[LA OVEJA NEGRA] Escribir es resistir
GERMÁN VALCÁRCEL | El desencanto con la política, cuando no la apostasía, jalonan de espíritus sensibles las cunetas de un largo camino que va desde 1983 hasta el infinito. A algunos aún les queda la creencia que la izquierda institucional es otra cosa que la derecha, cuando no es más que una de las dos caras de la misma moneda. En el fondo es más una fluctuación del gusto colectivo que una clara diferenciación en las formas de gestionar.
A esa supuesta izquierda sólo parece preocuparles la búsqueda de un espacio electoral que les haga necesarios, y que les ayude a mantener los sueldos y privilegios que lleva adheridos el ejercicio de la representación política.
Resulta curiosos comprobar que quien emboscado tras seudónimo se daba autobombo como aprendiz de político y ser la alternativa fiable, no era sino el espíritu de la «izquierda canalla», esa que moviendo los hilos desde la tramoya lleva cuatro décadas engañando y enmerdando todo lo que toca; bajo la consigna «todo por la pasta” se dedican a cazar gallinas hasta dejarnos sin huevos, y no a solucionar las necesidades sociales objetivas, detectables a partir de cualquier inventario de injusticias comprobables.
La sociedad civil asiste a este espectáculo cada vez más distanciada, pero desde una sospecha más o menos lúcida sabe que cuando gana la “izquierda” van a tapar la mierda anterior (el caso del Mundial que tanto juego les dio, como escalera para llegar al poder, tanto al alcalde como a la vicealcaldesa, es paradigmático) y van a patentar la propia. Incolora, inodora e insípida. Duro oficio cualquiera que se relacione con el poder, porque suscita responsabilidades, a veces supra humanas, y propicia musculaturas sicológicas atléticas para hacer tantas veces lo que no se desea.
A don Olegario y a sus huestes conviene recordarles que, por mucha propaganda, autobombo y maniobras de distracción que se dediquen a emitir y construir, la verdad política se manifiesta en el comportamiento político. Y el que practican, cada vez con más fruición, es poco serio y basado en la propaganda, que no ayuda a clarificar cuestiones ni a marcar líneas reales que sirvan al bienestar de los habitantes del municipio.
El comportamiento político de los miembros del tripartito que no forman parte del partido mayoritario es francamente deleznable, unos por acción, otros por su silencio cómplice y todos por mirar hacia otro lado ante el matonismo y autoritarismo de un alcalde que llegó al poder montado en el engaño y la mentira, y a medida que avanza el mandato nos confirma la presunción del creciente e incontrolado mal yogur de don Olegario, por lo visto propenso a la irritación, descompensada como algunas presiones arteriales, y dispuesto al imposible trance de saltar sobre su propia sombra, cuando se le lleva la contraria.
Que un político, supuestamente democrático, tenga alma de censor y conciencia de depredador nos debería acojonar tanto que no vale la pena hacerlo, ya que después de dos años como alcalde son cosas que nos pillan de vuelta de cualquier posibilidad de sorpresa. El expediente de expulsión del PSOE puesto en marcha contra un antiguo y cercano colaborador de don Olegario, al que ya había intentado joderle la vida con una denuncia policial y judicial archivada, es demencial y retrata a quienes lo han alentado y a todos los que dentro de PSOE lo han consentido.
Detrás de la “gestualidad” de un político hay toda una declaración de principios de cómo es, qué piensa, qué cree, cómo se relaciona con los demás y cómo entiende el ejercicio del poder. La “gestualidad” y los modos y maneras con las que el alcalde ponferradino se muestran empieza a tener perfiles muy preocupantes.
Sonrojo e indignación causa en qué están acabando las promesas de municipalización del servicio de basura, o los oscuros negocios de supuestas energías limpias o desarrollos tecnológicos. Curioso en quienes tratan de asumir el papel de una élite de sabios y honrados gestionadores, que han hecho de un supuesto elitismo técnico su divisa.
