[LA OVEJA NEGRA] La tormenta que viene
GERMÁN VALCÁRCEL | La pasada semana saludaba alborozado, desde este mismo espacio, el nacimiento de un movimiento vecinal de oposición al despliegue de renovables eólicas en la zona Oeste del Bierzo. Una semana después, se puede afirmar que los “profesionales del pastoreo” ya han tomado posiciones para intentar reconducir la posible radicalidad, auto organización y autonomía que dicho movimiento pudiera o pudiese tener.
Seamos claros y dejemos de auto engañarnos, todos sabemos (si no solo seríamos unos necios ignorantes) que la aparente oposición de los profesionales de la representación política –curiosamente todos miembros del PSOE, partido responsable del despliegue– que han salido públicamente a pronunciarse –de entrada– contra los parques eólicos, solo buscan subir el precio de los terrenos y las contrapartidas, tanto del ministerio de Transición como de las empresas que van a poner en marcha esos parques eólicos. Ya saben aquello de “OTAN de entrada NO” que tan bien ilustra la forma de actuar del PSOE.
¿De verdad alguien piensa, por poner el ejemplo más evidente, que el alcalde de Corullón, diputado provincial y responsable de infraestructuras de la Diputación Provincial de León, va a ir muy lejos en su disidencia? Al menos los alcaldes de Barjas y Toral de los Vados, ambos también del PSOE, han sido claros. Es el viejo y manido juego del poli malo poli bueno al que el pesoismo tan bien sabe jugar.
¿Alguien cree que los miembros de los sectores agroindustriales y turístico se van a enfrentar a los planes del Ministerio que va a repartir los fondos europeos para la “recuperación”? Si es que al final llegan. Por otra parte, conviene no olvidar que el Ministerio de Transición Ecológica lo es, también, del Reto Demográfico. Están en su derecho, pero al menos deberían dejarlo meridianamente claro y no intentar, una vez más, manipular, llevando el agua de la lucha al molino de la mercantilización del agro y la dysneylización de la naturaleza. ¿Alguien piensa que el sector reformista del movimiento ecologista va a ir más allá de los juzgados y los despachos (controlados ambos por los responsables del ecocidio) en su lucha contra el modelo de “sostenibilidad” basado en energías renovables y “empleo verde” que lleva décadas defendiendo? ¿Alguien me pretende convencer de que quienes creen que se puede comprar un estilo de vida sostenible con dinero y que hace ya mucho vendieron su alma a la política institucional y al caduco y ecocida modelo tecno industrial, basado en el crecimiento, van a llegar muy lejos en sus luchas? Mi creciente desafección hacia esta forma de entender el ecologismo es lo que me ha llevado a alejarme y ver con total desconfianza su forma de actuar.
Hay que reconocer que el reformismo ecologista ha colocado en el debate social y político algunas reivindicaciones del ecologismo, pero ha sido a costa de abandonar el ecocentrismo en favor del utilitarismo y del globalizado capitalismo verde neocolonial.
La “sostenibilidad” es un manto que disimula la ceguera y cubre el egoísmo de las antropocéntricas y cada vez más reducidas clases medias de esta parte del mundo. Allá cada cual qué complicidades busca y con qué compañeros de viaje decide hacer el camino. Pero me temo que, como en otros muchos casos, solo quedara un gélido páramo de frustración y desengaño, terreno fértil para el ecofascismo y el pasotismo.
Me gustaría, desearía equivocarme, pero el sistema tiene sus reglas y los que solo quieren jugar en ese terreno y con las reglas que nos impone, lo único que pretenden es reformar lo irreformable, y como se ha dicho en infinidad de ocasiones, intentar reformar el capitalismo es como querer perfumar la mierda.
