[LA OVEJA NEGRA] Año nuevo, problemas viejos
GERMÁN VALCÁRCEL | Vientos huracanados y fuertes temporales político-sociales, aparentemente ocasionados por un virus, han barrido el planeta el pasado año. Empieza otro en el que los negros nubarrones en el horizonte nos señalan que lo realmente grave está por venir.
En el actual contexto politico-social, todos somos como una especie de Teseos modernos, cuando nos enfrentamos al laberinto complejo del verdadero análisis crítico de la realidad histórica y del mundo de lo social. Y si lo que queremos es entender esa realidad no solamente en su limitada y superficial positividad inmediata, sino también en su siempre inquietante y creadora negatividad, hace falta ese hilo de Ariadna de la perspectiva crítica y a contrapelo de los hechos, fenómenos y procesos que el minotauro del poder, el sometimiento y la dominación, resguarda para que se mantenga igual el injusto orden social existente.
La pandemia y el uso masivo de las redes sociales por parte de políticos y ciudadanos están ayudándonos a entender un poco más y explicar el mundo que vemos: Androcentrismo sustentado en la tecnolatría y en un supuesto cientifismo; narcisismo, desigualdad; explotados sin conciencia de lo que son, y que por desgracia se creen elites por migajas. Elites que sabe que lo son, pero se creen dioses intocables. Estados-Nación con su parafernalia épica, trapos de colorines, acuerdos multilaterales, guerras, expolio colonial, todo inventado para que la rueda capital-explotación siga girando sin sobresaltos.
La creciente divergencia entre nuestro sistema socioeconómico y la evidencia científica transdisciplinar sobre el estado de nuestro planeta y los retos a los que como civilización nos enfrentamos plantean un grave conflicto con los valores del paradigma económico dominante, hasta el punto de coartar cualquier posibilidad de desarrollo humano.
En nuestro país el Régimen se ensancha con la llegada de Podemos al gobierno, se abren o matizan funciones, se reparten poder y botín, pero la falta de democracia, la fragilidad y pérdida de legitimidad del conjunto estatal, reproducen la misma dinámica autoritaria de siempre, el mismo régimen político excluyente que se renueva sin cambiar. Asistimos así a la consagración de una supuesta novedosa sociedad política de admisión reservada (las renuncias podemitas han sido necesarias para ser admitidos) que acapara para sí la política y lo político.
Esta suerte de Régimen del 78 blanqueado -por llamarlo de alguna manera- es el producto efectivo de la fagocitación, por parte del régimen, del 15M, en el año de su décimo aniversario, que ya opera, la que lograron tramar desde arriba los distintos actores que ocupan y copan de hace tiempo la esfera de lo público. Pero ellos no representan para nada a ese movimiento, únicamente representan, en realidad, la nueva auto reforma del régimen político franquista, sostenida en la transfiguración y readaptación del Estado y en el fundamentalismo del mercado a ultranza (la sanidad, utilizando la pandemia, es su última presa) que condiciona y resuelve a la vez todas las políticas, acciones y relaciones, independientemente de las diferencias de tono o modo de quienes ocupan los cargos en el aparato estatal. Por eso, en este año de gobierno del supuestamente más progresista de la historia de España, más que vientos de cambio han reaparecido los rancios aires de la restauración oligárquica. Si alguna duda queda, repasen quienes van a ser los grandes beneficiarios de los ingentes fondos europeos. Como siempre las migajas para los de abajo, y no van a llegar a todos.
El actual equipo de gobierno municipal, en menos de dos años, ha ido perdiendo las identidades que le distinguían
Aquí, en el Bierzo, al gobierno municipal le ha ocurrido algo similar que al de la nación. Arrastrados, de buen grado, eso sí, por las elites funcionariales municipales, perdiendo su identidad, amalgamándose con la opacidad, mientras sus componentes han derivado en una especie de elite política, identificada ante todo por los privilegios materiales y legales establecidos por ley, habilitada formalmente para la captura y gestión de sueldos y, demás canonjías y prebendas.
Todas aquellas municipalizaciones prometidas quedan para el próximo mandato, eso sí, con los pertinentes informes técnicos como justificación para tapar la ausencia de voluntad política real. El actual equipo de gobierno municipal, en menos de dos años, ha ido perdiendo las identidades que le distinguían –especialmente llamativo es el caso de Podemos– como corrientes político-ideológicas, como opciones originales que se sostenían en lecturas diferenciadas de opciones anteriores que actuaban bajo los parámetros de lo que conocemos como “la derecha”. El mejor retrato de cuales son las prioridades del alcalde fue cuando solicitó que, en la subasta de la Clínica Ponferrada, se antepusieran los intereses de una Fundación privado-eclesiástica a exigir que fuera la Junta de Castilla y León la que ejerciera el derecho a convertir en público Hospital que tanta falta hace a la sanidad del Bierzo, o cuando votaron al principio de la legislatura a favor de la escuela concertada. Luego, lógicamente, no pueden exigir lealtad a los bercianistas para que voten a favor de la Ley Celaá, cuando ni ellos son leales con su supuesto progresismo.
La opacidad en la que se han precipitado expresa, claramente, la pérdida no solo de sus identidades ideológicas (los únicos que no las han perdido son los bercianistas, carecen de ellas, la bandera berciana es la única que tienen), sino también sus perfiles políticos; sus fronteras se desvanecen, sus colores se confunden e incluso su acción de gobierno se asemeja cada vez más a sus predecesores, incluido el autoritarismo cada vez más exacerbado del señor Alcalde o el meapilismo que no se le suponía a quien no hace tanto se declaraba agnóstico o incluso ateo. ¡Ay don Olegario!, lo que usted decía de algún concejal “usita” que recorrió un camino similar, en materia eclesiástica, al suyo. Pero ya sabemos que los cargos públicos de la franquicia pesoista sostienen una cosa en la oposición y hacen otra, una vez en el poder. Es una de sus señas de identidad.
Lo que hacen es exprimir todas las posibilidades que les brinda una sociedad que ha abandonado el control social del poder en manos de quienes controlan esas franquicias políticas que son hoy los partidos políticos, que son los que mediatizan la práctica totalidad de la escasisima vida política y social local. Mientras, amplios sectores sociales, asqueados y desanimados por esta situación, se van refugiando en una insensata indiferencia
Vistas las mentiras, las medias verdades y las dobles morales que se gastan estos ‘progresistas’, se entiende mucho mejor cómo partidos autodefinidos de izquierda han podido cometer la mayor escabechina político-social y el mayor atentado a derechos fundamentales, con la ley mordaza y el Estado de Alarma como instrumentos, que recordarse pueda. Porque señores, las cosas no son de izquierda en razón de que las hagan unas personas o partido que se declara de esa ideología, sólo lo son cuando lo que se dice de boquilla se corresponde con lo que se hace.
Por eso, cuesta creer que don Olegario y su equipo puedan ser los que vayan a sacar de la desolación a Ponferrada, no es que dude de su habilidad ni de su inteligencia, de lo que dudo es de sus pretensiones y de su credibilidad. Es el escepticismo que bordea las buenas intenciones de los que, desde que llegaron al poder municipal, nunca fue capaces de demostrarlas.
Ya nos decía Jean-Paul Sartre en un viejo articulo prensa titulado Las elecciones, una trampa para bobos: “Cuando voto, abdico mi poder, es decir la posibilidad que hay en cada uno de nosotros de constituir con todos los demás, un grupo soberano que no necesita representantes”.