[UNA COMARCA EN LA MOCHILA] Viaje V. Ponferrada. Valle de Compludo (I)
Compludo, topónimo que proviene de Complutum, el nombre romano de Alcalá de Henares. Parece ser que san Fructuoso quiso poner estas tierras bajo la advocación de los santos niños, Justo y Pastor, que allí tan lejos habían nacido…
Etimologías aparte, se hace obligatorio decir en la introducción el privilegio que supone tener este valle tan cerca, y no olvidarnos de que todos los bercianos tenemos el deber moral de protegerlo y conservarlo para los que vengan detrás de nosotros.
Empezamos…
ESPINOSO DE COMPLUDO – HERRERÍA DE COMPLUDO
En la jornada de hoy hemos planificado una caminata circular de unos 15 kilómetros que, partiendo desde Espinoso de Compludo, se dirige después a los molinos de Vegamolín, a la famosa Herrería, y a Compludo, donde almorzaremos. Tras la comida, regresaremos a Espinoso por un tramo ascendente de unos 4 kilómetros.
Para llegar a Espinoso hay que hacerlo desde la carretera que sube desde Ponferrada al Morredero, ya que el camino que lo conecta con el resto de las poblaciones del valle de Compludo es una pista sin asfalto (los vecinos con los que hemos hablado estos días así lo prefieren). Son las diez de la mañana. A pesar de que estamos a mediados de diciembre, hace un día ideal para caminar. Hay alguna nube, pero la temperatura no es demasiado fría.
Recuerdo que durante mi infancia, allá por los noventa, un amigo mío del colegio era de Espinoso. Las imágenes que tengo en la memoria de aquel pueblo no se corresponden en nada con las casas perfectamente arregladas y recuperadas de la actualidad. De aquellas, amenazaba ruina y abandono; hoy en día, es uno de los más bonitos del Bierzo. Hablaremos de Espinoso después, cuando regresemos por la tarde a ver atardecer en este espectacular mirador sobre la comarca. Ahora toca emprender camino cuanto antes…
Partiremos desde el aparcamiento de las afueras del pueblo, donde un panel de la Concejalía de Medio Rural del Ayuntamiento de Ponferrada señaliza las distintas rutas que desde aquí se inician: además de la nuestra, las otras atrayentes posibilidades son las puentes de Malpaso, el bosque del Mato, el camino de los Monjes a Compludo y el sendero a los Valles y San Cristóbal.
La última casa del pueblo, un ejemplo de buena restauración que aún conserva sus vigas de madera exteriores y el relleno de piedra de las paredes, alberga una placa desgastada por el tiempo con la inscripción Espinoso, Anejo de los Barrios de Salas, Partido de Ponferrada, Provincia de León. Y es que estos lugares no siempre pertenecieron a Ponferrada, y llegaron a constituir su propia entidad municipal, algo que parece totalmente lógico. Al convertirse en la periferia del Ayuntamiento de Ponferrada se convirtieron, sobre todo, en la periferia social y económica, y fueron otros los que gestionaron sus recursos desde una oficina enmoquetada de la capital. Recursos patrimoniales y naturales que se fueron, y los económicos que nunca llegaron porque se perdieron por el camino. En mi opinión, no se deberían aglutinar realidades tan distintas bajo un mismo paraguas. Quizás sería mejor que las personas que aquí viven (y entienden de verdad lo que eso significa) se gestionaran a sí mismos, como han hecho toda la vida, en vez de políticos con traje que sólo ven en estos sitios un pintoresco rincón de divertimento dominical.
Entre castaños centenarios dejamos atrás Espinoso, que va alejándose a nuestra espalda. Como telón de fondo, los siempre majestuosos montes Aquilianos, cuyas cumbres más elevadas ya permanecerán blancas hasta la primavera. Más adelante, las vacas pastan tranquilamente en unos prados reverdecidos por las últimas precipitaciones.
Si vamos con los ojos bien abiertos, podremos apreciar en esta ruta los restos de varias explotaciones mineras: la Miédola, de oro; mina Rita, de arsénico; y la Peñona y Fenal, de wolframio. En esta última aún son accesibles los caminos que llegan a las escombreras y a los antiguos barracones del poblado.
Tras rodear la Peñona, nos introducimos de lleno en un feérico robledal, cuyos árboles, ya desnudos, flanquean un camino descendente de hojarasca y musgo. Vamos directos hacia el río Meruelo, que discurre encajonado en un profundo valle, hasta que asomará la cabeza en Molinaseca. En todo el camino sólo nos cruzamos con dos escoceses que hacen footing y se detienen brevemente al reconocer a un miembro de nuestra expedición. La exótica historia de por qué estos tipos acabaron en el Bierzo la dejamos para otro día.
