[LA PIMPINELA ESCARLATA] Y usted, de esto ¿qué sabe?
EDUARDO FERNÁNDEZ | Iba a empezar a escribir unas líneas con las que atormentarles desde la pimpinela cuando he leído la tribuna de Javier Lago Mestre Tiempos comuneros en El Bierzo. No sé si les había comentado que formo parte de esa reducida Comisión Académica de los actos del V Centenario de los comuneros en la que hay representación de las cuatro universidades públicas de Castilla y León más la UNED. El mes próximo habrá un extraordinario congreso internacional sobre las Comunidades, con expertos de España, Francia, Inglaterra, Portugal y Alemania; esta semana comienza la exposición sobre los comuneros que conjuntará piezas únicas, lástima del covid que ha impedido la llegada de las piezas de Hernán Cortés desde Méjico. En Ponferrada habrá ocasión de rememorar la revuelta por la libertad con un curso de verano en la UNED que traerá grandes especialistas a principios de julio y se podrá ver la ópera comunera en el Bergidum en octubre, gran acierto de la concejal de Cultura. Lo de menos es que esta semana este seguro servidor de ustedes, con el profesor Rus, catedrático de Historia de las Ideas Políticas de la ULE, saquemos un libro sobre el pensamiento político en las Comunidades. Lo de más es que también aquí hubo quien expresó hace cinco siglos la oposición hacia una opresión que subordinaba el futuro de todos a las apetencias de mando de muy pocos. ¿Les suena? Hace estupendamente bien Javier Lago en recordar esos acontecimientos que no fueron lejanos, ni tuvieron que ver solo con Villalar y su derrota, como algunos leonesistas atrapados por el presentismo se empeñan en fabular, mientras que otros, reconocen el gran peso que León y su reino tuvo en la revuelta. Pero vamos que en esto, como en tantas otras cosas, quedémonos con lo de aquí.
La diferencia entre la opinión de Lago y la de los susodichos leonesistas recalcitrantes no está en la legitimidad de lo que cada uno defienda, que allá cada cual con sus (nuestras) matracas, sino en saber de lo que se habla. Por eso me espeluzno hasta que se me erice el flequillo que no tengo cuando veo la noticia de que algunos genios del gobierno local de Ponferrada se ponen a elaborar nada menos que un plan estratégico. Les puede salir una estrategia como la de bahía Cochinos y así cincuenta años más. Napoleón en Waterloo tenía más trazas de acertar que los improvisados pensadores de la estrategia. Porque aquí no se trata de buena voluntad y de alegre disposición. Yo la tengo cada mañana al ver mis lorzas para salir a correr la maratón, pero mi incapacidad me puede. Otros, tan inasequibles al desaliento como aversos al trabajo serio, prefieren ignorar sus evidentes limitaciones y lanzarse a capitanear un equipo estratégico del plan estratégico de la encuesta estratégica del paro estratégico de la despoblación estratégica de la pérdida de concejales estratégica. Y uno, que ha tenido la malhadada idea de dedicar esfuerzos a ese engendro que se llama diseño e implementación de políticas públicas se pregunta: y de esto ¿qué saben? Porque uno ha sido suficientemente gilipollas -es innecesario que lo digan ustedes, como ven- para haberse hecho las carreras de Ciencias Políticas y de Economía, de haberse colegiado en los dos colegios profesionales respectivos de politólogos y sociólogos y de economistas, de haberse dado de alta en el IAE y de tributar cada trimestre como contribuyente atrapado y resulta que, con un poco de entusiasmo juvenil y una encuestita se arreglaba todo. Eso yo, que no podría elaborar semejante plan, qué pensarán los que se han especializado en esto de verdad.
Confío en que los funcionarios que se pongan a ello, de cuya opinión seria al respecto soy bien consciente, consigan reconducir en lo que puedan ese despropósito, porque en esto hay mucho de especialización, de experiencia y de contactos, por no preguntarnos cómo piensan cubrir el trabajo ordinario que esos funcionarios estaban haciendo hasta ahora, que a algo se estarían dedicando. El desatino es la palabrería hueca que maneja esta peña, lo de “poner músculo a los proyectos”, que la frase es de una afectación rayana en la cursilería más ramplona. Si no saben armar una metáfora como Dios manda, como para esperar que acierten con la dichosa estrategia. En el colegio de politólogos y sociólogos se preguntan quién es el capitán que capitanea el fregado. Qué sabrán en los colegios profesionales, clamando por un contratito. Capitanear sería intrusismo profesional si no fuera porque quedará evidenciado de inmediato que su incapacidad inhabilita para capitanear una estrategia creíble. Eso siendo capitán, el día que llegue alguno de ellos a vicealmirante, Ponferrada se sale del mapa de las subvenciones. Esas que los suyos les niegan hasta ahora, para martirio de todos. Casi hay que agradecerles que el amateurismo lo dediquen solo a las cosas del patrimonio común que es la economía ponferradina, que igual cualquier día se arrancan a acabar con la pandemia y se nos vuelven equipo estratégico de virólogos aficionados. Eso sí, lo de “mejorar el día a día” ya me tranquiliza. Ahí sí se nota un paisano que sabe, que domina lo de las políticas públicas, que no capitanea, pero que surca los mares procelosos de las ayudas públicas sin miedo a que te denieguen las de la transición medio justa. Y ya me tranquilizo más cuando oigo lo de “buscar sinergias y políticas de transversalidad”. Que usted quiere trabajar, pues tome sinergia, que quiere un empleo, no se me queje, que va aviada o apañado con transversalidad, que no produce salario a fin de mes, pero queda chulo que te mueres en la jerga del gobernante local. Los veo en la prensa hablar con indecoroso desconocimiento de lo que tratan y, descreído ya de todo, me pregunto, y ustedes, de esto ¿qué saben?