[LA PIMPINELA ESCARLATA] Los cuadros de ver y los cuadros de enchufar
EDUARDO FERNÁNDEZ | Hay quien piensa que el alcalde solo acierta cuando rectifica, que tanto recuerda las cosas que le decía Fraga a Felipe González. Después de oírle hablar de un amigo bibliotecario, no acierta ni cuando rectifica tampoco. Es lo que tiene repartir puestos en listas a quien no los pide. Conocíamos a uno que en época preelectoral te pedía el DNI para una cosa y luego asomabas con cara de espanto a una candidatura que no estarías ni dispuesto a votar. Imagino a mi amigo agarrado a su carné desde el lunes sin soltarlo por si acaso. Confío en no perjudicarle proclamando amistad porque como persona de múltiples afinidades en todo lado del espectro, político y fantasmal, puede incluso ser amigo mío, que ya son ganas.
Ya me han leído recordarles a ustedes la idea de Unamuno de que en España nadie aplaude a favor de otro, sino que siempre se aplaude contra alguien. Ponderar la labor de un funcionario –con la ciudad del dólar a favor, o quizás precisamente por ello a la contra, para fastidiar– deja en una posición más desairada a la concejal del área de Cultura, que parece tener menos ideas para la protección del patrimonio arquitectónico. Yo hago de ella una valoración aparentemente mejor que su alcalde en la radio al amagar con buscarle recambio, pero es que me cae bien. Recuerdo lo que me costó como Delegado Territorial convencer a la Consejería de Educación, y lo que es peor, a la de Hacienda, de la necesidad de que Ponferrada tuviese una Escuela Oficial de Idiomas y un Conservatorio dignos –cosa que sólo por empeño personal de Herrera salió adelante-–y no olvido los que en uno y otro centro empujaron en la misma dirección. En Ponferrada se pasa del dos de una lista a que busquen recambio con la misma facilidad que me desaparecen los hojaldres a mí en la despensa, sin saber cómo ha sido. Esas cosas se piensan al minuto siguiente de ofrecer puestos y luego, claro, se rectifican, iocandi causa.
Dice el alcalde en la radio que la oposición es bastante flojita. Lo sabe quien atizó lo suyo y se duele de pupitas cada vez que le recriminan algo. Hay quien cree que en el gobierno local la aspereza se pasa de la piel al carácter y se les pone como de dermatitis atópica con la crítica de la oposición. Tampoco será para tanto. Es insensatez acusar a todos de flojera, lo que puede llevar a que le suban varias octavas el tono opositor y de ello tendrá la culpa él solo, porque mira que flancos abiertos a la crítica tienen a montones. Como los tiene cualquiera que gobierna. Aunque esté tan en las antípodas de mi forma de pensar y actuar en política como Folgueral, yo jamás diría de un representante elegido por los ciudadanos que su partido es insignificante, y no porque luego lo pintan llorando desde Granada hasta Fez como Boabdil, la peña se parte y el aludido se duele al hierro. Para qué provocar. No lo haría porque cada concejal de Ponferrada, del gobierno o de la oposición, está ahí por el voto ciudadano, por la voluntad popular y eso es sagrado en democracia. Claro está, que no sé cómo afecta la laicidad a las cosas que a mí me parecen sagradas en la convivencia ciudadana, y el alcalde bien puede tener un criterio sobre la insignificancia que retrata a los suyos cuando están en la oposición. A Folgueral, como a Morala, a Tarsicio o a Morales no les pone gente más insignificante que a los del equipo de gobierno y el Partido Socialista, que en ocasiones lo ha pasado tan mal electoralmente, debería saber que considerar insignificante a un partido que tiene representantes institucionales se presta fácilmente a que se sientan heridos quienes les respaldaron con su voto. Me gusta mucho más el Olegario que no se deja arrastrar por el populismo de algunos de sus socios, pero hace tiempo que no lo vemos.
Para considerar a la oposición flojita siguen con ella una estrategia política incomprensible, que es ir permanentemente detrás. No me extraña que la gente le pida a Morala que denuncie cosas, porque en el gobierno local corren a desmentirle, pero rectificando su política municipal. Y así nos acordamos algunos de aquello de que los socialistas solo aciertan cuando rectifican.
Puestos a no provocar, yo haría menos chanzas con los cuadros de la luz y los enchufes, porque en esos cuadros eléctricos se puede terminar enchufando algún pariente de los que luego hay que dar cuenta. Y claro, sería el mejor candidato. O candidata. O incluso el único. O la única. Con un impresionante currículum. O curricula. Hay quien guarda lo del cuadro de los enchufes como foto preciadísima para las siguientes contrataciones municipales. Cuando la gente es tan mala, para qué recriminarle flojera.