[LA PIMPINELA ESCARLATA] La disolución y la Navidad
EDUARDO FERNÁNDEZ | En Ponferrada nunca llueve a gusto de todos. Ni siquiera cuando no llueve. Tengo un amigo que me afea la poca virilidad del título de esta columna, pues Pimpinela Escarlata le parece recargado de afectación y cursilería, que era precisamente lo que le permitía a la Pimpinela que el personal revolucionario y progre no viera por dónde le prepararía la siguiente engatada. Esto de la virilidad marcada me parece que en Ponferrada ha traído más de una desgracia y les confieso me tiene un eco de la proclama aquella de Primo de Rivera en su golpe de Estado de 1923: “Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada que espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria preparamos”. A mí en los golpes me pillan con la virilidad y la masculinidad menos dispuesta que el respeto al orden. De modo que Pimpinela se queda, porque a conservador nadie le ganaba.
Otro amigo me reprocha con frecuencia la de párrafos que en esta Pimpinela tiene que leer hasta llegar al golpe de cada quincena. Parece firme partidario de esa dinámica tan española que consiste en que, si puedes dar una bofetada, para qué entretenerte con palabras. Y más si están cargadas de referencias culturales y requiebros históricos. Sé que no es así en su caso, pues es persona de lecturas y de libros, de culturas y bibliotecas. Debe de ser que con la edad pierde la paciencia y solo quiere acción. Pudiendo tajar, no me vengas con esgrimas de salón. Yo prefiero entretenerme hasta llegar al asunto, que es recoveco más ameno que el asunto en sí. Hay quien prefiere el viaje y quien suspira por la llegada. Pero ya les advierto que semejante impaciencia va al miocardio y luego pasa lo que pasa. Así que, a esperar hasta el final, pues como bien recordaba Séneca, patientia mater omnium virtutum, la paciencia es la madre de todas las virtudes. Ya dejó Cervantes escrito en el Quijote también idéntico consejo “sosiéguese vuesa merced, que por Dios que me burlo”. Pues eso, que voy, pero en mi estilo.
En un sentido similar Felipe II sugería a sus visitantes, que intuyo entrarían con la natural zozobra a ver al rey (im)prudente, “sosegaos”. Imagino que el efecto conseguido era el contrario al enunciado, con el consiguiente enmudecimiento de quien comparecía ante tan real presencia. Los alcaldes de ahora imponen menos que Felipe II y aún que el corregidor de El alcalde de Zalamea. Claro que a este Calderón le hace alcalde vitalicio y no estamos nosotros para semejante condena bíblica a perpetuidad. Pero dicen algunas lenguas viperinas -no hay peor enemigo que el de casa- que en la planta de alcaldía del ayuntamiento de Ponferrada se respira por algunos concejales más intranquilidad que en la entrada del Escorial con las noticias de la Invencible o en el antedespacho del Duce con el parte de la conquista de Somalia. No me parecen símiles aceptables, ni por el contexto poco democrático que le imputan al alcalde ni por el maltrato a la Historia que supone pensar que puede pasar a ella. Me refiero, claro está, a la historia a nivel continental, porque en la intrahistoria municipal, como recordarán ya se situó él solito en el bando de los malos. Puestos a vivir en la incomodidad, seguramente será mayor en el whatsapp de los concejales que en la planta de los concejales, donde las invitaciones al viaje planetario a los nos adscritos se sobrellevan mejor.
Aquí ni llueve a gusto de todos, ni se escriben pimpinelas al gusto de los amigos, ni se encienden las bombillas navideñas cuando toca, ni se sacan de la circulación los camiones peligrosos, ni se disuelve en condiciones. Y hasta el IVA es de ida y vuelta. Luego viene la oposición con la cantinela de la desidia. Porque cuando se liquida el IMFE, que una vez dirigí, Dios me perdone, pasa como con el Tenorio, que el IMFE se revuelve al alcalde y le dice con desafío, “los muertos que vos matáis, gozan de buen salud” y salen a revivirlo, que ni el Lázaro de los Evangelios. Vi el 16 de septiembre en BierzoDiario, con la corporación embozada que no sabes si son mascarillas o la reedición del motín de Esquilache, “El pleno de Ponferrada aprueba la disolución del Imfe con el voto en contra de la oposición”. Y ahora vuelve para 2021, lanzadera de empleo en ristre, que buena falta hace. Pero si hace tanta falta ¿qué consecuencias jurídicas tiene el acuerdo plenario de septiembre? ¿o se retrasa a voluntad?, qué intriga, vivo sin vivir en mí. El misterio de la disolución del IMFE da para un programa de enigmas y alienígenas, de apariciones y santas compañas institucionales.
No me extraña que se les pase lo de ir corriendo a encender el alumbrado navideño. Pero vamos, que solucionado con el argumentario de siempre. Sin un pestañeo. La culpa es de los de Atapuerca, de los visigodos y de la corporación anterior, porque las facturas aparecen como por arte de ensalmo para retrasarte el chispazo de encendida. Echar la culpa a las corporaciones anteriores, a Europa o a quien se tercie es un mantra que vuelve a casa vuelve por Navidad. El año pasado la iluminación era mala y es que la habían encargado los anteriores, o no, que estos parecen Rajoy en sus mejores momentos. Este es buena, pero tardía. Y también por culpa de los mismos, que ya son ganas de incordiar a la Navidad, que el PP está como para salir en el cuento de Dickens. En esta ciudad en que unos se esfuerzan, innovan y ponen a Ponferrada en el mapa de las estrellas Michelín, otros (y otras que parece que debe decirse inclusivamente así) parece que consideran que una comisión municipal no tiene trabajo para una reunión al mes, con la que cae a la juventud, al comercio y al consumo. También tendrán la culpa los anteriores, a ver si se les ocurría reunirse más y para que Olegario y los suyos les atizasen en la oposición. Dicen algunos que bien que atizaban antes de que la piel se les volviese tan fina ante la crítica ajena. Yo soy más benevolente, comprendo que la púrpura del cargo ablanda hasta el más aguerrido opositor y lo convierte en estadista -pero no en Churchill- en el gobierno local. Y claro, uno disuelve el IMFE y lo deja de disolver según se copie y pegue la nota de prensa de turno. Tarde y sin llegar a todos los sitios aún, han decidido no disolver para tener que recuperar la iluminación navideña. Que sea para bien, para alegrarnos un poco los días venideros, que bien necesario resulta.
Y como las fechas son las que son, a los que celebran el solsticio de invierno, hasta otra. A los demás, felices días de fiesta del Nacimiento de Cristo.