[REFLEXIONES DE UN OUTSIDER] El Ponfebla, bla, bla
LUIS CEREZALES | Trece nada menos, uno más que los hijos de Jacob. Se reunieron para, según titulan los medios: Abrir el diálogo sobre el futuro del Ponfeblino o Acordar un compromiso “firme” de las instituciones para avanzar en el Proyecto Ponfeblino. O sea más de lo mismo, nada de nada.
En la mili era muy socorrido el dicho de que lo principal era no hacer nada a toda hostia, y era verdad: funcionó hasta que se licenció la última quinta. Con los políticos sucede algo parecido pero al revés, porque de lo que se trata es de no hacer nada pero encima a cámara lenta.
La diferencia estriba en que de un sitio todos se querían ir cuanto antes y del otro hay que echarlos con votos porque se pegan como lapas. En fin, centrándonos en lo que nos ocupa, ese conclave histórico de los trece merece su dicho conmemorativo: a políticos ferroviarios, vías oxidadas.
Aunque no lo parezca esa cumbre presencial de Villablino tiene que ser la panacea que desatascará el proyecto, no creo que fueran allí de asueto. Menos mal que es el Ponfeblino y no el Transiberiano porque los trece se irían a pasar el día a Vladivostok en vez de organizar una video conferencia.
Vamos a ver señores del Ponfeblino: ¿ustedes quieren poner ese tren en marcha bien y rápido, o están ahí de juegos florales? doña Alicia García Tejón tomó el mando del Consorcio en octubre de 2017 y a finales de julio de 2021 seguimos en las mismas: lanzando proclamas voluntaristas.
Cuatro años es tiempo más que suficiente no solo para montar y poner en operación una compañía ferroviaria y si se apura para ejecutar nuevas infraestructuras, y sé de lo que hablo. La diferencia entre hacerlo y dilatarlo sine die es afrontarlo al estilo político o al empresarial.
No tengo el gusto de conocer, ni de vista, a doña Alicia García Tejón pero, al igual que el valor a los militares, le supongo su valía, por eso una pregunta directa para ella: ¿Se cree capacitada para poner en marcha el Ponfeblino? Ante una respuesta afirmativa, no lo dude haga esto que le aconsejo: eche lastre y vuele sola.
Póngase la gorra de jefa y pida, a los doce restantes que se muestran tan colaboradores, la firma de un documento marco de apoyo y compromiso. Una vez amarrado, olvídese de ellos y dedíquese a trabajar con expertos; no se preocupe por los otros doce, no le fallaran a la hora de la inauguración y menos a la de compartir los honores.
En caso contrario mucho me temo que dentro de otros cuatro años seguirán con la misma cantinela de reunirse para acordar cuando volver a reunirse de nuevo, mientras el oxido sigue su proceso; y es que el tiempo oxida todo pero sobre todo la ilusión y las oportunidades.
El asunto de tren de La Minero, antes nadie le llamaba el Ponfeblino, es una de mis debilidades y me explico. Descubrí su magia hace muchas décadas cuando las locomotoras estaban plenamente activas humeando por la Vía Nueva y la MSP aún parecía un imperio eterno.
Pasados los años, en unas fiestas de la Encina de aquellos años pedí a MSP que nos cediera un convoy de coches de viajeros con máquina, maquinista y fogonero. Se organizaron viajes para los niños que resultaron ser un éxito tan abrumador que se repitieron ese año y los siguientes.
Ahí me di cuenta del potencial turístico y recreativo del tren de La Minero, y así se lo propuse al Ayuntamiento que ya observaba con preocupación a una moribunda MSP. Ni puto caso, el proyecto llamado Carbonilla Express duerme olvidado en el archivo municipal o en el fondo de un vertedero.
Para elaborar ese proyecto me fui a conocer en el que era el Tren Turístico por excelencia de EE.UU en el sur de Colorado. Observé con agrado que el Narrow Gauge Railroad entre Durango y Silvertón en las Rocosas discurría por un valle que me recordó al del Sil con su tren minero.
