[DIVERTIMENTOS] El origen berciano de los Koné
¿Nunca se han preguntado por qué hay tantos africanos de distintos países que se llaman Koné?
En los tiempos de apogeo del Domund y del nacionalcatolicismo los curas y las monjas ofrecían a sus feligreses y adeptos la posibilidad de apadrinar a un niño de África al que cada cada uno bautizaba según sus deseos. Mi madre le puso Valentín y nunca hemos sabido de él. Como el dinero no sobraba, solo pudo apadrinar a uno. En cambio, como Martínez Núñez era rico podía permitirse el lujo de bautizar a muchos, poblados enteros si se le antojaba. Y quería que todos llevaran el nombre de su querido hermano.
Nos imaginamos la conversación con el cura o la monjita de turno cada vez que don José apadrinaba un niño:
– Quiero que se llame Avaristo, como mi hermano.
– Con e, don José, con e.
– No, no, Avaristo.
– Será con e.
– Bueno, si se empeña que sea Avaristo Koné, terminaba concediendo don José, que nunca negó nada a la iglesia.
Y así es como el apellido Koné ha ido pasando de generación en generación sin que nunca hubiéramos caído en la cuenta. Y quizá nunca habría despertado nuestra curiosidad de no ser porque muchos terminaron jugando al fútbol en España sin saber siquiera quien era don José.