[LA OVEJA NEGRA] La tormenta
GERMÁN VALCÁRCEL | Las columnas de opinión no son información (aunque a veces pueden serlo), tal vez la expresión deformada de una ‘realidad’. Espacios en blanco en los que se proyectan discursos fragmentados, distorsionados y, sobre todo, intencionados de lo que acontece.
Los columnistas no somos jueces, no dictamos sentencias inapelables basadas en verdades incuestionables. Solo somos eso, ‘opinadores’ u observadores de la realidad, sobre la que aportamos nuestra visión, nuestros conocimientos, nuestra experiencia y mediatizados por nuestras filias y fobias.
Una de las ventajas que tiene el columnista de opinión es que puede permitirse ajustes de cuentas impropios para los periodistas que hacen información, por eso un columnista puede ser arbitrario, no ser imparcial, entre otras cosas porque no creo en la imparcialidad. Aunque las columnas periodísticas suelen tener la pretensión de crear opinión, cada vez más, tengo la sensación que el columnismo, solo es eficaz y socialmente útil, cuando deja una memoria fugaz, una leve huella en la conciencia del lector y una manera no sectaria de subrayar la realidad, y así poder ofrecer un paisaje moral sobre cómo se mueven esos personajes vanidosos, mediocres y enfermos de protagonismo: los políticos, a los que se les escapa el ego cuando ven a un periodista, y que no deben ser tomados en serio, ya que ellos mejor que nadie saben lo que son, unos impostores que constantemente intentan dejarnos en estado de imbecilidad.
Así que tras esta breve introducción vayamos a lo mollar. Estos días, en Ponferrada, se ha conformado el nuevo equipo de gobierno que va a gestionar (lo llaman política y no lo es, es administración del hecho consumado) el municipio durante los próximos cuatro años. De momento no albergo ninguna duda de que entre sus componentes hay personas honradas y dispuestas a trabajar por sus vecinos, pero también tengo la absoluta certeza de que entre los mismos hay gentes que generan algo más que desconfianza. Personas que antes de empezar a ocupar sus puestos en el Consistorio ya han traicionado a sus propios compañeros poniendo en circulación supuestos dossieres, señalando a algunos de ellos, en una de esas felonías típicas de ese malcosido saco de porquería y mugre llamado PSOE.
Al señor Ramón sí cabe recordarle que ni el destino es caprichoso ni mucho menos necio, y cuando eres conocedor que si gobiernas vas a verte sometido a un continuo chantaje por parte del enredado Mr. Gürtel y sus sicarios en el Consistorio, ceder a ciertas “sugerencias” a la hora de elegir los concejales que te van a acompañar en la dura travesía, es peligroso y si ya, tan pronto, alguno empieza a apostatar, debes asumir que algo no has hecho bien. Los que no manejamos un concepto mesiánico de la política y de los políticos, los que creemos en la dignidad y en que hay líneas rojas que las gentes de izquierdas, tengan el cargo que tengan, no deben jamás traspasar, observamos con tremenda inquietud los movimientos de alguno de los miembros del equipo de gobierno y nos preguntamos, ¿cuánto tiempo va a tardar el señor Ramón en quedar en minoría?.
No es animadversión denunciar determinados comportamientos o exigir coherencia en su acción política a la izquierda, o lo que sea. El ayuntamiento de Ponferrada es un territorio plagado de minas antihonradez, veinticinco años en manos de una trama para delinquir lo convierten en territorio comanche, no olvidemos que un solo felón puede hacer cambiar la mayoría, y en el pleno hay ratas obesas que, engordadas por el pienso gürteliano, no van a parar en los próximos meses de trabajar para que eso ocurra; los intereses que representan y los suyos propios, aparentemente en peligro, los tiene muy nerviosos. Algunos hemos aprendido que nada de lo que merecemos y necesitamos se logra con facilidad ni rápido. Pero hace ya muchos siglos Aristóteles nos dejaba dicho, en Ética a Nicómaco, que «desconocer que el practicar unas cosas u otras es lo que produce los hábitos es, pues, propio de un perfecto insensato».