[UNA HABITACIÓN AJENA] Mater dolorosa, mater mea
La familia es la obviedad más innata que yo nunca aprendí.
Es lo extraño inherente.
Es, para mí, la definición de una palabra que nunca supe.
Un diccionario sin entradas.
La familia puede ser a una persona lo que un tumor a un cuerpo.
(Madre mía, Florencia del Campo)
NELLY BOXALL | El otro día fue “el Día de la Madre” así, con mayúsculas. Y de postre almíbar, azucarillos y miel, toneladas de confeti virtual para dejar nuestras redes sociales como han quedado algunas plazas después del botellón post-alarma que celebra la “libertá libertá, sin ira libertá”… odas a la madre que nos parió, bucólicas fotografías con filtro “cuéntame cómo pasó…” llenas de casi tanta nostalgia como los empalagosos textos que las acompañan, todo cristo sacando a su madre a pasear para demostrar lo buenos, buenas y buenes hijes que somos. También ha habido posado de señores con sus hijas, hijos e hijes, ya sabéis eso de “not all men”, venga Manolo, que se note que tú también haces eso de maternar, con suerte acabarás ligando con alguna feminista todavía despistada en eso de las nuevas masculinidades y tal… mientras cuele, a todo destrozo. Qué resacón tú.
Que esto de mentar a la madre es muy serio, a mi madre ni con el pétalo de una rosa ¿me oyes? Mi madre, que en paz descanse y que tanta paz dejó como se llevó, tenía clarísimo que era una mujer explotada por su propia familia, estaba hasta las narices de ser nuestra chacha y la madre eterna de mi padre, otro que tal baila, hasta la fruta le pelaba y manco no era, mucha clase obrera pero en casa se ponía oligarca el tío. Recuerdo que un día, con lágrimas en los ojos, nos amenazó con irse a un convento y hacerse monja solamente para que la dejásemos en paz y poder descansar. Los médicos certificaron menopausia, pero tenía toda la pinta de haber sido el resultado de padecer, durante décadas, patriarcado crónico. Ese día decidí, salvo que se me apareciese Gary Cooper que está en los cielos, que yo me quedaría soltera como Cecilia y, por supuesto, no tendría hijos (las hijas y les hijes son una cosa de este siglo que bastante largo se me está haciendo). Por eso me da repelús “El Día de la Madre” y mucho pudor hacer ostentación de madre sufridora y sacrificada que lo dio todo por nosotras, nosotros y nosotres. ¿Estamos idiotas o qué? Una demanda os ponía yo si fuera vuestra madre.
Pero la lucidez resignada de mi madre -y por qué no decirlo, apuntalada por todos esos caramelitos que terminan en “-zepam”- nada tiene que ver con la mística de la maternidad que observo a mi alrededor. Hemos pasado de hablar de aborto -uy perdón, interrupción voluntaria del embarazo que no ofende ¡porque nos hemos vuelto gilipollas!- a hablar de maternidad deseada, maternidad feminista, maternidad intensiva, maternaje y compostaje. La cuestión tiene tela marinera, se ha ido tejiendo un relato con un tufo rancio de no te menees… pasamos de reclamar un trato más humano a la hora del parto y que no esté tan medicalizado, a parir a pelo en casa y hacer un batido con la placenta en un grotesco remedo de nuestras ancestras que no se la comían por nutritiva y alcalina… vamos a ver, se la comían como lo hacen otras especies, para no dejar rastro a los depredadores. Los depredadores de hoy tienen otro pelaje y viven en nuestras casas y duermen en nuestras camas, a juzgar por las cifras de mujeres y criaturas asesinadas y eso compañeras, no hay batido ni placenta que lo evite. Qué necesidad hija. También se habla de maternidades subversivas y maternidades cuir. Hasta Beatriz Preciado escribió un testo-no-yonki titulado “¿Quién defiende al niño queer?”… es oírlo y venírseme a la cabeza Quién teme a Virginia Woolf o Quién puede matar a un niño o Alguien voló sobre el nido del cuco… turbio turbio. Ahora es Paul B. Preciado y ha fichado por Gucci. Otro soufflé. A mí personalmente me cae mejor Virginie, al menos tuvo los ovarios de hacerse puta, borracha y escritora, que nadie cuente y explote tu violación, hazlo tú que sabes perfectamente de qué hablas, sí señora, y no permitas que nadie te victimice ni te utilice como causa, que se busquen otro príncipe azul. Tiene otro swing y se le nota.
Y, entre quienes sacan en procesión a la madre sacrificada y quienes aspiran y promueven esa entelequia que debe ser la maternidad subversiva, nos están llevando a caer en la trampa discursiva del elogio a la maternidad como libertad en sustitución de la maternidad como destino ¡Ay la libertad, divino tesoro! De la de pensamiento ya si eso hablamos otro día… asisto atónita a cómo mujeres autodenominadas feministas radicales, que no son las radicales de los setenta (ya nos gustaría) están cayendo en esta red de novio deconstruido, barra libre de hormonas y bebé 5G, siento también que personas y parejas homo y tortas se hayan comprado el “hetero way of life” sin filtro alguno y, lo más sorprendente, está siendo observar la deriva queer en cuanto al asunto de la maternidad, cuando lo cuir venía representando la resistencia a toda estructura y forma social. La queeridad que se debería proponer ignora la sucesión de las generaciones como etapas hacia una vida mejor. No sabe nada de sacrificio de ahora para las generaciones futuras… sabe que la civilización es, por sí sola, mortal. Y aquí nos hallamos, después de tanta lucha y ruido, pasando por el aro de la política del futurismo reproductivo, como acuñó Edelman y virando de la visibilidad al asimilacionismo para que todo siga igual, la family diversa ha venido para seguir apuntalando el sistema. Buenas noches y buena suerte chicas y chiques.