[LA PIMPINELA ESCARLATA] La pinza
EDUARDO FERNÁNDEZ | Entre los nebulosos whatsapp que pueblan chats concejiles hay todo tipo de literatura de calidad. Parece destacar en el de los que mandan que se anunciaron abducciones de concejales díscolos que ni en las mejores sagas de extraterrestres. Este medio parece ser una gran nave espacial que recoge a diestra y siniestra intrigantes sin fronteras. Como no soy ni aspirante a sanedrín, tampoco soy díscolo-abductor, ya que mi reconocida incapacidad para sugerir oposición de izquierdas me inhabilita a tan enjundioso fin. Eso sí, ya se me saltan las lágrimas: que si desde dentro filtraban cosas de un concejal para que no salieran otras del alcalde y una concejal compañera. Aguanto la respiración. Dije hace años que la política ponferradina nunca defrauda y vamos camino de un serial de amor, lujo, traición, celos y carrera por la esencia de la progresía, que es el pegamento que une semejante folletín. Habrá quien piense que no merecemos un gobierno local así. Yo, por el contrario, disfruto de lo votado.
El estilo de enseñar la puerta a alguien que uno mismo ha elegido dice poco de la forma de elegir los integrantes de las listas. Es un récord, equivocarse al montarlos y al desmontarlos en la candidatura en el plazo de medio mandato, que más que un equipo de gobierno parece una montaña rusa de emociones fraternales y un carrusel de proyectos de progreso truncados. Tan autoritario tic me produce cierta envidia en esto de mostrar ordeno y mando, dado que uno puede haber cometido sus deslices al fichar o al apartar a alguien [vamos, los del pensamiento único palmero, que este es el momento de correr a twitter], pero en el lapso de dos años encadenar dos pifias contrarias es de reconocimiento internacional y medalla al mérito en el desacierto.
Que con tal salida -lo de la etiqueta de díscolo es favor propagandístico que algunos le hacen al consejo regulador del unto- se anuncie una oposición de izquierdas no habrá de dejar indiferente a USE ni contentas a Unidas Podemos por causas diversas. En el primer caso, porque debo de andar con radar politológico averiado, pero USE me tenía más pinta de izquierdas que otra cosa, y oposición hacen. Eso sí, a mi parecer y al del recién salido del equipo de gobierno -cuán extraña coincidencia- nunca hay suficiente flagelo de izquierdas para un gobierno que se dice de izquierdas. Ni siquiera voy a mencionar lo de la cosa cainita que tanto celebramos en la derechona. En el segundo, porque a pesar de un atronador, pero hueco, aparato retórico, la participación de UP en el gobierno municipal ponferradino las sustrae de la izquierda pura y las arroja a la izquierda sumisa a la disciplina de voto que tanto atan las percepciones de dedicaciones y prebendas varias. Desde la huida a Galapagar, la escolta, los asesores y el coche con chofer ya nada ha vuelto a quedar incólume en los principios sacrosantos de la integridad morada. Ni una Neurona.
El caso es que vamos a tener oposición de izquierdas. Y como no me cabe duda de que tenemos oposición de derechas, vuelvo feliz a los añorados tiempos de Anguita. Me emociono. La pinza. En un mismo día, que vuelta a ver qué título tiene sorpresa y qué líos propios tapaban alcalde y concejal socialistas dando caña filtrada a un colega. Con otros asuntos así en los dos años sucesivos la idea de envolvente dinámica provocará tanto dolor de cabeza en el Ayuntamiento como sonrisa burlona en el Consejo, que la comparación no pasa desapercibida. Y presagia más apatía para atender a las cosas que verdaderamente importan y preocupan a la gente de Ponferrada. Están como para ocuparse de lo de todos con lo que descentra lo de uno mismo.
Que se van a buscar apoyos puntuales es un eufemismo para avanzar que hay que pescar manos en los plenos, lo que augura para las esencias de Unidas Podemos nuevas necesidades de tragar varios sapos de aquí al final del mandato. Seguro que muchos no son verduscos, sino azules y blancos. Es lo que tienen las leyes inexorables de la aritmética de las mayorías no absolutas. La mayoría de progreso busca más mayoría y encuentra menos progreso. Claro que, si el progreso es lo que hasta el momento se ha conocido, nadie lo echará de menos.
Me gustan las pinzas porque dan una idea más fiel de la realidad política y sociológica del municipio. Y más juego para entretenernos desde el balcón de la política. Dicen que a continuación vendrán esos episodios tan bonitos de discutir en cuántas comisiones está (y cobra) el grupo de no adscritos y fruslerías por el estilo. No será para tanto. Ahora bien, será por la cosa de la pinza, pero a mí, todo lo de la ruptura del grupo socialista, que será el colmo de la lucha por el compromiso de la izquierda, por momentos me devuelve el aroma de las vendetas de la derecha.