En el propio Meruelo están los molinos de Vegamolín, aunque es necesario salvar el desnivel que lleva hasta el río. Los nombres tan socorridos de molino de Abajo y de Arriba aparecen en sendas señales indicadoras. El de Abajo está recién restaurado, muy pintoresco para la foto pero sin ninguna otra función más allá; quizás evitar que se haya venido abajo ya sea suficiente función. El molino de Arriba no está restaurado, y la maleza está intentando tragárselo junto con su senda de acceso. Como sonido de fondo, el ruidoso Meruelo, que fluye lleno de vigor aprovechando las aguas del deshielo de la última nevada.
A partir de los molinos y hasta llegar a la herrería de Compludo, es el momento de disfrutar de una de las sendas más recónditas de la comarca. Al ser totalmente llana y muy cerrada, es posible centrarse sólo en las percepciones de la naturaleza: árbol, pájaro, río, nube, aire…, los elementos más primitivos del mundo, lo primero que un niño dibuja. No se necesita más. Sencillo y complicado a la vez, porque el vertiginoso ritmo de vida de las ciudades nos lo hace olvidar muy fácilmente.
El estrecho sendero desemboca de lleno en la herrería de Compludo, monumento nacional desde 1968, y uno de los lugares imprescindibles del Bierzo. Ubicada en un espeso bosque en la confluencia de los ríos Meruelo y Miera, algunos estudiosos actuales datan el complejo a principios del siglo XIX, aunque se sabe que durante la Baja Edad Media unas cuantas fraguas ya operaban en el Bierzo y, por lo tanto, sus orígenes podrían ser anteriores.
No voy a enredarme con los datos históricos ni técnicos, que para eso hay abundante bibliografía tanto impresa como en la red, y tampoco es mi objetivo en estas líneas. Lo mejor que puedo aconsejaros es que bajéis por aquí, preguntéis por Manolín, y él os mostrará el mecanismo por el que una corriente de agua hace girar la rueda que, a través de un árbol de levas, hace funcionar el mazo de una fragua. Será una de esas imágenes que se graban a fuego (nunca mejor dicho) en los recuerdos…
COMPLUDO
Para llegar a Compludo desde la Herrería es mejor evitar la carretera, dejándola a mano izquierda por una agradable vereda que podemos tomar desde el aparcamiento. En pocos minutos habremos llegado a la población que da nombre a todos los demás Compludos.
A la entrada de Compludo, dos placas nos recuerdan que estamos en la tierra de san Fructuoso. Hacia los años veinte del siglo VII, un joven llamado Fructuoso, de sangre real goda (según dice la placa), vino a reconocer la hacienda que su familia tenía en el Bierzo. Tanto le gustó el lugar que decidió que a su vuelta fundaría un monasterio. Tras estudiar y madurar, regresó y erigió el convento prometido, el cual fue llamado Complutense. La noticia corrió muy deprisa, y multitud de fieles acudían cada día a conocer su santidad y generosidad. Y como esta nueva situación turbaba su paz en medio de estas montañas, se marchó a vivir al pie de unas peñas, y más tarde salió hacia Galicia fundando conventos allá por donde pasaba.
Recientemente se han empezado algunas excavaciones arqueológicas en las afueras de Compludo, y se han encontrado restos de lo que pudo haber sido aquel monasterio del siglo VII que dio origen a la Tebaida y a toda la cultura monástica berciana. El Padre Flórez, historiador agustino del siglo XVIII, dice refiriéndose al Bierzo que “ninguno mejor puede competir con la Tebayda y con los más Santos Desiertos de Palestina. La multitud de Santuarios la santidad de Eremitorios, los muchos Anacoretas, los Monges que sobresalieron en victorias del mundo, solo podrá contarlos el que sabe las estrellas del Cielo”.
Y es que esta rareza socio-religiosa, de cómo esta parte del Bierzo se llenó de monasterios, claustros, cuevas, penitentes, ermitaños, anacoretas y otros peregrinos de todo tipo y condición, es muy difícil de explicar para los eruditos, que admiten no haber encontrado todavía una explicación satisfactoria. También es de suponer que un estudioso de ciudad actual, difícilmente pueda comprender la tranquilidad que transmiten estos parajes, y no conciba que existiera gente que, simplemente, cansada del mundanal ruido, quisiera encontrar un amparo más retirado en las profundidades de estos bosques.
