[LA OVEJA NEGRA] El concejal díscolo y la Ponferradina
GERMÁN VALCÁRCEL | Seguiré posando mi mirada en lo que ocurre en ese estercolero que es el Consistorio de esta depauperada ciudad, por mucho que esos expendedores de legitimidades, especialistas en manipular, gentes que ponen las causas y los ideales al servicio de sus intereses personales, afirmen que «los críticos sin alternativas» nos repetimos mucho (“cosas de Germán”, dirá alguna de las fieles “adoratrices” de nuestro “fiable” alcalde). Qué quieren que les diga, me repito tanto como lo hacen ellos y ellas, y seguiré repitiéndome mientras sigan haciendo lo propio, como se repetía Sócrates hasta que le mataron por cansino.
Lo seguiré haciendo, incluso, a pesar de las campañas de desprestigio personal y a riesgo de ser acusado de cualquier infamia, incluso de odio, acoso o rencor (vaya atándose los machos el concejal desertor, sé de que hablo, como también lo sabe bien algún que otro ex compañero de partido) por parte de un alcalde y un entorno socialista que, apesebrado y presto a labrarse un futuro a su sombra, destruyen cualquier forma de comunicación veraz y enriquecedora con, y entre, los ciudadanos al olvidar que disentir no es más que ejercer de espejo crítico, y acabar con la disidencia lleva a la anquilosis. La crítica es un arma contra los totalitarismos, aunque tal vez para estos personajes lo que es material peligroso es el pensamiento libre.
A día de hoy, la bronca publica que nos han ofrecido esta última semana el alcalde ponferradino y el concejal Manuel De la Fuente, con el resto del grupo socialista ejerciendo de palmeros del jefe, no es más que una lucha de egos obesos. Me permito afirmarlo porque todavía no ha sido aportada ninguna prueba fehaciente -más allá de insinuaciones no probadas- por parte del díscolo concejal de que el equipo de gobierno haya cometido algún acto no ya ilegal sino reprochable, al menos en este asunto y en este momento “procesal”. Otra cosa es que no se nos esté diciendo toda la verdad sobre la prórroga de ese convenio, lo que esconde y lo que pueda ocurrir con la revisión del PGOU, ya anunciada por el señor alcalde. Los contratos puente y las disoluciones de fundaciones y empresas en diferido son las aportaciones a la ciencia política de don Olegario Churchill y de su equipo de confianza. No duden que terminaremos sabiendo, o tal vez no, por qué una entidad financiera que, como el Banco de Santander, desahucia a cualquier ciudadano por el impago de una miserable hipoteca, sin embargo, renuncia a pleitear por un impago de tres millones de euros.
Alguien que aspiraba a ser concejal de deportes debería saber que en lo tocante al futbol o se tiene fuego real, o una claridad meridiana de cuáles son los intereses reales de los ciudadanos, o va a ser quemado en la hoguera de la demagogia. Las loas, incluso el miedo a enfrentarse a posibles corruptelas o tratos de favor, a uno de los instrumentos de alienación colectiva más efectivos que existen en nuestra sociedad, por parte de todos los portavoces de los grupos municipales, solo es una muestra. Díganme, si es capaz, algún improbable lector de encontrar la más mínima diferencia, en este tema, entre los discursos y actuaciones de los distintos responsables políticos.
Por otra parte escuchar, estos últimos días, a algún periodista deportivo, disfrazado de aguerrido forofo, arremeter con pueriles argumentos contra el indisciplinado concejal daba vergüenza ajena, como vergüenza y bochorno dio escuchar, tiempo atrás, en otra emisora de radio, a otro periodista deportivo balbucear y agachar la testa ante la desagradable bronca que, en un ejercicio de soberbia y prepotencia, le dedicó, en directo y en la propia emisora en la que se gana su sustento, ese “hombre de negocios” disfrazado de presidente benefactor de una entidad que “tan lejos lleva el nombre” de esta depauperada ciudad y, por decirlo todo, sus oficinas también sirven de abrevadero de políticas en paro y su palco de pasarela de vanidades de los y las que están en activo, además de lugar donde se llevan a cabo negocietes y otras actividades menos confesables.
