[PAJARITOS Y PAJARRACOS] Cobrar por limpiar Ponferrada
XAN DAS VERDADES | Al PP se le ha venido acusando de gestión corrupta en el ayuntamiento de Ponferrada sin que la oposición, el PSOE, nunca haya hecho nada por investigarlo. Más todavía, si alguna vez por iniciativa externa se promovió desenmascarar esa lacra fue el propio Partido Socialista el que no se cortó de abortarlo; Miguel Martínez sabrá el porqué de esa rajada.
Al PSOE se le acusa no sin razón de sectario y enchufista sin que la oposición, el PP, haya hecho nunca nada para pararle lo pies y evitarlo; y sí les cabe alguna duda ahí tienen de nuevo al rescatado Peter Pan Azuara y a Campanilla Marqués para constatarlo.
Ambos grupos coinciden en el objetivo, o sea que van a lo mismo, y difieren en la praxis. Mientras unos van por la pasta gruesa los otros van a la pasta fina, o sea unos a los pelotazos y otros a las canojías. Fina o gruesa, pasta gansa al cabo, la sacrosanta pasta esa de la que tanto aborrecen hablar y dirimir cuando hay público y prensa presentes, pero la misma pasta que, cuando toca, defienden con uñas y dientes ya sea pariendo retorcidas justificaciones o aburriendo a la razón con auténticas majaderías.
Consumado el reparto con la correspondiente división de opiniones entre los que mandan y los que chupan rueda, nada más que decir. Así es esa lotería trucada en la que a todos les toca algo, ya sea el gordo o la pedrea y nunca el reintegro cuando nada arriesgan en el envite. Ahora que ya tienen garantizada su pasta lo que procede es que defiendan la de sus jefes: los ciudadanos.
Exigencia capital en la que no caben las medias tintas por parte de esos electos asalariados; ese es el trato: cobran sencillamente porque en en su sueldo va el impedir que roben a todos sus convecinos.
En otra columna anterior se alertaba de la presunta existencia de una banda criminal organizada para delinquir en el ayuntamiento de Ponferrada, al que se habría venido saqueando desde hace más de dos décadas sin que en ningún momento hasta la actualidad haya cesado en sus fechorías. La persistencia de esas conductas presuntamente delictivas siempre lideradas por un mismo individuo y ejecutadas por un buen número de personas con ánimo de desfalcar al municipio no son una ensoñación calenturienta. Es un relato concreto de hitos comprobables y anclajes precisos en la realidad de unos hechos anómalos que viniendo del pasado aún perduran.
El cambio de color político en el gobierno consistorial es la oportunidad de oro para esclarecer este asunto. En sus archivos están los soportes documentales, negados y ocultados torticeramente, necesarios para sostener la fuerza probatoria; en su corporación están los nuevos munícipes legal y éticamente obligados a activar los resortes para garantizar la necesaria transparencia, y en su plantilla están los altos funcionarios llamados a velar por la legalidad incoando el expediente correspondiente para que sean los tribunales de justicia quienes finalmente depuren las responsabilidades.
Los ponferradinos tienen el legítimo derecho a saber qué ha pasado durante esos cinco lustros de ignominia
Ya sé que este es un plato de mal gusto para algunos de la corporación, pero es lo que hay. Ya sé que van a encontrar el apoyo de los tibios que siempre dicen eso de que hay que mirar para delante, que todo estará prescrito, que nada que no sean inútiles enfrentamientos se va a conseguir, y que lo mejor es dejarlo como está. Pero no, esa es una mala opción y una indignidad en la que el derecho y la limpieza democrática claudican ante la corrupción y la vaguearía de quienes se lucran del erario público. Los ponferradinos tienen el legítimo derecho a saber qué ha pasado durante esos cinco lustros de ignominia.
Han pasado muchas cosas y muchas de ellas escandalosas. El infortunio de Ponferrada y el Bierzo no es ajeno al clima reinante durante la larga noche de corrupción tolerada. No sería de recibo trasladar a los vecinos que a los golfos, causantes en gran parte de sus desdichas, se les perdonan las fechorías y que su codiciosa insolidaridad es premiada dejándoles disfrutar del botín. No es aceptable que hasta el momento la impunidad sea el resultado de la complicidad manifiesta y el baboseo interesado, pero lo que sería imperdonable a partir de ahora es que a esa impunidad la consolide la pereza.
Decenas de millones euros de todos los ponferradinos han sido apropiados indebida e irregularmente en las diversas secuencias temporales de una rapiña tan antigua como incesante. A día de hoy ese drenaje ilegítimo se sigue produciendo a través de las trapecerías más descaradas, tan descaradas que alguna está recogida explícitamente en las grabaciones de la trama Enredadera.
Olegario Ramón no se puede inhibir y su corporación tampoco debería, es un asunto gravísimo que, pese al poco recorrido mediático logrado hasta el momento, puede sintetizar la quintaesencia de la corrupción patria más profunda. Aquella en que gentes sin escrúpulos no ha dudado en convertir a una institución pública en el instrumento ejecutor del saqueo a la propia ciudad que gobierna y representa.
Los miembros de la Corporación tienen una patata caliente en este asunto si quieren ser consecuentes con su condición y con sus obligadas convicciones. No es un asunto fácil desmontar arraigados contubernios, no les va a salir gratis plantar cara a la indecencia cronificada, las presiones les llegarán por babor y estribor y desde proa a popa. Son demasiados años entretejidos de compra de voluntades y manipulación informativa como para que los intereses bastardos cedan y se dejen extirpar sin más. Seguro que presentarán una dura batalla, tienen muchas armas, pero la más segura para ellos, a la vez que más sutil y eficaz, será intoxicar con lo inútil que resulta mirar hacia atrás y lo inteligente que es olvidarse y no abrir ese podrido melón.
Esperemos que esos interesados cantos de sirena no confundan a la corporación y actúen en consecuencia haciéndose merecedores ética y laboralmente de los dineros que cobran.