[UNA HABITACIÓN AJENA] El futuro era tener Thermomix
El modo en el que las relaciones salariales han mistificado la función social de la familia, es una extensión de la manera en la que el capital ha mistificado el trabajo asalariado y la subordinación de nuestras relaciones sociales al “nexo del dinero”.
(Silvia Federici, Revolución en punto cero)
Muchos jóvenes reclaman extrañamente ser motivados, piden más cursos, más formación permanente: a ellos corresponde descubrir para qué se los usa, como sus mayores descubrieron, no sin esfuerzo, la finalidad de las disciplinas. Los anillos de una serpiente son aún más complicados que los agujeros de una topera.
(Gilles Deleuze, Posdata a las sociedades del control)
NELLY BOXALL | Si me pincháis, no sangro. En plena antesala del colapso ambiental y civilizatorio, escucho con la boca abierta la intervención de la periodista y escritora Ana Iris Simón ante la plana mayor de Moncloa y no hago más que pensar lo curioso de nuestro devenir antropológico… después de décadas y décadas de individualismo, infantilización y carísimas matrículas de una universidad postrada ante el sistema económico y empresarial, tenemos a una buena parte de jóvenes -a juzgar por las reacciones- que se han visto reflejadas en los anhelos de la manchega y eso me resulta aterrador, por el gran desconocimiento que muestran sobre el mundo que habitamos. A ver, almas de cántaro ¿en qué cabeza cabe, con la que está cayendo y lo que viene, desear traer más gente al mundo? ¿Desde cuándo vuestro mayor sueño es firmar una hipoteca? Sin alcanzar los treinta ya sois una generación vieja… ¿no os dais cuenta? ¿De qué os han servido los Erasmus si no ha sido para certificar que nuestra “patria” era la “feria” de Europa? Simón se queja de que no va a haber tejados para los paneles solares porque no vais a tener casa… pues ni casa ni las viñas de su primo, resulta que todo el país está siendo esquilmado por las grandes empresas energéticas que pretenden “plantar” sus instalaciones verdes en ese rural al que os estáis viendo obligadas a regresar, un rural que expulsó a sus mujeres por falta de oxígeno y horizonte y por exceso de ojos, lenguas y hostias, con y sin consagrar. Por eso, como mujer y al margen de la irresponsabilidad que me parece pensar siquiera en la maternidad en estos tiempos y ante un planeta bastante agotado, que se vitoree un discurso de vuelta al pueblo, en precario y con descendencia, en un extemporáneo remedo del desarrollismo de los años sesenta, me pone los pelos como escarpias. ¿Ayudas a las familias? Yo os multaba, francamente, por intentar seguir llenando de gente este festival de hormigón y plástico y por carcas, rancias y desinformadas. Gran parte del movimiento feminista clamando que no somos vasijas y resulta que para llenar los pueblos lo mejor será empadronarnos con premio, como un huevo kínder. Ya hablé de la trampa del futurismo reproductivo en Mater Dolorosa, Mater Mea, pasen y lean.
Con tanta ansia de repoblación, lo mismo en una temporada nos encontramos con pancartas de “Asesina y Despobladora” en las puertas de las clínicas para abortar. ¿Vieron el último programa de Salvados? A buenas horas (mangas verdes) se han querido enterar de que, en nuestro país y desde que se aprobó la ley de plazos allá por dos mil diez, la mayoría de centros de la tan loada -y no siempre ponderada- sanidad pública no practican abortos. A estas alturas y tal y como está el tema sanitario -sin visos de remontar- debemos pelear para que esta cobertura sea real y efectiva en todos los territorios y se nos garantice, también, la autogestión en nuestros abortos, pues para la mayoría de ellos no es necesaria ninguna intervención quirúrgica invasiva, basta con fármacos y seguimiento desde tu ambulatorio… ¿Cómo? Sí sí, con pastillas y en tu casa, no como nos pasa a las mujeres del Bierzo, que tenemos que pasar por caja (a pesar de contar con un hospital comarcal) si no queremos desplazarnos más allá de León capital, puesto que sólo nos lo cubre el “seguro” si vamos a Valladolid o Salamanca, y el viaje de ida y vuelta te lo pagas tú. Al derecho al aborto le pasa como a la igualdad, de tan legal ni es real ni es efectivo. Es hora ya de tratar con normalidad ese asunto de ahí abajo, fisiológico, nuestro, que hay que ver lo que le gusta a la gente meterse entre nuestras piernas y no para propiciarnos un buen orgasmo precisamente…
Hablando de alegrías, me he llevado una -y muy buena- al leer el fanzine «Abortos Felices« (Episkaia), donde Elisabeth Falomir no se corta un pelo para decir verdades como puños: los abortos son posibles a condición de que se hagan de forma discreta y excepcional: solo así se podrá pasar por alto que se trata de un proceso aún reprobable. Pero abortamos, independientemente del contexto legislativo, y necesitamos una reinterpretación del acto de libertad radical que supone decidir abortar, poniendo de relieve que nos merecemos otras narrativas que no estén tan enraizadas en el dolor y en el proceso traumático. Una vez dicho esto, damos paso a una petición de nuestras oyentas: queremos pedirle al presidente que si, a la tan acertada medida antiplancha, podría gestionar el desalojo de los grupos provida (con algún Colegio Oficial de Médicos haciéndoles los coros) que están día sí, día también, a las puertas de las clínicas acosándonos e insultándonos cuando acudimos a abortar… nos supone una verdadera contrariedad Pedro, entiéndelo, aparte de ser un atropello al derecho a nuestra intimidad con el señalamiento que supone obligarnos a acudir a un centro específico de abortos; si al menos tratasen también orzuelos o uñas encarnadas… No todas lo llevamos bien y todavía pesa el estigma social, cuando una mujer acude a un centro de salud o a un hospital, nadie sabe para qué va. ¿Lo pillamos o nos seguimos haciendo los suecos y atizando el debate identitario y mareando la perdiz con los baños y las cárceles?
Menos mal que este gobierno tan feminista y ecologista ha tomado una medida muy valiente y novedosa, que supondrá un respiro para las mujeres y el planeta: tragar con la subida de hasta el 44% del precio de la luz para que las desorientadas que aún planchan, dejen definitivamente de hacerlo. Brillante ¡Gracias presidente, siempre tan atento a todo! Ya imagino la próxima campaña del ideólogo Redondo a lo Adolfo Domínguez “la arruga es bella”. Pero… ¿y el recibo de la electricidad de la lavadora, el frigorífico, el termo del agua caliente para ducharnos o la misma thermomix… cómo lo pagamos? Ya imaginamos que su vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, la señora Calvo, no debe tener problema ni con el cómo (lo paga) ni con el quién le plancha la camiseta de “Soy Feminista”. Así es ella, mu torera.
Al menos y como desagravio, durante este mes de junio podremos asistir a un encuentro feminista de primer nivel en Ponferrada, donde el cartel de expertas abordará temas tan complejos –y a veces no exentos de polémica– como la tan traída y llevada ley trans, la prostitución, el ecofeminismo, los cuidados, afrofeminismo, las distintas violencias que sufrimos las mujeres… un menú no apto para estómagos ofendidizos y que hará las delicias de mentes ávidas de un debate urgente y plural que permita remodelar y completar las agendas. Si hay indigestión, un poco de escucha activa y voluntad de aprendizaje, la mejor vacuna contra verdades reveladas.