[UNA HABITACIÓN AJENA] De agendas y camisetas
Las pobres que hemos leído, no siempre podemos fingir que no acumulamos rencor
(Remedios Zafra, prólogo al libro de Brigitte Vasallo Lenguaje inclusivo y exclusión de clase)
NELLY BOXALL | Hola, soy Nelly, la criada de la señora Woolf, la de la habitación propia. Aprovecho el día de las criadas para escribir, para brindar altavoz a quienes no lo tienen, porque voz, voz sí que tenemos. Nuestra existencia no es interesante para enseñarla, ni glamurosa, nadie la va a exponer nunca en un congreso como referente de vida, no tenemos genealogía ni épica. Pero sí que interesa que existamos ¿quién sino iba a sostener la emancipación de “la mujer” empoderada? Porque no nos engañemos, todas las Virginias habéis podido hacer la revolución feminista a golpe de explotación de madres, abuelas, estudiantes y mujeres inmigrantes y, en el mejor de los casos, a golpe de talonario, cheques con los que miss y míster güonderful habéis comprado vuestra conciliación familiar, personal y laboral a una mujer más pobre que vosotras y evitado, de este modo, interminables y desgastantes negociaciones maritales que pusieran en jaque a vuestros maridos deconstruidos, lectores y hasta escritores de manuales sobre las nuevas masculinidades, esos Leonard cualquiera que han encontrado en el mantra de las paternidades responsables y la figura del aliado un nuevo nicho de mercado sociosexual. Sí sí, tal cual. Porque, vamos a ser claras, a ninguna se os ha ocurrido dejar de parir, dejar de someteros a bombas hormonales para poder embarazaros a una edad en la que podríais ser abuelas, dejar de emparejaros, dejar de hacerle el juego al patriarcado como si éste no se sustentara, precisamente, en esta unidad fundamental para el capitalismo… A ninguna se os ha ocurrido cuestionar vuestra participación como profesionales emancipadas en la rueda neoliberal, engordando cada vez más las gradas y los despachos de una universidad decadente y absolutamente inmovilista porque os dijeron que estudiar os hará libres y vanguardia… y así no tendréis que servir ni limpiarle el culo al abuelo.
De un tiempo a esta parte, empieza a interesar nuestra existencia como objeto de estudio o para ciertas propuestas de políticas estrella de dignificación del empleo doméstico (véaseme bajando por la escalera con una boa de plumas al cuello y bayeta en mano cantando quiero ser artista-quiero ser protagonista, cual vedette trasnochada y léase todo seguido y de carrerilla) Voy a ser “trabajadora del hogar” ¿Del tuyo, del mío, del suyo? Vamos, que sigas haciendo lo mismo, servir, pero con derecho a vacaciones pagadas y paro. Objeto, nunca sujeto. Últimamente, las Virginias del mundo elegís a una de nosotras para mostrarla en vuestros seminarios y conferencias como token “mire ministro, en mi finca todos saben leer y escribir, vamos Régula ¡¡¡firma para que te vea el señor ministro!!! A mandar, que pa’eso estamos”. Milana, Bonita. Y en el mejor de los casos, nos invitáis a hablar, a debatir sobre “lo nuestro…”; hemos cubierto el cupo, somos interseccionales y transversales y longitudinales, hemos sentado a una pobre en nuestra mesa y hasta el año que viene, Feliz Navidad.
Podríamos convenir en que nosotras somos feministas por persona interpuesta, por poderes… ¿Y quiénes nos representan señora? Quienes marcan la agenda, Nelly ¿Y quién decide la agenda, señora? Nosotras, la vanguardia ¿Y qué cosas mete la vanguardia en la agenda, señora? Los problemas importantes, Nelly, ten en cuenta que el Feminismo tiene tres siglos de historia ¿Y no será que ya está un poco viejo señora? (véaseme mirando a cámara de espaldas a la madre superiora y guiñando un ojo) Porque a mí me han dicho, señora, que con lo del coronavirus, las putas han tenido que hacer un craufandin de esos para recaudar fondos para poder comer, porque en las asociaciones a las que acudían a pedir ayuda solo les daban condones… Tonterías Nelly, el lobby proxeneta que nos quiere difamar ¡vamos a abolir la prostitución! ¡vamos a abolir el género! ¡vamos a…! ¿A abolir el empleo doméstico, señora? … Ah, se me olvidaba, la camiseta esa de Zara que pone “Soy Feminista” ya la tiene usted planchada, junto con las camisas del señor. No sé si quiere que la guarde con la ropa de la pasada temporada hasta la próxima manifestación.
El Feminismo hegemónico, oficial, institucional, predominante y canónico ha creado la fantasía de que todas venimos del mismo lugar, que somos un bloque homogéneo de demandas y reivindicaciones y que ¡Viva la sororidad hermana! Nos ha hecho creer como acuñó Amorós, pero para otra cosa, que somos las “idénticas”, reproduciendo de este modo el mecanismo que ha utilizado el patriarcado desde hace siglos para replicarse: tirar de canon. Nombra, define, decide y enuncia quien tiene el poder de nombrar, definir, decidir y enunciar, sin caer en la cuenta (o cayendo que, para el caso, tanto da) que este modo tan machirulo de proceder deja fuera y sin que se puedan oír voces como las nuestras, las de las mujeres que nos autodenominamos periféricas: las empobrecidas, las precarizadas, las gitanas, las rurales, las migradas, las racializadas, las transexuales, las putas, las discapacitadas, las analfabetas, las excluidas vaya (como las letras de Sabina ¿o también estaba cancelado?) Empecemos a hablar de agenda hegemónica y agenda periférica, la agenda de las expulsadas de esa Arcadia feminista de congresos, tribunas, escaños y cabeceras de manifestación, a ver si de una vez por todas, dejamos de ser objeto de estudio y campaña electoral y pasamos a ser sujeto de decisión y acción. La agenda, como España, no es “una, grande y libre” porque eso, señorías, nos quedaría un poquitín fascista.