[LA PIMPINELA ESCARLATA] Lo razonablemente bueno
EDUARDO FERNÁNDEZ | La percepción de lo que sea razonablemente bueno difiere entre unos y otros, en un país que nunca está conforme con su selección de fútbol, con el papel del rey en los actos debidos y con la cocina de la suegra. Por ejemplo, a mí me parece razonablemente bueno el papel de un alcalde que aprovecha la visita de un ministro para reivindicarle inversiones y ayudas para su municipio, sea cual sea el color político del alcalde y del ministro. Y me parece razonablemente deleznable, conformista y pelota el del del alcalde que sólo se acuerda de pedir cuando no tiene que hacerlo a un jefecillo del partido, por si acaso en el futuro toca fuga o patada por elevación, que torres más altas han caído. En eso debe de consistir ser razonablemente blandito. Pongan ustedes los nombres que quieran a los alcaldes repartidos por esta provincia cuando llega Ábalos a inaugurar lo que hicieron los anteriores y a decir que, si eso, ya para los siguientes lo que falta por hacer, que él está en modo secretario de Ferraz y no ministro. Hoy les toca una pimpinela de sabor clásico latino.
Están con el paso del ecuador como los estudiantes de antes, entre la jarana y la cuenta de cuántas nóminas les restan hasta las municipales próximas. Me parece razonablemente reprobable que se hayan pasado dos años inanes para el municipio y la muchachada socialista esté con algarabía acomodaticia. Les falta arco de triunfo y declaración formal de año de la victoria. Con la valoración que hacen de lo que va del mandato, es posible que para un mes antes de las próximas municipales se celebre desfile triunfal con cuadriga por las calles de Ponferrada, y el alcalde con corona de laurel. Los romanos esto lo bordaban, pero la cohorte de aduladores y cobistas del socialismo ponferradino podría mejorarlo en algunos aspectos. Colgando del carro, los amuletos romanos que ya saben que por tener forma fálica representan el rancio heteropatriarcado, serían sustituidos por ejemplares bamboleantes de la revista Puente de Hierro. Y el acompañante que le iba advirtiendo al general victorioso “recuerda que eres solo un hombre” podría ser sustituido por concejal adulón, que rima, que susurre “recuerda que eres EL hombre”. El alcalde providencial que ha venido para redimir a Ponferrada multiplicando su empleo, reduciendo las sisas fiscales municipales a las que les sometemos y conectándonos por el mundo por tantas autovías y trenes de alta velocidad que ni la vía Appia, la vía de la Plata y la vía Flavia juntas. Espíritu cesarista para ello no le falta: ha ejercido las proscripciones silanas con Manuel de la Fuente, la damnatio memoriae con los antecesores en la alcaldía, para que parezca que lo que se ha hecho es propio y no proyecto ajeno, y con los suyos se apresta a pan y circo. Circo municipal bastante. Eso sí, un innovador. Ni a Calígula y Nerón se les ocurrió “externalizar el urbanismo”. Miren que hay quien se sigue empeñando en lo de Churchill, cuando le pilla más cerca el símil clásico, pero no de cruce entre Cicerón y Marco Aurelio, aunque tampoco sea entre Cómodo y Heliogábalo; yo le deseo que sea un Varo para el socialismo local. Hala, los del gatillo fácil en las redes sociales a buscar en Wikipedia de qué va lo de hoy; ya me agradecerán, cual enredadera cultural, el pequeño barniz que van a adquirir.
En atención a que los ciudadanos parece que percibimos su gestión como razonablemente buena, razonablemente eficaz, razonablemente reivindicativa y razonablemente razonable, sugiero que en la plaza del ayuntamiento se instale monumento conmemorativo, a elegir entre una columna olegariana que haría palidecer a la columna trajana de Roma, o el Ara Pacis, lleno de relieves con el lema, Olegarius, vir triumphalis. La de turistas que vendrían a verlo. Es posible incluso que con tal feliz ocasión hasta se renovasen las señales de Ponferrada, cambiando el ilegible color rosa por el púrpura imperial del equipo de gobierno. Ven, así se construye una metáfora, lo digo para que el desganado que utiliza la revista sociata se esmere un poco más al poner a escurrir a los demás; con un poco de trabajo incluso sale una alegoría medio decente. Si es que es que hay observador imparcial que en cuanto toca poder se vuelve apático. Dos años de gestión razonablemente espectaculares, con un liderazgo razonablemente cósmico, con una autocrítica razonablemente inexistente y un proyecto razonablemente opaco, con cuadernos razonablemente azules, coordinadores de libre designación razonablemente de ida y vuelta, tasazos basureros razonablemente sacacuartos y talante democrático razonablemente sentenciado por los tribunales. Vamos, lo que cualquiera entendería por razonablemente bueno.