[UNA HABITACIÓN AJENA] El culo de Luis Aragonés y el pincel de Pollock
«Me van a dar a mí un ramo de flores, que no me cabe por el culo ni el bigote de una gamba».
(Frase pronunciada por el ex seleccionador nacional de fútbol Luis Aragonés el 8 de junio de 2006, mientras rechazaba unas flores que le ofrecían en Alemania, para dejar claro que él no era maricón).
Extracto del libro “Por el culo. Políticas anales” de Javier Sáez y Sejo Carrascosa).
El chulo: – ¿Este tío dónde va?
Daniel (personaje con síndrome de Down e interpretado por Pablo Pineda): – Yo iba a entrar (al puticlub)
El chulo: – A entrar no. Aquí no se puede entrar. Este no es sitio para ti. Venga, aire
La puta: – Pero ¿por qué no, Antonio?
El chulo: – Que no. Que esto es para mayores de 18 años
Daniel: – Yo tengo 34 años
El chulo: – Me da igual la edad que tengas. Me da igual la edad que tengas. Aire
La puta: – Sólo para mirar
El chulo: – ¡Qué no! Esto es muy caro para ti
Daniel: – Tengo dos tarjetas de crédito ¡Dos!
El chulo (mientras la puta protesta): – Pues le compras un regalito a tu madre. Venga, tira para allá ¿Cómo le voy a dejar?
No chaval, por favor, no te pongas así, que no vas a entrar ¿eh? (Portazo)
Daniel (grita): ¡Eso no es verdad! ¡Tengo 34 años! ¡No soy un niño!
Soy un hombre… y puedo entrar ahí si quiero ¡Soy un hombre!
¡Soy un hombre! ¡Soy un hombre!
(Escena de la película “Yo también”, dirigida por Pastor y Naharro en 2009)
Mi hombría fue morderme las burlas. Comer rabia para
no matar a todo el mundo. Mi hombría es aceptarme diferente.
(Pedro Lemebel)
NELLY BOXALL | ¿Qué tienen en común Jackson Pollock, Luis Aragonés y Pablo Pineda? ¿Su afición por las gambas? ¿El trazo grueso, tal vez? Si bien un señor con bigote que gobernó esto que llamamos país, nos hiciera partícipes en su día de que lo que a él le gustaba era que la mujer fuese “mujer mujer”, hoy vamos a por lo que en el argot feminista venimos denominando “señoro” y que la escritora Cristina Morales define como «macho-facho». ¿Otra vez vas a escribir sobre tíos, Nelly? Pues sí, yo te lo explico. Resulta que a la hora de cierre de este texto, sabemos que unas doce personas están implicadas en el asesinato a golpes de un joven en A Coruña al grito de “maricón”. Doce y a golpes. ¿De dónde viene semejante brutalidad? ¿Por qué hay tanta rabia acumulada como para asesinar a golpes a otra persona mientras tu cuadrilla te jalea? ¿Qué se trata de demostrar? Estoy refiriéndome a manifestar y mostrar virilidad y hombría ante los demás y ante ti mismo, dejar bien clarito que a ti ni con el bigote de una gamba y que eres muy hombre-hombre. Como al personaje encarnado por Pablo Pineda en “Yo también” (escena arriba referenciada) que nos deja muy claro que al ser un hombre se están vulnerando sus derechos de consumidor y de honor masculino al impedírsele acceder al puticlub. Esta hebra del tejido del argumentario bienpensante que es la película, remarca que el sufridor de la injusticia es el prostituyente y no la prostituta. La ideología que nos quiere transmitir es que debemos empatizar con el hombre que pierde el duelo de las “machedades” porque no puede satisfacer su deseo sexual ni reafirmarse como macho. Y qué deciros de Pollock, cuyas conductas de riesgo acabaron con su propia vida y la de una de las mujeres que iban en el coche con él mientras conducía beodo perdido. Resulta que el rey del gotelé tenía un nivel de genialidad directamente proporcional al tamaño de su pincel y al empequeñecimiento de su compañera Lee Krasner, de quien algún que otro señoro llegó a decir sobre su obra «esto es tan bueno que nunca dirías que lo hizo una mujer» y a la que se le llegó a bautizar como la viuda del expresionismo abstracto. ¿Jackson, hermoso, quién te hacía la cena? ¿Quién te espabiló y te solucionó la intendencia? ¿Quién aguantó tus borracheras y ataques de ira? ¿Quién se fue haciendo tan pequeñita que tuvo que pintar Little images porque no tenía espacio suficiente en casa? Vamos Jackson, que sin Lee y Peggy Guggenheim no hubieras pasado de señoro de partida en bar con cortinas de colorines, pegajosas, tan identitarias si hubieras pensado en el idioma de Cervantes. Y es que ante la falta de oportunidades, visibilidad y reconocimiento ¿qué nos ha quedado a las mujeres con ciertas inquietudes? Pues vivir a través de ellos, apuntalarlos, ejercer la maternidad del modo más cruel y demoledor que existe, porque bien sabemos todas que no es lo mismo cambiar el pañal a una criatura que a una persona adulta. Un ejemplo cuasi-patrio es el de Zenobia Camprubí, de la que nunca comprenderé esa querencia por el triste de JuanRa… supongo que, ya que te tienes que casar con un señoro, que al menos tenga buena conversación y cierta cultura. Si después gana el Nobel pues será que tiene mucho talento y tú te sentirás orgullosa de tu obra: Él. Atrás quedaron desayunos, comidas y cenas, camisas limpias, sábanas planchadas, abrazos reconfortantes y paciencia infinita con el genio, desprecios, menosprecio y maltrato. Habrá merecido la pena. ¡Y una mierda! Todas podíamos habernos ahorrado al moñas de Platero, no merecía la pena tanto sufrimiento.
Ya mencioné en una anterior columna el expolio que se ha ejercido sobre el cuerpo de las mujeres, la expropiación de nuestra capacidad física de trabajo y reproductiva, así como la silenciosa necrosis del uso y abuso emocional. Retomando el pánico anal que recoge la cita de Luis Aragonés de ese estupendo libro que es «Por el culo. Políticas anales», las mujeres, los maricones, los cuerpos feminizados somos cuerpos penetrables que damos placer de forma servil y eso se traslada a cómo se nos lee socialmente. Ser penetrado es abdicar del poder. Ellos, los machos-fachos son cuerpos que penetran y obtienen placer de forma viril, son los putos amos del cortijo y como tal son leídos y autopercibidos. La masculinidad sigue significando impenetrabilidad y una visa oro con crédito a full de impunidad. Y por eso nos matan. A las mujeres, a las maricas, a todas. No pongamos la otra mejilla, defendámonos.
Nota de la autora: pierdan el miedo a ser penetrados. Experimenten, practiquen el orgullo “pasivo” y dejen que les den por el culo. Y nosotras, podemos ir de excursión al país de las penetradoras, la tecnología nos lo permite, no hay nada más materialista que esto (y esto lo digo por la izquierda, bien abonada también, de señoros).