El ecologismo sin conciencia de clase no tiene más recorrido que hacer de sostén de un sistema basado en el ecocidio
Mientras, sigamos enfrentando los gravísimos problemas que nos aquejan, creyendo que el planeta es un recurso al servicio de la especie humana, estamos condenados al desastre. Mientras no ubiquemos con precisión al enemigo, cualquier movimiento que hagamos no pasara de folklore reivindicativo, sin más objetivo que convertirnos en producto de consumo de los medios de comunicación que, pasada la novedad, no solo olvidaran a los que ahora dan facilidades y visibilidad, sino que, cuando esas empresas empiecen a contratar campañas publicitarias en sus medios, esos movimientos de base serán ninguneados, desprestigiados y tachados de enemigos del “progreso y del bienestar”, desde esos mismos medios. ¿Acaso ya hemos olvidado lo ocurrido con Cosmos y Forestalia?
Tal vez algunos crean, ingenuamente, que se puede hacer ecologismo sin hacer política. El ecologismo que pretenda no hablar de política es inane, el ecologismo sin conciencia de clase no tiene más recorrido que hacer de sostén de un sistema basado en el ecocidio, la explotación de todos los seres vivos y el expolio del planeta. Puede que algunos no vean, o no sean conscientes, de los intereses de clase y jerárquicos que algunos, incluso dentro del movimiento ecologista defienden. Son esas “elites” que terminan fagocitando estos pequeños movimientos de contestación los que usufructúan el modelo jerárquico, explotador, competitivo y su concepción del hombre y relaciones entre sí y con el entorno. Son la punta de lanza más sofisticada del sistema para encauzar la disidencia. Son lo que se llama la disidencia controlada. Nunca los beneficiados por el sistema se han organizado para ayudar o servir a los marginados y excluidos, ni para confrontar con él.
Nos engañaremos, y engañamos a la gente haciéndoles creer que la crisis ambiental y civilizatoria se va a reconducir y solucionar con inversiones en tecnología y “desarrollo sostenible” para continuar haciendo lo mismo. Muchos ya hemos leído estudios e informes suficientes para saber lo que se avecina, cuáles son los motivos que han ocasionado y ocasionan el desastre, completamente desbocado que galopa pisándonos los talones.
Lo mismo que otras muchas personas, pensé, durante décadas que las mal llamadas energías limpias eran la respuesta. Parecía realista, factible, incluso bonito, y lo mejor que ayudaría a salvar el planeta. Creí, porque era una creencia, que si convencíamos y elegíamos, en las instituciones, a los “demócratas compasivos” con “conciencia ecológica” ganaríamos la batalla, la batalla por la vida.
Desgraciadamente solo era un “sueño verde”, ensoñaciones ajenas a la realidad, ya que nada surge del vacío. Ese “sueño verde” no tenía en cuenta la extracción de minerales necesarios para construir las sofisticadas máquinas de producción de energía, ni los vertidos tóxicos que ocasiona en las cuencas hidrográficas la macro minería y la producción industrial de esos aparatos, ni la dependencia de los combustibles fósiles para esas extracciones y producciones, ni los millones de pájaros y otros seres vivos masacrados por esos dispositivos, ni siquiera el dolor y expolio colonial que ocasiona en los países que disponen de esos minerales.
Los habitantes de las sociedades industrializadas estamos completamente desconectados de las geografías que habitamos. No es culpa de nadie, simplemente es así. Si fuéramos capaces de ver lo que estamos haciendo, si escucháramos, veríamos un mundo que está muriendo, asfixiado, torturado y mutilado, sacrificado en el altar de los beneficios y la producción.
Es un momento difícil para el ser humano debemos ser conscientes de lo que pasa y lo poco que podemos hacer al respecto. Pero debemos ser política e intelectualmente honrados. La tecnología no va hacer que cambiemos la trayectoria hacia el desastre porque la tecnología es la que nos ha traído hasta la actual situación. Otro día volveremos sobre la senda del decrecimiento, la destecnologización y la simplificación de nuestro modelo de vida.
Ya decía Agustín García Calvo, en Contra la democracia: “No hay forma de Poder sobre la gente que pueda ejercerse si no es a través de la mentira”