[LA PIMPINELA ESCARLATA] Ayuso gana en Ponferrada
EDUARDO FERNÁNDEZ | Me parto con la carita de algunos sabelotodos de la política y destiladores de las esencias de la izquierda. Los veo intentando tragar aire como un pez fuera del agua, que se les ha hecho bola el resultado de Madrid y no les pasa gaznate abajo. En el país en que nadie pierde elecciones, la izquierda las ha perdido en Madrid, así en su conjunto, variadas familias y ramalazos. Y no lo pueden disimular. Ya se imaginarán ustedes la media sonrisa que tengo mientras les escribo esto, claro.
Tengo media sólo porque yo sé hasta dónde se pueden extrapolar esos resultados fuera de Madrid, que es hasta la tendencia y nada más. O nada menos. Qué necesidad tenían los gurús de la izquierda en hacer de eso un plebiscito sobre los bloques en la política, el desgaste del PP, la dependencia de Vox, la gestión de la pandemia, el arrase de la sanidad pública y hasta la monarquía. Pues eso, enfebrecidos por el coche oficial, los asesores, los escoltas, el manejo indecente del BOE, la púrpura del poder, las vistas desde Moncloa sobre una España sanchista y las de Galapagar sobre una España vallecana, no van visto venir el hartazgo de la peña. La gente, que decían los de morado que están en fuga hacia la puerta giratoria. Supongo que ahora vendrá la huida hacia adelante, más madera, más esencia de la izquierda -que la crisis que sufre el personal se diluye con lo del heteropatriarcado y la memoria histórica- y más polarizarse y diferenciarse del vecino al buscar el liderazgo del despojo, porque solamente una cosa me entretiene más que la despedida del que nunca dejaría Vallecas y ha sido Vallecas la que le ha dejado a él, y es el pulso del PSOE que pasa a tercera fuerza con Más Madrid.
Porque elPSOEquepasaatercerpartido -lo siento, pero ya es una categoría política y hay que escribirlo así- es todo un indicio, se ponga como se ponga ese Ábalos que sale a dar ruedas de prensa con la voz, la pose chulesca y la agudeza mental del que desayuna cazalla con churros, Madrid no es España, pero las tendencias son las tendencias. En esto las tendencias son tan contumaces como mi barriga, que cada mañana me levanto y la niego tres veces, pero ahí sigue al final del día. La tendencia es que los que están en Moncloa se queman, los de Ferraz ya no son lo mismo que los de Moncloa, las de Galapagar simplemente no son, los de Ciudadanos que venían a regenerar la política se han autodisuelto por una jugada de las de la vieja política, lo de las fallidas mociones de censura a favor del PSOE, los que venían a decir a tipos como yo qué es la derecha -ya es atrevimiento- se han frenado en seco y triunfa la derecha clásica, que es como una leche de espanto para tanto profeta de la turbopolítica.
Ahora hay varios pensando ya cómo aplicarlo en Ponferrada. La derecha radical de Vox –solo los necios indocumentados la confunden con la extrema derecha– mantiene sus apoyos, por lo que el triunfo del PP se construye mirando al centro, convenciendo al centro, porque Vox no tiene con quién pactar al otro lado del espectro y o apoyan o lo pagarán electoralmente, sin tener que hacerles concesiones como las cedidas a Ciudadanos hace dos años. Y el centro se gana en sitios como Ponferrada hablando el lenguaje del que está pasándolo fatal y le contestan con soberbia. Vale para los comerciantes, para los hosteleros, para el que juntó ahorros de una vida para comprar un local y ahora lo tiene vacío y lo fríen a tributos municipales, para el que trabajaba en la térmica y se la han cerrado por una decisión exclusivamente política, para los que se creyeron la milonga de los fondos de la transición justa y fruslerías por el estilo. Los que abroncan al mundo al finalizar los plenos y pierden concejales por el camino tienen más difícil recorrer ese trecho. Cuanto más miedo tengan los socialistas a desairar a su jefe, mejor para la oposición en Ponferrada, cuanto más se rodeen de las que por toda receta para la crisis económica y del empleo se dediquen a la cartelería feminista y de los que siguen pensando que Bárcena es del Caudillo, mejor para la oposición.
Aquí para evitar un gobierno de los de la riña tan perenne como la desidia con las que te echan encima un tasazo de la basura y se lo imputan a Bruselas, solo hay un camino. Una oposición firme y un reagrupamiento electoral útil en su momento en torno al partido que tiene potencia como para rentabilizar con este sistema electoral la unión de proyectos. Si los que se creyeron de verdad lo del centro que ahora se les desintegra y los que se fueron del PP sin calcular los estragos del gobierno de socialistas y UP lo perciben así, habrá movimientos interesantes en Ponferrada, porque siempre hay que confiar en la capacidad de la izquierda para fraccionarse más y mantenerse en las esencias a palos. Mientras tanto, y con esa tendencia reforzada, Ayuso gana también en Ponferrada.