en el último pueblo berciano del Camino, La Laguna de Castilla. El topónimo es curioso, pues no hay aquí laguna ni esto es Castilla.
La Laguna es uno de esos pueblos vivos, llenos de perros, tractores y vacas, y un agradable olor endémico a abono. Uno de esos pueblos en los que, aunque vinieran cien epidemias, cuatrocientas crisis y recesiones o el inminente colapso de la civilización tecnológico-industrial, la gente continuaría existiendo igualmente… Las personas de La Laguna siguen con sus quehaceres diarios, y ni siquiera reparan en el forastero. La vida fluye su curso normal. Agricultura y ganadería, los oficios más nobles del ser humano. Cuando estallen las ciudades, nosotros, los inútiles urbanitas que no sabemos ni plantar un puerro, caeremos como moscas, mientras que lugares como La Laguna saldrán adelante, como siempre ha sido, ajenos a todo lo demás.
Nos detenemos a desayunar en el bar A Escuela, que nos agasaja con un delicioso bizcocho casero de chocolate, un zumo de naranja natural y un café. En la terraza exterior, un único peregrino anglosajón ensimismado con su móvil. El propietario nos confirma que con la pandemia ya no pasan peregrinos y tampoco se les espera, sobre todo ahora que se avecina un largo invierno, y dará igual que el próximo año sea jacobeo. El hombre, al enterarse de que somos de la zona, busca diversificar su clientela en tiempos de crisis:
—Si nos lo encargan antes, también damos churrasco.
Se sale de La Faba por el Teso dos Santos. Desde aquí hasta O Cebreiro nos separan dos kilómetros, uno por tierras bercianas y otro por tierras ya gallegas. Quizás sean las vistas más espléndidas de toda la etapa. La superposición de montañas lejanas, el verde difícilmente igualable, la niebla encajonada en el valle del Sil, y las aldeas que permanecen inamovibles desde el comienzo de los tiempos. Al echar la vista atrás nos preguntamos cuántos caminantes y viajeros habrán contemplado la misma estampa durante siglos y siglos.
O CEBREIRO
Todos conocemos O Cebreiro, así que no me detendré demasiado. Todo el mundo conoce sus pallozas, sus arregladas casas de piedra, su iglesia asociada al Santo Grial, o sus famosas nevadas que regalan unas postales imperecederas. Además de los peregrinos, O Cebreiro recibe diariamente un buen número de visitantes que llegan en coche, para pasear por sus calles empedradas o contemplar las imponentes vistas.
Aquí llega el momento de reflexionar sobre el Camino, y de acordarse de los peligros que lo amenazan en este siglo XXI. Esos peligros ya no son los asaltantes que robaban a los peregrinos en los bosques durante la Edad Media, arrebatándoles la bolsa de monedas y arrojando sus cuerpos a cualquier río cercano. Los bandidos del siglo XXI llevan camisa y corbata, y habitan en despachos con moqueta.
No es nuevo que el Camino se viera forzado a convivir con las carreteras en muchos de sus tramos, ya que en años pasados, en los del progreso, se decidió que era buena idea pasarle el cemento por encima al sendero original. Por eso hoy, miles de peregrinos se juegan diariamente la vida entre el tráfico pesado.
Y no hemos aprendido nada. A pesar de que el Camino de Santiago es Patrimonio de la Humanidad, esos bandidos con camisa y corbata del siglo XXI siguen decidiendo impunemente, por ejemplo, sepultarlo bajo otra autopista y desviarlo por donde nunca fue entre Logroño y Burgos, barrer el camino original para construir grandes pistas de concentración parcelaria en León, o talar bosques enteros para levantar líneas de alta tensión en Galicia. Estas son las nuevas amenazas…
OUTEIRO
Descendemos el tramo de Camino en coche, para que nos dé tiempo a visitar el pueblo más olvidado del municipio antes de comer. Dicen las guías que Outeiro es la única población del Bierzo a la que no se puede llegar en vehículo directamente desde la provincia de León. Esto habría que precisarlo, porque tanto por León como por Lugo es posible llegar, pero en ambos casos atreviéndose a meter el coche por una pista sin asfaltar con algún que otro paso peliagudo.
A pesar de su aislamiento, las leyendas ubican en Outeriro el origen del municipio de Vega de Valcarce, cuando una familia gallega, allá por el siglo XI, habría decidido construir su primera casa tras haber vivido unos meses dentro de un castaño.
En Outeiro sólo parece haber una casa habitada, y sale a recibirnos un perro cojo con una pata totalmente quebrada. En estos extremos del mundo, donde los perros son sólo perros y no llegan las avenidas de la ciudad, el veterinario es un lujo. El perro cojo desconfía al principio, pero tras una leve caricia (probablemente algo nuevo para él), nos mira con unos ojos tristes y agradecidos, quejándose de su pata inválida, y nos acompaña renqueando hasta el Muín Verde, un antiguo molino abandonado rodeado de exuberante vegetación y alegres saltos de agua. Estamos en un locus amoenus en toda regla, justo sobre la línea que divide el Bierzo de Galicia.
