[UNA HABITACIÓN AJENA] La llamada
Ahora que rehice mi vida, saqué la basura
y remendé mis piezas,
me vienes con camelos y disculpas.
¿Sabes qué te digo, cariño?
Que no me pises lo fregao.
(Ana Elena Pena, La loca de los gatos)
— Sí, dígame
— Buenos días, pregunto por doña Carmen Gutiérrez
— Sí, soy yo
— Mire, le llamamos del Hospital Zona Norte, en relación con el paciente don Luis Blanco Montes, su marido
— (silencio)
— Doña Carmen, ¿sigue usted ahí?
— Sí
— Lamento comunicarle que su marido ha fallecido durante esta madrugada, no sabemos exactamente qué ha ocurrido, evolucionaba bien, ya no precisaba respirador… ya sabe que desconocemos prácticamente todo sobre este nuevo virus
— Ya
— Bueno, lamentamos su pérdida. En unos días recibirá en su domicilio la urna con las cenizas de don Luis. ¿Desea realizar alguna pregunta?
— No, está bien. Muchas gracias
—Buenos días doña Carmen. Le acompaño en el sentimiento.
Carmen Gutiérrez colgó el teléfono, se dio una ducha cuidando de no mojar el brazo escayolado, maquilló los restos del cardenal en su pómulo derecho y se sirvió una copa, sin dejar de recordar las interminables horas en aquella sala de espera del hospital, abarrotada, cuando fueron por aquella caída suya tan tonta al limpiar la lámpara del salón. Y sonrió.
Nota de la autora: este texto fue escrito en el mes de abril del año 2020, año uno de la pandemia.
NELLY BOXALL