[LA OVEJA NEGRA] El realismo como coartada
GERMÁN VALCÁRCEL | Hace unos meses recorrí los pueblos del municipio de Barjas, el más despoblado del Bierzo, repleto de aldeas engullidas por las zarzas, rebosantes de ruinas y silencio, pasto para la especulación y el olvido. Fue un paseo por el abandono y la desolación, un viaje al futuro de la Comarca Circular. Sin embargo, allí, en los pequeños municipios del Bierzo Oeste, surgió hace un par de meses un pequeño foco de resistencia y rebeldía contra la barbarie medioambiental que lleva aparejada el próximo expolio que se avecina contra esta tierra y sus gentes, el despliegue de molinos eólicos y huertos solares.
Lo dije en su momento, la primera tarea que tienen si quieren seguir adelante con su resistencia estos pequeños focos, es identificar a los experto en llenar -con falsedades y manipulaciones- el ambiente de esa espesa niebla que impide el debate real, esa ralea de especialistas en gestar soluciones-remiendos en las catacumbas de los despachos y mesas de políticos, con la excusa de que la germinación de los mismos no puede hacerse con luz y taquígrafos, ni ser pública, ni colectiva, la manera más inequívoca de reconocer que no creen ni en la transparencia ni en el debate real con la sociedad.
Cuando escribo, y sostengo, ciertas opiniones soy conocedor de a lo que me expongo (el poder político siempre tiene en su punto de mira a la disidencia) en una sociedad tan cerrada, pancista y reaccionaria como la berciana, también soy consciente del acoso al que algunos personajillos locales me pretenden someter, incluso desde ciertos movimientos sociales (algunos buenos amigos y amigas me han avisado, gracias compas) por el mero hecho de pensar por cuenta propia y tener la posibilidad de escribirlo, publicarlo y de que alguien pueda llegar a leerlo ¿Me arriesgo a que sigan in crescendo las “campañitas” si digo que la concentración de este pasado sábado contra el masivo despliegue de parques eólicos y huertos solares corre el serio riesgo, cada vez más evidente, de no ser más que el entierro de las horizontales y asamblearias plataformas vecinales que se han levantado contra el expolio de sus territorios, para que dejen paso a los “profesionales” del ecologismo y que sean los “expertos” los que tomen sus lugar?
Por mucho que los “ecolojetas” se cabreen, la triste realidad, para ellos, es que al nacimiento de la contestación contra las eólicas, convocada por Rural Sostenible hace poco más de dos meses en Chan do Rabelo, asistió más gente que la que se concentró este sábado, convocados por dos decenas de supuestos colectivos. Es lo que tiene hacer las cosas sin contar con la gente. De la convocatoria de esta concentración y de la manipulación, porqué no decirlo, a la que han sido sometidos muchos de estos colectivos les hablaré en otra ocasión.
El objetivo de alguno de los convocantes no era la concentración en sí, daba igual que fracasara, sino dar visibilidad a un crowfunding que, oportunamente puesto en marcha, deja sin fondos a los colectivos vecinales que iniciaron la lucha y desactivarlos. Me pregunto si estos “líderes sociales” nos van explicar por qué Cosmos y Forestalia siguen funcionando a todo trapo y la central de calor de Ponferrada lo hará en un futuro próximo. Desde luego nuestro eco escritor de cabecera no lo hará, se encontraba entregado a dar “me gustas” a los tuits de la ministra responsable del desaguisado eólico. No en vano era el muy institucional Día Mundial del Medio Ambiente.
Hay que desatar ese nudo que nos hace cómplices de un modelo productivo insostenible
Hay que mirar allí donde no quieren que miremos. Mientras políticos, periodistas y algunos “líderes” sociales nos mantienen entretenidos con el cuento ideológico de los “Nuestros” y los “Otros” (un gran circo que alimentamos todos) nos ausentamos del mundo real. Hay que alejarse de pastoreos, luchar por la tierra y por la vida sin tutelas ni intermediarios, construir espacios para la autogestión, los afectos, la confabulación, el sentido, el libre intercambio creativo y la construcción de un nuevo imaginario. Aunque mucho me temo que en esta cerrada sociedad berciana repleta de acomplejados provincianos e indigestos esnobistas, va seguir comportándose como los girasoles ciegos y volverá a doblar la testuz ante tanto impostor.
Hay que desatar ese nudo que nos hace cómplices de un modelo productivo insostenible (con los profesionales de la representación política, sus voceros y sus manporreros de compañeros de viaje jamás lo lograremos) y, junto con el precariado, desandar el camino hacia el abismo al que nos conduce el capitalismo, reconduciendo nuestras energías hacia nuevas formas de vida: anticonsumista, decrecentista, despatriarcalizada, descomplejizada, anticolonialista y antiautoritaria que la hagan más intensa, más solidaria, más libre, rica, plena y en permanente insurgencia. Necesitamos de este bricolaje moral, de esta conciencia insumisa, de este empeño que nos permita la autoconstrucción individual y colectiva.
Si realmente queremos frenar la destrucción, es necesario poner en duda las bases materiales de nuestra sociedad, nuestro modelo de producción, las bases del crecimiento económico capitalista y, sobre todo, el expolio, la devastación, el sufrimiento, la miseria y la muerte que nuestro estilo de vida supone para el resto de los habitantes del planeta. ¿Por qué irrita y molesta tanto que se ponga a debate cuáles son los cimientos de nuestro supuesto desarrollo y bienestar? ¿Por qué tildan de utópicos y “de estar contra todo” a quienes lo hacen? Que la derecha lo haga no me sorprende, que lo hagan quienes se declaran progresistas y de izquierda me confirma que no son más que la disidencia controlada necesaria para que el expolio siga adelante.
Atacar a un sistema que nos ha separado de la realidad biogeofisica de la que éramos parte y denunciar a sus cómplices te convierte en poco menos que un criminal, soñar con otro mundo se ha convertido en un crimen. Cuando el criminal es en realidad todo aquel que contribuye, consciente o no, a la demencia de la organización social dominante. No hay locura más grande que la del sistema presente. Somos la única parte de la naturaleza que toma y toma y no devuelve nada. La nuestra es la civilización del desperdicio. No producimos nada -ni una sola cosa- de lo que el resto de la vida subsiste. Lo único que producimos es basura y muerte.
Seguramente a esos progres pragmáticos que te escupen a la cara que se cansaron de ser “puros” porque nadie les hacía caso, que debemos ser realistas si queremos que nos escuchen, conviene recordarles aquello que dijo el escritor francés George Bernanos: «El realismo es la buena conciencia de los hijos de puta. Todos los hijos de puta dicen: la realidad es ésta y no podemos sortearla. Y la realidad es aquello en lo que se sustenta su condición de hijos de puta».