LAS HERRERÍAS (Vuelta)
Hora de comer. Y uno de los mejores sitios para xantar es Casa Polín, en Las Herrerías. Tienen una empanada exquisita, de las más afamadas de la comarca. En un día como éste, que ha amanecido bajo cero, es reponedor un buen caldo berciano hecho con berzas, alubias, costilla y chorizo. También es obligado regar el almuerzo con una buena botella de mencía de la casa.
CASTILLO DE SARRACÍN
Para bajar la copiosa comida decidimos subir hasta el castillo de Sarracín, ya en Vega de Valcarce. La fortaleza, del siglo X, dominaba junto al desaparecido castillo de Veigas el estrecho paso por el que tenían que pasar los pobres viajeros, para cobrarles el llamado portazgo, una especie de peaje de entrada y salida. Poco han cambiado los tiempos desde entonces.
La pista de subida sale justo detrás del colegio. Un kilómetro y pico, pero un desnivel físicamente exigente. Hasta hace poco, el castillo permanecía en ruinas, y fueron los voluntarios quienes evitaron que se desmoronase entre las zarzas. Ahora parece que han decidido rehabilitarlo y está en obras, aunque el resultado parece que no será el óptimo: han alzado muros nuevos con piedra de otro color (como en el castillo de los Templarios), que en la foto de las redes sociales del turista seguro que quedará excelente. No tiene gran mérito, con la tecnología de construcción actual, levantar un castillo nuevo. Lo que sí hubiera tenido mérito era conservar en su estado original lo que ya había… Merece la pena subir, aunque sólo sea por el paseo entre castaños y las vistas privilegiadas sobre los viaductos que se dirigen a Galicia.
VEGA DE VALCARCE (Vuelta)
Regresamos a Vega de nuevo, porque queremos ir hasta la famosa fábrica de Veigadarte. Sus excelentes quesos de cabra, conocidos por cualquier gourmet que se precie, son un verdadero producto delicatesen. Ajo y perejil, hierbas de Provenza, pimienta negra, pimentón, guindilla verde, ceniza, dulce de membrillo o castañas se encuentran entre los ingredientes de sus rulos más deliciosos.
Nos permiten visitar a las cabras en sus propios establos. Los mastines, vigilantes, se ponen en guardia. La amable chica que nos despacha nos dice que la fábrica emplea a media docena de trabajadores, que no es poco tal y como están las cosas en la comarca. Al ser quesos frescos y no tener conservantes, lo normal es que no podáis encontrarlos muy lejos de Vega de Valcarce.
Teníamos otra visita en la agenda, esta vez a una fábrica de cerveza artesanal, pero debe de haber quebrado y la casa está en venta, así que entramos en el bar del hotel de enfrente. El lugar también amenaza cierre. Sólo un cliente trata de retener la atención de la encargada, que se dedica a limpiar los cristales. Nuestra conversación con ambos gira en torno a la falta de peregrinos y a la antigua línea de autobús que cruzaba estas tierras desde Ponferrada a los lejanos Puentes de Gatín, una minúscula localidad de los Ancares lucenses que aún figura en los indicadores viarios.
DESPEDIDA
Volvemos al coche, aparcado en un estacionamiento bajo otro viaducto. Es una ironía que unas tierras que son nudo de comunicaciones, atravesadas por numerosos viales y carreteras de todo tipo, estén arruinándose precisamente porque la riqueza les llegaba de los que venían a pie. Es la gran paradoja de las comunicaciones que cada vez nos incomunican más.
Partimos rumbo a la capital y repostamos en una gran área de servicio Valcarce, empresa nacida en este municipio, y que ahora es la que más factura de toda la provincia. Preguntamos por los propietarios de estas gasolineras, que cada vez se ven en puntos más lejanos de nuestra geografía.
—Son buena gente —nos dicen. —A la hora de contratar les dan prioridad a los de aquí.
La verdad es que nadie nos ha hablado mal de los hermanos Valcarce.
Al final ha quedado buen día, a pesar del frío de las primeras horas. Nos despedimos y arrancamos…
José L. Gutiérrez.
Instagram: @unacomarcaenlamochila
Altitud | 630 msnm | Superficie | 69,31 km2 |
Población | 621 hab. (2017) | Densidad | 8,96 hab./km2 |
Núcleos | Ambasmestas, Argenteiro, Bargelas, Braña (La), Castro (El), Cernada, Faba (La), Herrerías (Las), Laballós, Laguna (La), Lamas (Las), Lindoso, Moñón, Portela de Valcarce (La), Ransinde, Ruitelán, Samprón, San Julián, San Tirso, Sotogayoso, Treita (La), Vega de Valcarce y Villasinde. |