Luis Bermejo y Malena Alterio protagonizan un montaje que bebe del teatro del absurdo
La sinopsis de Los que hablan no puede ser más sencilla: “dos personajes entran al escenario para hablar el uno con el otro”.
Estos personajes son interpretados por dos espléndidos actores como Luis Bermejo y Malena Alterio, que se enfrentan a un magnífico texto de Pablo Rosal que bebe de la mejor tradición del absurdo y pretende “resignificar la palabra con una inocencia nacida en el siglo XXI”. La función llega al Bergidum el próximo viernes, 16 de abril (19.30 horas), dentro del programa de la Red de Teatros de Castilla y León.
Para el autor y director del montaje, Los que hablan pretende reencontrar, borradas todas las pistas, la experiencia del personaje originario del escenario, la experiencia animal del primer hablante. El molde, el maniquí. Presentar ante el espectador seres pre-culturales, siempre frágiles, en la cuerda floja, nunca acabados, antes de conseguir ser alguien”
Dos extraordinarios actores, Luis Bermejo y Malena Alterio, son en realidad dos personajes que se representan a sí mismos, sentados en torno a una mesa, con unas formas y una actitud que parecen indicar que su objetivo es dialogar, hablar de algo que tienen en común. En un tono eminentemente cómico teñido de reminiscencias del teatro de Ionesco, Beckett, Jardiel o Mihura, los dos personajes, situados frente a frente, callan, emiten sonidos guturales y onomatopéyicos, comienzan frases -que reiteran muchas veces-, llenas de lugares comunes, de obsesiones, de automatismos, de vacíos, de íntimas y vanas preocupaciones.
Las más de las veces las dejan en suspenso y ni siquiera escuchan a su interlocutor. En el aire pende una duda: ¿es posible aún la comunicación humana a través de la palabra? La comicidad de Malena Alterio y Luis Bermejo envuelve al espectador en un juego teatral de reminiscencias infantiles que sería muy difícil sostener sin dos actores de su talla.
La crítica ha elogiado el trabajo de la pareja de actores que “crean personajes con un gesto, con un golpe de voz, con una mirada. Que fácil lo hacen (…) Una actriz y un actor que llenan el escenario con su presencia, con su talento. Sostener cada palabra, cada momento, cada mirada no es fácil, Y ellos lo encuentran. Juegan, se recrean, disfrutan”.
Pablo Rosal ha elegido la desnudez no como un discurso sino como una herramienta, lo elemental como una forma de revelación continua y así “en Los que hablan solo hay poesía y payaso, poco o nada más”. Quizá por todo eso la puesta en escena solo depende de las interpretaciones de Alterio y Bermejo. Hay en todo el montaje una confianza absoluta en el trabajo del actor y su capacidad para generar realidad a través de lo que no existe. “¿Hay mayor puesta en escena que desplegar la palabra?”, se pregunta.