Entramos al pueblo a través de sus calles sin asfaltar. Antes de comer en el conocido Bodegón de Candi, charlamos un rato con Carlos. Nos comenta que las calles están así no porque se les quiera dar un toque rústico o para que el pueblo siguiera igual de original, sino por la dejadez de los mandatarios electos durante décadas.
No hay que olvidar que esto es el extremo más extremo de Ponferrada, donde los fondos llegan ya tan exprimidos que no son ni siquiera una limosna. Si el pueblo todavía se mantiene en pie es por el esfuerzo de los vecinos que, abandonados a su suerte, no tienen otra opción que organizarse y “tocar a concejo”, como antiguamente, cuando hay que acometer alguna obra. Sin ir más lejos, el arroyo que fluye por la calle principal se canaliza cada pocos meses, para que no inunde las zonas de tránsito.
—No queremos el modelo de Montes o Peñalba. Aquí para Compludo no serviría. Los materiales no porosos, como el hormigón armado, no transpiran, y provocarían humedades en las viviendas —nos dice Carlos con cierto gesto de preocupación.
No me extraña que esté preocupado… Hoy día, dependiendo del ingeniero de turno que te toque y del proyecto que te endosen a muchos kilómetros de distancia desde un ordenador, las calles podrían convertirse en una atrocidad, como hemos visto en tantos y tantos lugares de nuestra geografía.
—Además, si se crea un carril de circulación de tráfico, aumentaría la velocidad de los coches y, por tanto, el peligro para la gente. Perderemos este remanso de paz… —añade…, mientras yo me imagino a los urbanícolas apurando con alevosía cien o doscientos más para aparcar en la misma puerta de las casas, aprovechando que ya hay asfalto.
Creo justas las reivindicaciones de Carlos y de los vecinos de ser ellos quienes elijan el modelo que quieren para Compludo. Pero parece ser que los políticos van a lo suyo, y se inclinan más por el despotismo ilustrado: todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Hora de comer en el Bodegón de Candi. Creo que todo el Bierzo y parte del extranjero ya lo conocen. Y es que se puede afirmar con certeza que no has vivido hasta que no has probado la tortilla de patatas del Bodegón. Y mucho más en la actualidad, donde la mayoría de bares ya te ofrecen una tortilla enladrillada, que les han colado los comerciales con corbata de productos precocinados. El Bodegón es uno de esos pocos reductos donde la tortilla aún permanece esponjosa, amarilla, hecha con huevos de verdad. De primero, degustamos un caldo berciano exquisito, humeante, recién salido de los fogones. También una tabla de embutidos, vino de la Cooperativa, bizcocho casero y chupitos cortesía de la casa. Todo por un precio increíblemente asequible. Degustar este menú, al aire libre, en este entorno y con buena compañía…, no tiene precio (y más en estos tiempos que corren).
En la sobremesa, Diego nos muestra el molino de Compludo, situado en las afueras. Al contrario que otros, el molino aún sigue en uso comunal para la harina, y así nos lo demuestra con una molienda en directo. Tras abrir la compuerta, el agua lo pone en funcionamiento. Mientras la harina molida comienza a amontonarse, Diego nos explica con detalle todas las partes que componen el molino: la tolva, el cojinete, la piedra volandera…, y la tarambana, un palo de madera que regular el grosor del grano molido.
La piedra sigue girando hipnóticamente, y el grano continúa cayendo. Entonces me acuerdo de una pegatina que vi no sé dónde con el eslogan Yesterday is our tomorrow (El ayer es nuestro mañana), y me sobreviene un pensamiento revelador que ya estaba madurando desde la demostración en la Herrería: cómo es posible que una piedra y un palo consigan el mismo resultado que cincuenta máquinas automatizadas, programadas por cincuenta ingenieros… Cómo es posible que el hombre moderno lo fíe todo a la única carta de la informática y lo digital, que podrían colapsar la sociedad entera por un simple fallo de red. Veremos lo que pasará cuando venga un Efecto 2000 de verdad, y no sepamos ni construir un gallinero. Entonces iremos derechos a otra Edad Media, y ni miles de analistas, consultores y community managers podrán salvarnos…
Es hora de irse, y un compañero me saca de mis cavilaciones… De camino al pueblo, a través de unos huertos levantados y cultivados durante generaciones con un esfuerzo terrible para ganar al monte cada parcela, Diego nos invita al filandón de la semana próxima:
—También estamos recuperando las canciones tradicionales… Hay que mantener esto. El molino, la música… No puede perderse. Sobre todo por los que vengan después. Los que vengan después que hagan con ello lo que quieran. Pero, por nosotros, que no sea…
Y a mí me parece la razón más sensata que pueda alegarse…
Candi, Manolín, Carlos, Diego…, unas pocas personas anónimas, nombres que no figurarán en los libros de Historia del futuro, pero para los que nunca habrá suficiente agradecimiento por haber conservado estos lugares mientras el mundo entero se desmorona…
ESPINOSO DE COMPLUDO
Antes de dejar atrás Compludo, me detengo en una casa a comprar un tarro de miel. Tiene fama la miel del valle de Compludo, con toques de castaño, brezo y romero, un intenso color negro y muy suave en el paladar.