Sonrojo e indignación causa en qué están acabando las promesas de municipalización del servicio de basura
El tripartito pretende hacer creer que tienen política medioambiental y que luchan contra el cambio climático (¿don Olegario, su asesor áulico ya no lo niega, o le ha convencido de que es una neurosis de amargados apocalípticos?) y la destrucción de todos los ecosistemas es cosa de no tirar botellas de plástico ni colillas, poner en marcha el internet de la cosas y huertos solares. Tampoco tiene nada extraño esta forma de entender los problemas medioambientales que nos asolan. En esta tierra la mayoría de grupos ecologistas piensan que se lucha contra la destrucción de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad construyendo hoteles para insectos, haciendo cajas para pájaros, pintando alcantarillas o visitando los juzgados una y otra vez con los resultados por todos conocidos.
El Bierzo es una comarca que padece las secuelas sociales y económicas del final del extractivismo carbonero. La sociedad berciana no ha aprendido nada de lo que ha supuesto para la comarca ese modelo socioeconómico. Al contrario, siguen defendiendo como fuente de riqueza la explotación, ahora de forma verde y sostenible, de la naturaleza. Escuchar al pedáneo de uno de los pequeños núcleos de población del sur del municipio decir que cobrar 90.000 euros al año, a costa de destruir 400 hectáreas para instalar un huerto solar, es progreso y ayuda a sujetar población, explica crudamente y con nitidez el pensamiento y la sensibilidad medioambiental de esta gente.
Pretenden hacernos creer, tanto los políticos como los sectores reformistas del ecologismo, que no estamos destruyendo los ecosistemas cuando fomentamos el turismo o nos dedicamos a hacer senderos y pistas para que los urbanitas sigan asolando nuestros montes, o defendemos la agro industria fosilista, o cuando pedimos nuevas y costosas infraestructuras como el AVE o la A 76, en tiempos de acelerada caída energética. Siguen minusvalorando que nuestra civilización y su demencial forma de consumir, y el crecimiento infinito que lleva asociado, no tiene nada que ver. En el fondo creen que con medidas cosméticas, “lavados verdes”, o convirtiendo nuestros bosques en un decorado para hacer contenidos televisivos de algún paisano famoso, dejaremos de destruir los ecosistemas, conseguiremos regenerar el planeta y frenar el camino hacia el colapso sistémico. Piensan que todavía podemos detener el calentamiento global, que el hielo no se está derritiendo en ninguna parte, los recursos no están disminuyendo porque son infinitos, y que es mentira que el exceso de contaminación que con nuestro estilo de vida estamos generando no pueda ser procesado por el Planeta. Todo con tal de negar la realidad, quitarle importancia, relativizar, culpabilizar a quien denuncia las mentiras y manipulaciones. Una vez más, el poder y sus cómplices y mamporreros han cooptado el discurso del problema y sus propuestas, para tergiversarlas. Desgraciadamente, muchos les están creyendo.
Da igual que a medida que pasa el tiempo los datos demuestran que la mayoría de las cosas que decíamos y que nos valieron todo tipo de insultos y descalificaciones, teníamos la razón en el diagnóstico y en las alternativas que se vienen estudiando desde hace décadas, lo cual en definitiva no sirve para nada, pues no sale en la tele y la ciencia independiente desapareció, toda la ciencia ahora es religión.
Si me permiten una nota final, siendo esta columna, tan rutinaria, tosca y pedestre, sólo tiene sentido si a lo anterior se le puede añadir el adjetivo de incómoda para el poder, por eso, desde que empecé a escribir columnas y publicarlas, me dije que solo tenía sentido hacerlo si servían para desenmascarar, o al menos intentarlo, a los fabricantes de tinieblas y a sus repugnantes cohortes de apestosas bocas sucias, para dinamitar todos los altares del feroz dogmatismo. Solo para eso merece la pena escribir, el día que no sea capaz de ser fiel a ello lo dejaré.
Como sostenía el escritor, periodista y militante tupamaro, el argentino Rodolfo Walsh: “Sin esperanza de ser escuchado y con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”, aquí seguiremos, mientras el responsable de este medio lo decida. Por muchos insultos y cobardes campañitas que algunos intenten orquestar.