[REFLEXIONES DE UN OUTSIDER] Ponferrada, la Verona de Occidente
LUIS CEREZALES | La pasada semana planteaba conectar el Camino de Santiago con La Tebaida para aprovechar mejor el flujo de esos visitantes presurosos que son los peregrinos hacia Compostela.
Sabemos que el Camino conlleva ese proceder raudo y escalante; y ese es el reto: conseguir que ese paso sea menos efímero y pasajero, porque cada rato, hora o día que logremos retenerlos se traducen en beneficios.
Es difícil motivar a estos con estímulos ajenos a la lógica de su comportamiento andarín con meta definida y fija, y cualquier atractivo debe ofrecerse a pie de Camino por donde están obligados a pasar.
Lo dije y lo vuelvo a decir, creemos el producto. Tenemos el escenario y tenemos argumentos, pues a ello. Hagamos de Ponferrada la Verona de occidente; un referente del estímulo más universal e intemporal: el amor.
Me explico: Verona es más conocida y visitada, más que por ninguno de sus muchos reclamos, por ser el legendario solar de los amores de Romeo y Julieta; una trágica ficción de Shakespeare que le rinde magros frutos.
El epicentro que atrae como moscas a cientos de miles de visitantes es la ingeniosa idea de recrear la Casa de Julieta, como si tal edificio hubiera sido de verdad el hogar familiar de la enamorada Capuleto.
Esa casa más postiza que un duro falso se ha convertido en un auténtico imán económico para la ciudad, porque han sabido hacer un producto imbatible de una serie de argumentos de ficción.
Nada de eso hubiera sido posible, por muchos argumentos que poseyeran, si tras todo ello no gravitara la mercancía más potente, sugerente, vendible y arrolladora que es el amor.
A peregrinos, y no peregrinos, no les resultará especialmente atractivo la invitación a visitar y disfrutar el comercio, el patrimonio o a la animación urbana, pero no se resistirán a una llamada del amor en el Camino.
Ese es el gran gancho; un gancho que solo lo pueden instrumentar quienes cuentan con argumentos sólidos, reales o de ficción, como es el caso de Ponferrada y el Bierzo por extensión.
Los amores malditos, locos, pasionales es fuente inagotable de inspiración literaria que trasciende y se incorpora al imaginario colectivo de las gentes; hay decenas de ejemplos, entre ellos el nuestro.
Los amores trágicos de doña Beatriz Osorio y Don Álvaro Yáñez situados por Gil y Carrasco en el Siglo XIV, coincidiendo con la disolución de la Orden del Temple son nuestra percha de incuestionable valor.
La circunstancia de contar con la fortaleza templaria en pleno Camino de Santiago y el acompañamiento de lugares y parajes indemnes, donde se desarrolló la trama del Señor de Bembibre es otro apoyo fundamental.
Ahí tenemos los argumentos para montar un magnifico producto, solo nos falta una casa que hay que inventarla; casa que no llegaron a compartir los amantes del Bierzo, y que no estaba ni en Bembibre, ni en Arganza.
Pensaban vivir en Ponferrada a extramuros del Castillo, en la Calle que hoy honra a Gil y Carrasco con fachadas a la calle del Comendador y Travesía de la Encina, en una casa que hoy en ruinas es de propiedad Municipal.
Esta casa, hoy un solar con apenas vestigios de lo que fue, era una preciosa edificación torreada, anterior a la vecina casa de los Escudos, que perfectamente podía remontarse a la época gótica o renacentista.
Esa es la casa, por situación, por empaque y porque puede hilvanarse de manera coherente al argumento del producto. Una casa que habría que reedificar por el Ayuntamiento para dedicarla el uso específico.
La Casa no debería ser un edificio más que completara la estampa urbana de la zona antigua próxima a la fortaleza; sino una máquina de generar valor con el fin de abastecer a la economía de la ciudad de actividad.
Actividad para repartir juego hostelería, restauración, hoteles y comercio. Hay infinidad de posibilidades de dotar a esa iniciativa singular de resortes que hagan de Ponferrada y el Bierzo un destino paradigmático del amor.
Al cabo un producto como otro cualquiera, que añadiría un plus a la oferta actual. Un producto de grandes derivaciones que seguro que sabrían complementar eficazmente los industriales y operadores.
Alguien reparará en que ese papel ya lo juega Teruel con sus Amantes Juan de Marcilla e Isabel de Segura, y es cierto. Tan cierto como que hay lugar para más de un parque temático, una playa o hito gastronómico.
Hay todo y más de lo que sería imprescindible para organizar una gran operación a favor de los ponferradinos y bercianos. Esperemos que el Ayuntamiento que tiene conocimiento extenso de este proyecto, sepa estar a la altura.