La última oportunidad de oro para hacer del Ponfeblino uno de los mejores trenes turísticos de Europa se está abortando
Lo tuve claro desde aquel día, de todo el emporio de la MSP lo que más futuro tenía era el tren de vapor. Ese romance personal con los trenes con alma e historia me daría algunas satisfacciones, entre otras El Apeadero en la Plaza de la Encina y la compañía Chartren en asociación con Renfe.
Pero sobre todo muchos disgustos domésticos, aquí en el Bierzo. Cuando MSP capotó y sus activos urbanos de Ponferrada pasaron a ser objeto de la voracidad especuladora, traté denodadamente de que se conservara el núcleo de la estación de Ponferrada y el trazado viario del municipio para hacer realidad algún día que un tren turístico partiera del corazón de Ponferrada.
Excuso decir que el éxito de mis esfuerzos está a la vista de todos. Aún así conservaba la esperanza que pudiera hacerse realidad con salida desde el muelle de Compostilla. El figura que recibió mis sugerencias en el Ayuntamiento contestó enterrando las vías y asfaltando las servidumbres del ferrocarril en Columbrianos y San Andrés de Montejos.
A pesar de ello quise que se mantuviera una opción alternativa y propuse que se dejara un paso inferior a modo de túnel bajo la Autovía A-6 que se estaba construyendo y cuyo coste sería mínimo, para unirlo a Compostilla II y Cubillos por un nuevo trazado por la falda de los montes Castro.
Otro éxito por el estilo: se desestimó sin mover un solo dedo la posibilidad de que Ponferrada tuviera algún día un tren turístico de primera categoría. Quienes le dieron la puntilla estaban entonces a otras cosas más jugosas para ellos, que no para Ponferrada.
El último capítulo de este culebrón de sinsabores se está escribiendo estos días de manera sorda; ninguno de los trece tiene la más pajolera idea de que la última oportunidad de oro para hacer del Ponfeblino uno de los mejores trenes turísticos de Europa se está abortando ante sus narices.
Pronto se sabrá la dimensión de la pérdida de esta oportunidad de oro que hubiera colocado en órbita al Ponfeblino, y llegaran los lamentos mal y tarde. Así que, señora García Tejón, sé de lo que habló y sobre todo sé de lo que cabe esperar, y por tanto me permito hablarle con franqueza.
El Tren de la Minero, Carbonilla Express, El Tren Boreal o el Ponfeblino, es un recurso fundamental si se sabe conceptuar y armar un buen producto y aplicarlo correctamente sin ocurrencias hueras. Huyan del gasóleo en la tracción como de la peste y hagan el esfuerzo de montar un tren de vapor auténtico; ahí no hay atajos, no se dejen seducir por las ramplonerías.
Hay otras dos cuestiones cardinales, aparte de las mejoras viarias y la reparación de las locomotoras y el material móvil, que es hacer del Valle del Sil un escenario fascinante en todo su recorrido que conviva respetuosa y armónicamente con su esplendida naturaleza.
Todo eso también estaba recogido en el Proyecto de Carbonilla Express para hacer no solo un trayecto animado sino también un recurso de actividad y progreso al servicio de los municipios que atraviesa: Cubillos, Toreno, Páramo, Palacios y Villablino.
En cada uno de ellos un atractivo poderoso, un hito singular que invite a la parada y a la visita para que esos municipios no sean solo lugares de paso sino auténticos protagonistas de un viaje a la nostalgia, a la emoción y sobre todo a la novedad y la sorpresa.
La otra cuestión cardinal es el mercado para que el Ponfeblino no sea un muerto antes de nacer. Ese reto hace dos meses estaba chupado porque la mencionada oportunidad de oro que parecía consolidada le hubiera abastecido de público suficiente para una explotación exitosa.
Ahora será más difícil, pero el Ponfeblino tiene atributos sobrados para hacer sus operaciones rentables si se hacen las cosas con rigor y brillantez. Otra cosa es que acaben desgraciándolo tratando de convertirlo en una mamadera más como otras que conocemos.