Nos quedan unos tres kilómetros de subida hasta la Collada, que pueden hacerse por la pista o el sendero. Ni que decir tiene que un senderista de verdad se decidirá por el sendero. Detrás de nosotros, Compludo va haciéndose cada vez más pequeño, y van haciéndose más grandes las montañas del valle.
Una vez que vamos ganando altitud, los árboles ya nos permiten ver el bosque. Como dijimos en la introducción, tenemos el deber moral de protegerlos y conservarlos, pues son los últimos de la Península que aún conservan su integridad, según el proyecto FLII (Forest Landscape Integrity Index). En un mapa rodeado de bosques que han sido sistemáticamente esquilmados, talados, quemados y replantados con eucaliptos, algunas partes del Bierzo (entre ellas el valle de Compludo) siguen resistiendo aguerridamente como la aldea gala de Astérix… Merece la pena buscar ese mapa en internet.
Muchos de los árboles tienen anudadas las cintas de plástico que marcan los puestos de los cazadores o la dirección correcta en las pruebas de bicicleta de montaña. Tengo esa manía, fijarme en los detalles, porque son los detalles los que cambian las cosas. ¿Tan difícil sería recoger la basura una vez acabada la cacería o la prueba deportiva?
Casi sin darnos cuenta alcanzamos la Collada: ya se ve Ponferrada y sólo nos queda un pequeño descenso muy agradable hasta cerrar el círculo en Espinoso de Compludo. Ya he comentado que, durante mi infancia, Espinoso estuvo al borde de la ruina y el abandono y, sin embargo hoy, se nota el dinero invertido en restaurar sus casas de piedra, las calles, los corredores de madera, el pozo… Además de contar con servicios de hostelería y turismo rural, es un mirador único sobre el Bierzo, donde muchos van simplemente a ver cómo el sol se esconde tras los Aquilianos.
Me comentan que muchas de las casas han sido adquiridas por vascos, que vienen buscando un lugar auténtico donde vivir pero aún no masificado. Muchos de los nuevos habitantes tienen niños pequeños, que juegan libremente por las calles, alejados de las amenazas del sofá y el móvil. Otros paseantes ocasionales caminan embozados por la campa hasta el gran rachón de pizarra del mirador. Hasta Jon Pérez Bolo, entrenador de la Deportiva, ha subido hasta aquí a ver el atardecer…
Próxima semana: Ponferrada. Valle de Compludo (II)
José L. Gutiérrez
Instagram: @unacomarcaenlamochila.
VIAJE V. PONFERRADA, VALLE DE COMPLUDO (I) 16-02, 13-11 y 13-12-20
Altitud | 512 msnm | Superficie | 283,17 km2 |
Población | 65.788 h. (2017) | Densidad | 232,33 hab./km2 |
Núcleos | Bárcena del Bierzo, Bouzas, Campo, Carracedo de Compludo, Columbrianos, Compludo, Compostilla, Cuatrovientos, Dehesas, Espinoso de Compludo, Flores del Sil, Fuentesnuevas, Lombillo de los Barrios, Manzanedo de Valdueza, La Martina, Montes de Valdueza, Otero, Ozuela, Palacios de Compludo, Peñalba de Santiago, La Placa, Ponferrada, Rimor, Salas de los Barrios, San Adrián de Valdueza, San Andrés de Montejos, San Clemente de Valdueza, San Cristóbal de Valdueza, San Esteban de Valdueza, San Lorenzo, Santa Lucía de Valdueza, Santo Tomás de las Ollas, Toral de Merayo, Urbanización Patricia, Valdecañada, Valdefrancos, Villanueva de Valdueza, y Villar de los Barrios. |
* Datos de Ponferrada, municipio al que pertenece Compludo.
Bouzas | 34 hab. (2019) |
Carracedo de Compludo | 17 hab. (2019) |
Compludo | 15 hab. (2019) |
Espinoso de Compludo | 27 hab. (2019) |
Palacios de Compludo | 3 hab. (2019) |