[LA OVEJA NEGRA] La manipulación, también, es violencia
GERMÁN VALCÁRCEL | La “alteración” social ocasionada en Ponferrada por el documental sobre el acoso sexual y “asesinato” social de Nevenka Fernández, tanto en la mayoría de los sectores conservadores de la ciudad como en el de algunos progres clasemedianos, ha venido a demostrar que la sociedad berciana es un ecosistema inmejorable para el desarrollo de toda clase de aberraciones.
El documental, al margen de la terrible historia personal que cuenta, es, también, un reflejo de un tiempo en que la honradez y el respeto a las leyes no cotizaban en la bolsa del mercado electoral de una ciudad que padecía -padece- el cáncer de la corrupción y el caciquismo, ante la indiferencia suicida de unos habitantes idiotizados y encanallados con las baratijas multicolores de una falsa y provinciana modernidad, y que hizo del fraude una forma de vida. Cuantas veces habremos oído en los bares de la ciudad aquello de: “Roban, pero hacen”.
Por otro lado, las y los clasemedianos progres y su banda de representantes institucionales han encontrado un nuevo filón para seguir con la venta de su mediocre circo y la superioridad moral de las aspiraciones y certezas clasemedianas, esas que con sus edulcoradas propuestas renuncian a cualquier transformación social que vaya más allá de la reforma de las costumbres.
El cinismo e hipocresía de estas gentes llego al máximo esta semana con la fotografía, distribuida por sus gabinetes de prensa a todos los medios de comunicación de la provincia, del Secretario Provincial del PSOE leonés, el alcalde ponferradino, la Senadora socialista berciana y otros cargos institucionales del partido ante el mural pintado en una calle de Ponferrada, realizado como maniobra propagandística y de promoción por Neflix y la productora del documental.
Tal vez la actual dirección del PSOE sostenga que ellos no colaboraron con el acosador. Pero falsean la realidad, mientras los muñidores y consentidores del infame pacto que llevó a Folgueral a la Alcaldía de Ponferrada, Iban García del Blanco siga sentado en un escaño en Bruselas, Óscar López dirigiendo Paradores, o en órganos de dirección del PSOE el perejil de todas las salsas que se han cocinado en las cloacas del PSOE local en los últimos treinta y cinco años, el mismo que fue a por la firma del Ciudadano Álvarez para sacar adelante la moción de censura; y uno de los apoyos políticos internos del actual alcalde, el PSOE y su franquicia local seguirán siendo una organización llena de opacidades, cual vidrio culodebotella, y su credibilidad ninguna.
Me pregunto dónde han estado, todos estos años, esas señoras y esos señoros que durante dos décadas han callado, cuando no colaborado política y socialmente con el agresor, y ahora se dedican a pedir reparación y reconocimiento a una persona que tuvo que huir y exiliarse de la ciudad donde nació para reconstruir su vida. Hagan esa reparación, pero no la utilicen para hacerse autobombo.
Mucho me temo que la misoginia y el caciquismo seguirán impregnando la vida política y social del Bierzo. En el fondo todos sabemos que lo que está ocurriendo pasará, se olvidará, como ha estado olvidado durante veinte años. Somos conscientes que no es más que marketing, mera publicidad. Sin ir más lejos ahí tenemos al muy progresista alcalde de Ponferrada practicando el mansplaining (algo así como machoexplicación) en las redes sociales el mismo 8 marzo, y dejando claro, de paso, lo poco que le gusta la pluralidad, apelando “a la gran alianza de todas las mujeres y del movimiento feminista” y señalándoles el camino del posibilismo progre-clasemediano como el único viable. De sus palabras se desprende que cualquier feminismo que no sea el de su partido y afines parece no tener los pies en el suelo. Nuestro alcalde proclama que el único feminismo digno es el capitalista-liberal, sensato y patriarcal.
No nos dejemos arrastrar por la verborrea huera que llega desde los altavoces del poder
Cada día constatamos que el ejercicio del poder o practicar esa “profesión” que algunos ejercen en las instituciones es una nefasta y peligrosa adulteración de la política, la acción de unos encanallados, egoístas e insolentes “representantes del pueblo” que lo único que pretenden es medrar para conseguir privilegios, fundamentalmente económicos y los oropeles sociales que conlleva ejercer de capataces y caporales de los poderes económicos y financieros, para así poder escapar de la vida mediocre y misérrima a la que nos quieren condenar a los demás, con su “gestión” y decisiones.
Hacer política, para servidor, es, fundamentalmente, lo que hacen algunos colectivos ciudadanos, entre ellos los diferentes colectivo feministas que no se dejan tutelar por partidos políticos ni instituciones, los nuevos movimientos ecologistas, los defensores de la sanidad pública, los que denuncian en las calles, incluso quemando contenedores (el supuesto pacifismo clasemediano no es más que privilegio de casta), la brutal violencia que esconde la ley mordaza, las colas del hambre, los desahucios, los suicidios, las torturas policiales, la corrupción, las puertas giratorias, las prebendas vitalicias de la casta política, la corrupción, el clientelismo, el discurso del miedo, el agravio comparativo, las exenciones fiscales de algunos, el incumplimiento de “su” Constitución, el enchufismo, la política del pelotazo, la inmatriculación de bienes inmuebles por parte de la Iglesia Católica, la mamandurrias de los cargos de confianza, los chivatos, las mordidas, los programas incumplidos y un larguísimo etc., todo ello es brutal violencia, justificada tras lo que llaman estado de derecho y democracia.
Son esas personas libres, solidarias y responsables que se organizan “sin jefes ni caudillos”, que resisten, luchan y se movilizan de forma altruista y sin miedo, con valores éticos, por la defensa de derechos colectivos sociales y civiles, que, de manera soterrada, lenta, pero sin pausa, están intentando derribar las murallas de esta sociedad autodestructiva y podrida. Si se logra, será un proceso largo y doloroso pero ellos, no los profesionales del poder, son la única esperanza para intentar conseguir una sociedad mejor, más justa y la única forma de convertir la acción política en una actividad digna, aunque a don Olegario, en su clasismo clasemediano, le parezca cosa de perroflautas y que esa forma de hacer política nos conduce al caos.
No vivimos en una sociedad libre. Como mucho, vivimos en la ilusión de que lo hacemos. Las relaciones públicas, la propaganda y los medios de comunicación manipulados pretenden influir en nuestra visión del mundo y en lo que tenemos que pensar del mundo, ejerciendo una sugestión colectiva que sublima este sistema de vida y de la que se beneficia la casta político-empresarial, y sus “clientes” y siervos.
Seguramente por eso, para el alcalde ponferradino hacer política es el marketing, la comunicación política y el uso eficiente de las redes sociales, a las que tan adicto es, por eso es necesario que no nos dejemos arrastrar por la verborrea huera que llega desde los altavoces del poder, no asumamos sus manipulaciones; si lo hacemos habrán ganado la batalla antes de empezar a darla. Hay que tratar de reconstruir el sentido de palabras como política, democracia, socialismo, solidaridad o libertad, que han sido mal usadas por sus usurpadores. Para poder combatir a los explotadores y a sus sicarios, lo primero es iniciar el rescate del lenguaje.
Sostenía Eduardo Galeano que “vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en una cultura del envase que desprecia el contenido”. Esta semana Ponferrada ha dado un buen ejemplo de que el maestro Galeano acertó de pleno.