Sobre la Ponferradina corren muchos rumores y no precisamente ligados al deporte. Seguramente tendremos que estar atentos los próximos meses -al margen del convenio- a alguna operación urbanística, no vaya a ser que nos den árboles y viviendas sociales “volando” por recalificaciones inmediatas que aumenten el valor económico de algún que otro terreno. Que los equipos de fútbol son instrumentos de afirmación empresarial lo sabemos todos. El ejemplo de Florentino Pérez es bien conocido y está a la vista de todos.
Hay que ser un imbécil de proporciones sobrehumanas para adornar la acción política con trucos de barraca de feria
Además, en pequeñas ciudades como Ponferrada, si sus directivos logran ligar la identidad de la misma al equipo de fútbol habrán ganado la batalla; lo escuchado estos días en el salón de plenos del Consistorio y en los medios de comunicación locales confirman que esa identificación se ha logrado, y esos directivos no van a dudar en pasar a cobrar la correspondiente factura.
La reacción, por parte de don Covidio Ramón al hacer público el señor De la Fuente un desencuentro que viene de lejos, ha sido previsible y la esperada en un personaje que en menos de dos años y prácticamente desde el primer pleno como alcalde ha dado muestras suficientes de confundir autoridad con autoritarismo, lealtad con servilismo, liderazgo con prepotencia y, además, ha dejado al descubierto una ética bastante utilitaria, al emplear, en este como en otros asuntos, artimañas de leguleyo, no de conocedor del Derecho, como le han recordado ya los tribunales en más de una ocasión, tanto en asuntos públicos como privados, aunque su manera de actuar en estos últimos hace pensar que no sabe separar unos de otros. Don Olegario en temas relacionados con el Derecho, o los derechos de los demás, está demostrando una hipocresía y mala fe sin límites, o una ignorancia supina.
Los malabares baratos y los efectos especiales están reservados para el cura, para el trilero, para el vendedor de crecepelo de la teletienda, pero hay que ser un imbécil de proporciones sobrehumanas para adornar la acción política con trucos de barraca de feria. De todos los imbéciles, el político que de esta manera actúa es el peor porque su imbecilidad hace daño a muchos, empezando por las ideas que dice representar.
Otro ejemplo de la hipocresía de estos tartufos que nos gobiernan vestidos de rojo lo muestran cuando en la oposición hacen ostentación de espíritu laico y republicano, pero cuando cogen la vara de alcalde se convierten al caciquismo católico, apostólico y romano más obsceno. Don Olegario ha dado muestras fehacientes, esta misma Semana Santa, de gustarle las llaves del sagrario e ir bajo palio, aunque sea detrás, más que a ese cristiano viejo que ejerce de portavoz popular, don Marco Morala. Se ve que eso de Iglesia y Estado asuntos separados era pura pose en el actual alcalde, como tantas otras cosas. Imagino el descojone y la indignación de algún que otro antiguo concejal de USE, incluso intuyo la meliflua sonrisa de su actual portavoz.
Como estoy tan despegado del mundo real, mi paciencia no tiene límites, pero mi cansancio sí, y estando en una etapa de autismo pesimista, tan pesimista que ni siquiera soy agresivo, y dado que a los libertarios nos repugna el psicoanálisis como recurso remendador del yo individualista, hoy me voy a permitir recomendar a don Olegario y a su equipo de gobierno que ciertas maneras de actuar pueden ser, además de repugnantes, muy peligrosas, Consulten con el responsable de la comunicación institucional, asesor de cabecera y licenciado en Derecho, no en vano tiene a sus dos últimos jefes en la cárcel.
Alguien tan erudito como el actual jefe de prensa podrá contarles que una de las veintidós Leyes Inmutables del márketing reza, según los afamados mercadólogos norteamericanos Al Reis y Jack Trout, que “el éxito conduce a la arrogancia y la arrogancia al fracaso”. Ellos parten de que el ego es el enemigo número 1 en los negocios y en la política.